Un goteo insoportable de asesinatos machistas

GETAFE/La piedra de Sísifo (15/06/2021) – Hace ya tiempo que superamos el umbral de lo soportable, pero la terrible escalada de asesinatos machistas no se detiene. Dicen que la maldita pandemia se ceba con el punto débil de cada persona y, en general, acaba sacando lo peor de cada quien, a pesar de nuestros esfuerzos. No lo sé, sí sé que hemos entrado en una dinámica nefasta que, lejos de detenerse, está cogiendo velocidad y da miedo pensar dónde podría llegar.

Hay, sin embargo, un par de cosas que me revolotean por dentro y que, como todas las cosas que se cuecen en tu interior, si no las expresas, se acaban pudriendo por dentro:

Es cierto que hay mala gente, en este caso, malos hombres que no aceptan que una mujer tenga su propia autonomía, ideas, amistades o, simplemente, no sea un ente sumiso a sus caprichos arbitrarios o que una relación termine. Todo eso lo sabemos, pero hay un factor que está contribuyendo decisivamente a este enchulamiento intolerable y repugnante que observamos a diario y que padecemos con elevadas cuotas de indignación, la existencia y el altavoz que ejerce un partido de ultraderecha que, de forma tácita o expresa, legitima el ejercicio de violencia contra la mujer; cualquier tipo de violencia, contra cualquier mujer. Los representantes políticos, por definición, son servidores públicos y, como tales, deben poner su empeño en beneficiar a la sociedad, no emponzoñar la convivencia con mensajes incendiarios y actitudes provocadoras.

Ahora bien (no descarto que me lluevan collejas por esto), los mensajes incendiarios y las actitudes provocadoras se quedarían en nada si no encontraran eco en los medios de comunicación que, a veces, incluso, se recrean en ellos como hipnotizados por la mirada de la serpiente. Además, cuando se produce un caso de asesinato machista, convendría establecer un protocolo informativo en los libros de estilo de cada medio donde, al igual que se aplica en los casos de suicidio para evitar la reacción de imitación en las personas propensas, a la hora de informar sobre violencia contra las mujeres, solo se refleje el hecho, sin detalles y mucho menos recrearse en lo escabroso, evitar las imágenes y solo dar el nombre de la mujer asesinada, dejando al asesino en el ostracismo absoluto. Quizá se evitaría con este tratamiento cuidadoso, el terrible efecto contagio y sus fatales consecuencias.

En muchas ocasiones hemos observado que, tras un crimen donde se ha chapoteado en el lodo del morbo y en los detalles que no ayudan nada, se ha repetido el modus operandi casi miméticamente en casos posteriores. ¿Qué perdemos con probar? ¿Audiencia? Lo importante son las víctimas, no la facturación en publicidad.

Parece que, a medida que los efectos del virus van siendo reducidos, aumentan en la misma proporción las consecuencias del cansancio de 16 meses de temor, sufrimiento y precauciones, en lo que se ha dado en llamar Fatiga Pandémica. No nos dejemos llevar por sus síntomas y pongamos de nuestra parte para aliviarlos, solo así podremos afrontar el deseado verano con expectativas de felicidad.