El bestiario de Sísifo (I). El Partido Popular de Getafe, dos mentiras y una verdad

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El nombre Partido Popular de Getafe encierra dos mentiras y una verdad.

GETAFE/La piedra de Sísifo (08/11/2016) – Hace unos años, no muchos, nadie hubiera osado discutir sobre el carácter getafeño o getafense, que ambos gentilicios son correctos, de la versión local del Partido Popular. Sin embargo, desde que a Esperanza Aguirre se le metió entre ceja y ceja colgar el escudo de los aviones y el Sagrado Corazón en su sala de trofeos, la derecha local de toda la vida no se reconoce en sus representantes municipales y cada día menos. 

Partiendo del ínclito Juan Soler-Espiauba Gallo y Mirones, de origen santanderino pero ciudadano del mundo, exalcalde de Getafe, residente en el elitista barrio de Salamanca de Madrid y tan habitual visitador de templos de la restauración madrileños como refractario a pagar de su bolsillo. Aterrizó como paracaidista con fama de verbo fácil y trato complejo y no sin motivos.  Comenzó rodeándose de personajes del ala más conservadora del partido en Getafe, desechando a los más “centristas”, y el tiempo demostró que, a medida que se iban cansando de aportar recursos de su bolsillo al pozo sin fondo de la gestión juansolerista, iban siendo apartados de la primera, segunda o tercera línea. De su primer mandato solo conserva, con raídos galones, a la fría, inexpresiva, ambiciosa y, dicen, mala persona Mirene Presas; el resto, con Pablo Martínez a la cabeza, ha ido diluyéndose, perdiendo presencia y, sobre todo, influencia.

La segunda mentira que contemplamos es la que hace referencia a su condición de Popular. Veamos:

Popular:

Del lat. populāris.

  1. adj. Perteneciente o relativo al pueblo.
  2. adj. Que es peculiar del pueblo o procede de él. Lírica popular.
  3. adj. Perteneciente o relativo a la parte menos favorecida del pueblo. Apl. a pers., era u. t. c. s.
  4. adj. Que está al alcance de la gente con menos recursos económicos o con menos desarrollo cultural. Precios populares.
  5. adj. Que es estimado o, al menos, conocido por el público en general.

Ninguna de las cinco acepciones que refleja la RAE en su diccionario es de aplicación a este partido. Argumentarán que, para no tener popularidad, son la formación política que obtuvo mayor número de votos en las pasadas municipales. No les falta razón pero ¿cuántos de sus votantes lo hicieron por “imperativo moral”, cuántos por pura disciplina u obediencia, cuántos con la nariz tapada con los dedos, cuántos fueron a confesarse inmediatamente después de visitar la urna y cuántos, por fin, lo hicieron por gusto? Los más optimistas han pensado en un escaso 10 % que comulgue con sus representantes, el otro 90 hizo auto de fe e introdujo la papeleta sin convicción ninguna.

La única verdad en su nombre es la que lo denomina Partido, tomado como sinónimo de dividido. Nunca fue una de estructura granítica o muy robusta pero, gradualmente, en los últimos 6 años, las grietas han ido ocupando buena parte de sus cimientos y solo se mantiene en pie por las generosas manos de pintura aplicadas a sus columnas. No tiene apoyo de sus militantes a los que ya no consiguen mover ni invitándoles a comer, la ejecutiva local está tomada por “extraños” con los que se ha actuado como si de una oficina de colocación se tratase despreciando con malas maneras a los “autóctonos”, el grupo de concejales está dividido en facciones que no han llegado a las manos (aún) de milagro, parte de los dirigentes recientes y de los represaliados se están organizando para deponer al acaparador de puestos Soler y, como guinda del pastel, la aparición de agentes de la Guardia Civil a cada poco, estrechando el cerco de los indicios que apuntan con el dedo al propio Juan Soler en varios casos de (presunta siempre) corrupción, por los que se está amparando en el blindaje que le otorga su puesto como senador, va dinamitando lo poco de aparente estabilidad que lucían.

De ahí que llamarlo Partido Popular de Getafe conlleve dos falsedades y una triste realidad.

2 Comments

  1. Elpidio Frómista

    8 noviembre, 2016 at 19:44

    Cierto. Y no menos cierto es que algunos de esos mismos votantes, al ser preguntados por su intención de voto, mienten asegurando al encuestador de turno que su papeleta irá para algún otro partido distinto al de las gaviotas. De ahí los desajustes en los análisis y previsiones con los resultados finales.
    De lo que se deduce que algún tipo de vergüenza inconfesable sienten los susodichos votantes introduciendo su voto en la urna, propio del que comete alguna fechoría o similar. Qué lástima. Para hacércelo mirar.

  2. lorenzo roldan

    8 noviembre, 2016 at 19:43

    No era para tanto. Me han contado que había mucho revuelo con este artículo y resulta que no dice nada que no haya salido ya en los periódicos. Entretiene, es un repasito goloso y todo eso pero hasta lo de Mirene lo sabe todo el mundo y hasta se han quedado cortos. Si es verdad como dices en facebook que habrá un artículo para cada partido, habrá que guardar la serie completa