Basta ya de culpar a la enferma

Basta ya de culpar a la enferma

En su contacto con el ébola, Teresa Romero, la auxiliar que se prestó voluntaria para tratar a los dos enfermos repatriados, pudo cometer un error, o varios.

Pudo ser un accidente, o un descuido.

O puede que no fuera su responsabilidad: que el protocolo y/o el control de éste fuera insuficiente, los trajes inadecuados, las instrucciones confusas, el entrenamiento deficiente, la supervisión nula.

Pudo ser consciente entonces, o no, del riesgo que había corrido.

Pudo haber actuado de otra forma cuando notó las primeras décimas de fiebre, gritar más alto el factor riesgo que acompañaba a su cansancio, su astenia, su febrícula. Quizá así la habrían escuchado antes.

Lo que está claro es que lo está pagando muy caro, y por partida doble. No sólo está enferma de ébola: quienes tendrían que haber velado por que esto nunca ocurriera la acusan abiertamente de mentirosa y de incapaz. La campaña para convertir a una víctima en culpable a la que estamos asistiendo produce vergüenza, asco e indignación. Y revela un torpe e innoble intento por levantar una cortina de humo que desvíe la atención de los graves fallos en la gestión de esta crisis sanitaria.

Primero, la cortina de humo:

Escuchen al consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodríguez. No lleva ni un año en el cargo; sustituyó a Javier Fernández Lasquetty tras su fracasado intento de privatización de la sanidad madrileña. Es médico -nefrólogo-, tiene 71 años, presidente del PP en Las Rozas, exconsejero de Telemadrid, diputado regional, y hoy mismo ha dicho en La SER: «Yo llegué a la política comido» y «tengo la vida resuelta», así que «dimitirá» si tiene que dimitir. Intentaba matizar su descarnada afirmación de ayer, cuando dijo -¡a título personal!- que creía que Teresa Romero había mentido al informar de su estado. «Ha sido una expresión desafortunada, pero lo que es cierto es que ella ocultó información», ha remachado hoy. Lo que no ha podido confirmar, ante las insistentes preguntas de Pepa Bueno, es si cuando Romero se quitó el traje de protección había un supervisor en la sala, tal y como establece el protocolo.

Luego, en Telecinco, ha añadido que para ponerse un traje de protección «no hace falta un máster, pero unos pueden tener más capacidad de aprendizaje que otros», en alusión a que, como la propia afectada ha reconocido, el contagio pudo producirse en ese momento. Ana Rosa Quintana le ha interrumpido con estupor.

Preguntado innumerables veces por los procedimientos, por el protocolo, no ha dejado de insistir en que se siguieron fielmente, aunque continúa la investigación.

La defensa argumental está clara: si el contagio se produjo por la negligencia o torpeza de una auxiliar que mintió u ocultó información, y los protocolos que se aplicaron fueron los de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entonces el primer caso de contagio del ébola fuera de Africa es responsabilidad 1) de la auxiliar sanitaria y/o 2) de la OMS. De una mujer y de una organización internacional. El Ministerio de Sanidad y la Comunidad de Madrid se lavan las manos.

Esta tesis aparece hoy avalada por diarios como ABC o La Razón.

El problema para Sanidad es que la realidad no encaja en este relato -enfermera descuidada, protocolos insuficientes-. Por ejemplo:

«FEBRIL, PERO SE DESCARTA ÉBOLA»

Este es el mensaje que recibió la ambulancia convencional -que no está equipada para enfermos contagiosos- del SUMMA que a las 7 de la mañana del pasado lunes recogió a Teresa Romero en su domicilio para trasladarla al Hospital de Alcorcón. Como cuenta hoy Vicente G. Olaya en El País, el conductor y el camillero, extrañados por el mensaje, pidieron aclaraciones a la central, pero les comunicaron que el médico de urgencias había descartado el virus. El camillero, aún así, se puso guantes, mascarilla y una bata de papel. Después de dejar a Teresa, volvieron a reclamar más información, que no llegó hasta 12 horas después. Siguieron trabajando, y atendieron siete pacientes más.

«LAS MANGAS DEL TRAJE ME QUEDABAN CORTAS»

Una vez dentro del Hospital de Alcorcón, atiende a Teresa el médico de urgencias Juan Manuel Parra Ramírez, que ayer ingresó voluntariamente en el Hospital Carlos III de Madrid y está en observación. En una carta a sus superiores que hoy publican El País y El Mundo, asegura que activó el protocolo por posible caso de ébola porque la propia paciente le advirtió. Prohíbe el paso al box donde está Teresa a otros facultativos. El estado de la paciente empeora rápidamente, pero hasta las 17 horas no recibe el traje completo de protección, que le queda pequeño y deja al descubierto las muñecas. Estuvo once horas tratándola. Ambos, médico y paciente, se enteraron del positivo en los análisis por la prensa, tal y como contó la propia Teresa ayer a Jesús Cintora en Las Mañanas de Cuatro.

«POSIBLE RELAJACIÓN DE LOS PROCEDIMIENTOS, INCLUIDA MANIPULACIÓN DEL CADÁVER»

El miércoles hubo una videoconferencia del Comité de Seguridad Sanitaria, con los expertos de los 28 miembros de la UE más la OMS. El Gobierno español lanzó una hipótesis; que la infección se produjera por una posible relajación de los procedimientos, incluida la manipulación del cadáver del segundo misionero fallecido, Manuel García Viejo, o bien por el desecho del material médico. También reconoció cinco casos con alto riesgo de contagio (la doctora de atención primaria de Alcorcón, tres sanitarios y Javier Limón, el marido de Teresa, a los que habría que sumar el doctor Juan Manuel Parra, ingresado ayer.)

Según informa El Mundo, personal del Carlos III ha asegurado que la habitación donde se quitaban los trajes era «muy pequeña, enana», y por eso no había nadie supervisando el proceso, que es largo y engorroso.

Pero ni siquiera la información oficial facilitada por España ante los colegas europeos es suficiente para el portavoz de Sanidad del PP en el Congreso, Rubén Moreno, quien esta mañana y en declaraciones a TVE ha asegurado que no cree que haya existido «relajación» en el protocolo, sino en su cumplimiento por parte de la auxiliar de enfermería. «Lo que ha habido es relajación en el cumplimiento por parte de una persona de esos protocolos. Es obvio que la propia paciente ha reconocido que no cumplió estrictamente el protocolo», ha señalado Moreno en Los Desayunos de TVE, según recoge Europa Press.

Resumiendo: en estos momentos, con una infectada por ébola y cinco personas ingresadas bajo vigilancia, no deberíamos estar buscando culpables, sino errores, tanto en el contacto directo con los enfermos, como en los procedimientos de actuación cuando se detecta un caso. La actitud tramposa y cobarde de focalizar en Teresa toda la responsabilidad de lo que ha sucedido es, además, irresponsable.

La opinión pública necesita poder confiar en sus responsables políticos y sanitarios para evitar que la alarma trasmute en psicosis. El personal sanitario, el que más arriesga en la lucha contra el ébola, tiene que sentirse protegido y no agredido por la Consejería, el Ministerio y el PP. Y la OMS y el Centro Europeo de Prevención y Control de las Enfermedades deben saber cuanto antes si tienen que revisar los protocolos de seguridad, para lo que también necesitan una colaboración eficaz y transparente de las autoridades sanitarias españolas.

Escurrir el bulto no sirve. E insultar además a una mujer enferma de ébola por realizar su trabajo en un hospital público es una mezquindad intolerable de un consejero como Javier Rodríguez

Redacción Getafe Capital