Nuestra normalidad

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GETAFE/Akelarre (07/04/2017) – Conversación en un bar:

  • Mujer: ¿Sabéis lo que me ha pasado esta mañana? Iba a casa y un hombre mientras trabajaba me ha dicho unas babosadas, le he contestado y encima se ha reído.
  • Hombre: ¿Pero eso sigue pasando?
  • Mujer: Claro, que sigue pasando, es muy normal.
  • Hombre: ¡¡Pero eso es solo cosa de unos cuantos!!
  • Mujer: No, querido, esto es lo que suele pasarnos a las mujeres.

La conversación continúa, otra mujer entra en la conversación y comenta cómo una noche saliendo de trabajar un hombre empezó a seguirla y que gracias a una pareja se deshizo de él. La mujer de la pareja la noche anterior había sido perseguida por el mismo hombre.

Todo muy normal…

Es muy difícil hacer entender nuestra lucha cotidiana cuando actitudes machistas se ven con ‘normalidad’ o incluso se entienden como situaciones divertidas.

El problema de esta normalidad es que ellos no saben lo que es cambiarse de acera, si ves que en un banco a ciertas horas de la noche hay un grupo de hombres; lo que es ponerse las llaves entre los dedos desde el momento que dejas a tu grupo de colegas hasta que llegas a tu casa andando sola de noche; ser educadas en el miedo de que en cualquier momento te pueden violar y esa será la mayor deshonra que te puede ocurrir, y además será tu culpa por llevar minifalda. Lo que tampoco saben es el asco profundo que producen los roces, aprovechando que el metro va hasta los topes.

Y sí, eso pasa, es nuestra normalidad.

Cuando decimos que queremos ser libres y no valientes, reivindicamos nuestro derecho a ocupar espacios sin ser agredidas verbal o físicamente.

El acoso sexual callejero es una evidencia de las relaciones de poder desiguales entre hombres y mujeres, pues los hombres creen que pueden expresarse sobre el cuerpo de las mujeres porque es un objeto de placer y ellos tienen derecho sobre él.

No, no estamos aquí para que se nos juzgue o acose.

El hecho de no nombrar estas situaciones y tratarlas con normalidad sigue perpetuando nuestra posición en un mundo que prioriza el placer y los derechos de ellos sobre nuestra dignidad y seguridad.

Y para acabar recordar a todas y a todos que la tolerancia con estas actitudes nos hace cómplices de ellas. No calles ante tus colegas, denuncia y afea actitudes, no rías las gracietas, ni las fomentes.

No queremos vuestros piropos, queremos vuestro respeto.

Viendo la vida en rojo y morado, militante del PCE y de IU