LOOK TOTAL (20/07/2022) – Nuestra segunda parte del viaje, Puerto Rico. Una acogedora isla caribeña, aunque el Atlántico está muy presente, con sus ciudades de herencia colonial, playas infinitas, islas intactas y selvas con bosques húmedos y cascadas…
Es una de las llamadas ‘perlas del Caribe’, un destino donde se puede elegir entre caminar por ciudades y plazas históricas que conservan la arquitectura colonial, descansar en playas de arena blanca y bucear en aguas cristalinas, practicar senderismo y otras actividades en frondosos bosques húmedos, navegar de noche por bahías luminiscentes o descubrir una gastronomía de raíces caribeñas. Una auténtica ‘isla del tesoro’ por la diversidad de joyas históricas y naturales que reúne. ¡Fue un acierto de elección!
Comenzamos nuestros días conociendo el Viejo San Juan, el barrio histórico de la capital puertorriqueña, invita a caminar por calles adoquinadas, la mayoría peatonales, entre edificios de arquitectura colonial de los siglos XVI y XVII, recuperados con sus fachadas pintadas en vivos tonos pastel. Muchos son en la actualidad hoteles con encanto y restaurantes con historia como La Bombonera, que abrió sus puertas en 1902. En sus calles se alinean artesanos y galerías de arte que también ocupan emblemáticos edificios del Viejo San Juan. La Plaza de Armas y las calles de San Sebastián y del Cristo concentran el ambiente de este barrio. Pero el paseo por San Juan, también lleva a conocer otros edificios curiosos como un antiguo parque de bomberos, un cementerio frente al mar y varias fortalezas que en el pasado defendían la isla de piratas y conquistadores. Todo el distrito del Viejo San Juan está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Hacía un calor increíble, pero mereció mucho la pena sudar la gota gorda por esas callejuelas.
Otro imprescindible de la capital es la fortificación El Morro, donde está el castillo original de San Felipe. El paseo sobre sus murallas y explanadas son hoy un balcón con vistas al Caribe. El bastión, está considerado el fuerte español más antiguo construido en América. El segundo «morro» de San Juan es el Castillo de San Cristóbal, uno de los recintos defensivos más grandes de la isla. Ambos recintos se pueden recorrer por libre o en visitas comentadas, además corre el aire que da gusto y puedes sentarte a disfrutar de las vistas en su inmensa explanada.
Antes de abandonar la capital puertorriqueña para descubrir el resto de la isla, está la Casa Bacardí, apodada ‘la catedral del ron’, cerca de la bahía de San Juan, al otro lado del barrio antiguo. La familia más famosa del ron comenzó su negocio en Cuba hace más de cien años, y empezó a trasladarse a Puerto Rico en 1936. Hoy su destilería, que realiza una enorme producción industrial, propone además visitas guiadas y catas para descubrir esta bebida tan caribeña.
En el noreste de Puerto Rico se sitúa Vieques, está conectada desde el puerto de Fajardo en barco, a poco más de una hora, o en diez minutos de avioneta desde el mismo Fajardo o desde San Juan. Fajardo también es la base para visitar los cayos de mar adentro. Hasta el año 2003, el 70% de la isla fue una base militar (Puerto Rico es un estado libre asociado a Estados Unidos) y después pasó a ser declarada reserva natural, de ahí que se salvara de la construcción de complejos hoteleros.
Una de las máximas atracciones de la isla de Vieques son sus tres bahías luminiscentes. En sus aguas y lagunas se puede disfrutar de un baño nocturno sumergido entre aguas centelleantes. Para comprobarlo solo hay que pasear o bañarse de noche en alguna de estas bahías donde se experimenta el sorprendente fenómeno de la bioluminiscencia marina. No dudamos en subirnos a un kayak y navegar entre manatíes y esas aguas, fue una pasada.
Sin duda, famosa por sus playas de arena blanca y sus arrecifes de fama mundial para practicar submarinismo está Isla Culebra, yo me moría de ganas por ir y ¡qué maravilla! Tuvimos que cambiar el día de la excursión por el viento para navegar, pero por suerte al final pudimos. A 27 km de la costa noreste de Puerto Rico se llega en una hora y media de transbordador desde Fajardo o en quince minutos de avioneta desde San Juan. En sus aguas se contemplan todas las tonalidades de azul, desde el marino al brillante y transparente turquesa. Ahí está uno de los arenales más bonitos de Puerto Rico, la Playa Flamenco, extendiéndose por un par de kilómetros en una bahía con forma de media luna. Una laguna cercana a la que suelen acudir los flamencos es la que ha dado nombre a esta playa.
Otra excursión que no podíamos dejar pasar era la visita al Yunque. Con 161 kilómetros de largo por 51 de ancho, es todavía una enorme reserva natural. El Parque Nacional El Yunque, el más importante del país. La húmeda frondosidad de su bosque lluvioso se descubre realizando caminatas bajo la vegetación gigante que cubre rincones como las paredes de la Sierra de Luquillo, con sus laderas que llegan hasta playas como Luquillo, una de las más idílicas de Puerto Rico. En el corazón de El Yunque se escoden cascadas como La Coca, con un salto de unos 26 metros de alto, y lagunas donde es posible darse un baño para refrescarse. En El Yunque conviven más de 240 especies de árboles y otras tantas de insectos, aves y reptiles (como la rana arborícola coquis, que se llama así por el sonido que emite) que fue toda una experiencia escucharla. Nosotros hicimos el recorrido en boogie, súper divertido, parecía todo el rato que estábamos en la película de Jurasik Park o Jumanji jeje. Fueron cuatro días muy intensos y muy bien aprovechados.
Os dejo fotos del viaje, looks muy cómodos pero con alguna tendencia, y mucho bikini y nos vemos en la siguiente ruta, ojalá no tarde mucho.
¡FELICES VACACIONES LOS QUE YA ESTÁIS POR AHÍ!
[Y siempre, siempre, siempre… Diviértete combinando]
“Sólo es grande en la vida, aquel que sabe ser pequeño. Lo sencillo es vital”