El fracaso de las Naciones Unidas

GETAFE/Todas las banderas rotas (01/09/2024) – Son muchos los que se preguntan si la ONU sirve para algo. Sobre todo a la vista de lo que está sucediendo en Gaza hace ya un tiempo y recientemente en Líbano. Israel está atacando desde hace un año a Gaza y Cisjordania y, desde principios de octubre, a Líbano provocando miles de muertos y heridos, además de una tremenda destrucción que hace retroceder a estos territorios muchas décadas atrás en su desarrollo. Lo que llamamos “comunidad internacional” se ha mostrado incapaz de parar esta terrible tragedia a pesar de que, en teoría, cuenta con el instrumento creado para instaurar la paz en el mundo: la Organización de las Naciones Unidas (ONU o NNUU). Veamos qué poder tiene esta organización para conseguir ese objetivo.

A punto de acabar la Segunda Guerra Mundial (II GM), el 25 de junio de 1945, en San Francisco (EEUU), 51 países firman la Carta de las NNUU con el propósito de “Mantener la paz y la seguridad internacionales […], prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión […] y lograr por medios pacíficos […] el ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz”, según reza el artículo 1 de dicha Carta. Y el artículo 10 dice que “La Asamblea General (AG) podrá discutir cualesquier asuntos o cuestiones […] y podrá hacer recomendaciones sobre tales asuntos o cuestiones a los miembros de las NNUU o al Consejo de Seguridad (CS) […]”. Es decir, no es la AG, de la que forman parte todos los miembros de las NNUU, la que toma las decisiones, esta solo puede hacer recomendaciones.

El proceso de toma de decisiones empieza en este artículo 10 y continúa en los artículos 23, 24 y 27. El primero establece la composición del CS: quince miembros de los cuales cinco (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos, los vencedores de la II GM) serán miembros permanentes; los demás, elegidos por la AG rotan en períodos de dos años. En el artículo 24 la AG confiere “al CS la responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacionales, y reconocen que el Consejo de Seguridad actúa a nombre de ellos al desempeñar las funciones que le impone aquella responsabilidad”. Esto es, el CS es el que tomará todas las decisiones. Finalmente, el artículo 27 establece que “Las decisiones del CS sobre todas las demás cuestiones (las que no sean de procedimiento) serán tomadas por el voto afirmativo de nueve miembros, incluso los votos afirmativos de todos los miembros permanentes;” […].

El resumen de este conjunto de artículos de la Carta de la ONU es que esa organización nace para mantener la paz en el mundo y lograr por medios pacíficos la solución de conflictos internacionales; que la AG, de la que forman parte todos los miembros de la organización, delega en el CS la toma de decisiones; que el CS lo forman quince miembros, cinco de los cuales (los vencedores de la II GM) tienen derecho de veto. Y lo que podemos concluir, porque así nos lo dice la experiencia, es que esta Organización y su modo de funcionar no sirven para cumplir con el objetivo que dice tener.

Esto es especialmente evidente en el caso del comportamiento de Israel desde su creación como Estado en 1947, año en el que la AG adoptó su Resolución 181 que establecía –aunque no de forma justa- la partición del territorio entre Palestina e Israel; esa Resolución fue incumplida por este último país así como el resto de las que se han sucedido desde entonces hasta hoy.

Alguien que no conociera lo que hasta aquí he tratado de explicar, podría preguntarse cómo es esto posible, por qué puede Israel incumplir sistemáticamente todas las resoluciones de la ONU sin que sufra ninguna consecuencia. La razón es que el CS –que, como queda dicho, es el que tiene el poder de emitir resoluciones de cumplimiento obligatorio- cuenta entre los miembros que en él tienen derecho de veto con un país que siempre ha votado a favor de Israel: EEUU. Este país hace así imposible que fructifique cualquier plan de paz de los varios que se han sucedido o cualquier sanción que obligara al Estado israelí a rectificar su política de agresión; EEUU demuestra con esta forma de actuar que no pretende cumplir con la Carta de las NNUU, sino que solo persigue sus propios intereses que están intrínsecamente unidos a los de Israel y que van desde lo económico a lo político, a la industria del armamento, a la cooperación en asuntos de inteligencia, etc.

¿Se puede hacer algo, entonces, para obligar a Israel a que destierre todo tipo de violencia de su política en relación con Palestina? No cabe el optimismo, en mi opinión, porque la mayoría del resto de los países están también, en mayor o menor medida, de una u otra manera, en la órbita de los mismos intereses que unen a EEUU e Israel.

Solo veo una posibilidad: la reforma de las NNUU de tal manera que se acabara con el derecho de veto y la soberanía volviera a la AG, y que el CS actuara por delegación de aquella de forma que siempre pudiera la AG revertir cualquier decisión del CS. No es seguro que así se resolvieran todos los problemas pero, al menos, sería un funcionamiento democrático, porque el actual no lo es. Además en todo momento sabríamos quien está a favor o en contra de cada resolución; el método actual impide que conozcamos la posición de cada país porque, al no estar en el CS, no tienen que tomar las decisiones.

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