El despertar (II)

despertar

GETAFE/Rincón psicológico (10/11/2016) – Hace unos días hablábamos sobre esa búsqueda del ser humano en un momento de su vida en el que se para, respira e intenta dar respuesta al sentido de su vida, esas 3 preguntas que en un determinado momento nos podemos llegar a hacer ante una crisis vital:

  • ¿Vivo con quién quiero vivir?
  • ¿Trabajo donde quiero trabajar?
  • ¿Resido en el lugar que quiero?

La formulación de las mismas suele llegar en las etapas que coinciden con ciclos vitales significativos, nuestro primer trabajo, nuestra primera casa, hipoteca, la llegada de los hijos, etc, son las conocidas crisis de identidad o crisis de la edad.

Me gusta poner el ejemplo a muchos de mis pacientes de ese momento en que me monto en el coche, tomo el volante del coche y al ir a arrancar siento un pequeño nudo en la boca del estómago y percibo que algo no va bien, es como esa sensación de ahogo de falta de aire que te bloquea. Es entonces cuando uno puede optar por seguir adelante, arrancar el coche y seguir conduciendo a su destino y dejar que esa sensación física acompañada de malestar desaparezca o puede suceder que en ese momento en que tomo conciencia de que algo por dentro me ha despertado internamente pare el motor del coche y me pregunte qué está pasando en mí, intente buscar la razón de ese nudo y el posible origen del malestar.

Si opto por esa segunda opción bienvenido al enriquecedor mundo del crecimiento personal, de regalarme la oportunidad de explorar que está sucediendo en mi y empezar a caminar desde ese aprendizaje de mi.

Como decía Anthony de Mello podemos vivir dormidos entrando en nuestra rutina del día a día o podemos elegir vivir DESPIERTOS llenándonos de la cantidad de estímulos que existen a mi alrededor.

Vivir DESPIERTOS significa EXISTIR empaparme de los acontecimientos disfrutar con ellos y aprender a fluir en la adversidad pero lo más importante significa vivir con conciencia en el AQUÍ y el AHORA.

Ahora la pregunta sería… si optó por esa segunda opción de empezar ese viaje interior explorando en mí qué terapia elegiría, ¿cuál sería la acorde?

Y es aquí donde me encuentro con el amplio bagaje de las mismas, bioenergética, coach, gestalt, humanista, integrativa, psicoanálisis, rogeriana, jungiana, constelaciones familiares y así podríamos seguir y seguir.

¿Y en que lugar posiciono la psicología? ¿La terapia psicológica?

Es importante diferenciar lo que una terapia psicológica me ofrece y una que no conlleve el apellido de psicológica.

¿Todos los psicólogos son psicoterapeuta? ¿Todos los psicoterapeutas son psicólogos? ¿Ambos están relacionados con la rama sanitaria? ¿Podrán prescribir  medicación en el caso de necesitarla?

Aunque abordaremos específicamente cada uno de los tipos de terapia decir que un psicólogo aborda la terapia desde un aspecto más clínico, es decir, no solo su formación académica es universitaria sino que sus prácticas son clínicas, puede trabajar con patologías clínicas como esquizofrenia, psicosis, trastornos bipolares, maníaco depresivos… y mantendrá una relación estrecha con servicios de psiquiatria en el caso de necesitar la terapia ser acompañada por medicación. Un psicólogo también ha podido formarse en terapias varias por lo que podrá apoyar con diferentes herramientas el proceso de acompañamiento del paciente. Por tanto un psicólogo también podrá ser un psicoterapeuta.

Respecto a la figura del terapeuta sin ser psicólogo la labor que desempeñan es una labor más de acompañamiento funcional, psíquico, de desarrollo y crecimiento de la persona. No suele trabajar con temas clínicos sino más bien con la búsqueda del sentido de la vida.

Cuanto más formado estén ambos profesionales más podrán adaptarse a las demandas del paciente dado que no podemos olvidar que el ser humano es único y vive momentos de transformación continuos.

Resaltar que es importante ponerse en manos de buenos terapeutas, acreditados, la oferta es variable e intensa por lo que si tenemos dudas de su formación aconsejamos pedir referencias.

Nuestra salud emocional es igual de importante que la física. El cuerpo habla lo que la mente no puede.

Redacción Getafe Capital