La ruptura del amor convencional en un mundo líquido

OPINIÓN/Rincón psicológico (14/09/2016) – En un modelo sexoafectivo habitualmente monogámico nos dicen que los tres ingredientes del amor sano y sostenible serían: el amor admirativo, el amor compasivo y el amor erótico.

El amor admirativo sería un amor más desde las capacidades intelectuales o la belleza. Por otro lado, el amor compasivo sería el amor, más subjetivo y auténtico de valorar al otro por lo que es. El amor erótico, por su lado, sería el más instintivo o animal de los tres. El que se suele asociar al deseo. El amor instintivo junto al admirativo serían los más politizables, donde incidiría más el qué dirán, la ética, la religión o modelos de deseo.

Con una democracia de los tres tipos amor en una persona podremos saborear lo que nos dicen que sería el amor más completo y durable. Pero, ¿es posible que una pareja reúna en alta intensidad los tres tipos de amor?

Tal vez la encontremos fácilmente.  Ahora bien, con los actuales tiempos los patrones del pasado se empiezan a tambalear. El liberalismo, la desestandarización y liquidez dan nuevas alas a romper con patrones como la monogamia. En esa nueva visión, los celos, lejos de ser un indicador de amor, se pasan a considerar un indicador de miedo, que sería contrario a la libertad que un amor considerado como puro exigiría. Ahí la exclusividad se cuestiona, aunque sea desde un plano teórico. El sexo ya no lleva cargado necesariamente de expectativa de pareja o hacia la procreación tal y como la sociedad patriarcal esperaría. O también, el amor romántico se ve cada vez más como una banalización del amor en clave adictiva más que de amor realmente deseable, aunque las películas de Hollywood o los cuentos de hadas insistan. Incluso aunque nos saque del estado de anomia de una vida sin sentido. La pareja o relación podrá dejar de ser solo un substituto del prozac y ver la relación como oportunidad para crecer, no ya desde la coacción, el miedo, sino como fuente de bienestar estable basado en ser autoresponsable.

Por tanto, para algunos ya no hace falta aspirar a encontrar los tres amores en una misma persona y  se abren a la posibilidad de simultanear relaciones no monogámicas en donde estos tres amores pueden estar repartidos también en varias personas. El poliamor, aun a riesgo de caer en polidrama, es un modelo que empieza a expandirse y a despenalizarse. Por otro lado, la llamada anarquía relacional pretende poner en plano de igualdad y desjerarquizar las relaciones no sexuales con las sexuales, rompiendo el mito preferencial de la centralidad de la pareja y que los amigos, tengan los mismos derechos que la pareja y desmitificar la penetración como central en la relación.

Por último, la agamia, presupone que ya no existen las parejas, sino que todos serían formas o  tipos de relaciones posibles. Ahí el tema consensuado ya ni se observa aunque si se hablaría o podría llevar a decisiones sobre vínculos sexuales o no así como pactos también de fluidos.

¿Crisis de valores o emancipación social? El panorama de relacionarse se abre de forma despenalizada y a la carta pero no sin nuevos riesgos también de ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual). Elijo mi orientación sexual pero también puedo elegir con quién y cómo relacionarme o hasta dónde. Se abre un debate en el que podemos escoger pasar por modelos diferentes de amor que se adapten a nuestra etapa o filosofía vital del momento sin dramas ni juicios, incluida la soledad ‘sexual’ que del mismo modo podría ser una opción o fase igual de completa que muchas relaciones monogámicas o heretonormativas siempre que sea desde la autenticidad con uno mismo.

El debate está servido ante este tipo de cuestiones que poco a poco van dejándose ver en las consultas de los profesionales.

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Redacción Getafe Capital