Temperamento y carácter

-Es como si alguien se me metiera en la cabeza, yo no puedo evitar ponerme así.
-Ya lo sé hijo, espero que pronto crezcas y puedas intentar controlarlo.

GETAFE/Educa… que algo queda (11/05/2017) – Todos hablamos mucho de las emociones, de los sentimientos, de las sensaciones, de la razón, y, todos hablamos bien, seguro que con certeza, pero, tal vez, no con toda la que fuera precisa para saber por qué dice esa madre que el desarrollo hará más razonable a su hijo. Este podría ser el tema de hoy.

Como en algún otro momento debamos comentar, hay que hacer una diferencia entre temperamento y carácter. Puede que no distingamos entre uno y otro al hablar con cualquiera y ellos nos entenderán perfectamente si le decimos que nuestro hijo tiene un temperamento difícil o que el carácter de nuestro hijo es malísimo, pero el idioma está para usarlo y para lo que nos importa, la educación, no es lo mismo una cosa que otra y además tiene implicaciones interesantes.

Por resumir, temperamento es lo que la vuela, cuando lo mira, reconoce en el bebé como correspondiente a su estirpe, ese geniecillo o bonita caída de ojos, aquello que mostramos sin darnos cuenta, porque lo traemos de fábrica, en la genética. En algunos casos, mal que nos pese, “honra merece quien a su familia se parece”. Por otra parte, el carácter es aquello que vamos mostrando poco a poco según vamos adquiriendo aprendizajes, nos vamos socializando. De alguna manera, el carácter es lo que enseñamos, lo que la educación nos va dando y el temperamento es eso que no vemos, que está por debajo y que aparece cuando perdemos o no nos hace mucha falta la educación, por ejemplo en casa, de ahí que vean a nuestros hijos como diamantes pulidos en la calle y en casa, lo siga siendo, pero “en bruto”.

Respecto a las emociones, conviene aclarar que tampoco es lo mismo una emoción que un sentimiento, de hecho, lo que ocurre al principio es que algo entra en nuestro cerebro, es una percepción, a través de cualquier sentido (vista, oído…), esta percepción produce una sensación que sabemos está ahí porque nos pone los pelillos erizados y esto es automático, no lo podemos evitar y lloramos en una película aunque sabemos que es mentira, cuando esa actividad neuronal ha pasado por los centros racionales, le ponemos nombre y se convierte en un sentimiento, de tristeza, rabia, pena, amor… ahora ya solo basta que tengamos posibilidades y habilidades para expresar ese sentimiento de una forma adecuada y educada, que expresemos con buen carácter lo que nuestro temperamento arrancó.

Si no llegamos a ver para qué sirve esto, esperad al próximo día que hablaremos del circuito de Papez y McLean y la Toma de Decisión. Hasta ese momento….

Buen día. Salud y suerte.

Redacción Getafe Capital