GETAFE/El rincón de ACOEG (01/05/2025) – En pleno corazón de Getafe, entre tazas, platos y cucharas, se esconde un rincón donde la creatividad y el cuidado se dan la mano. Hablamos de VINA Cerámica Creativa, el proyecto de Paula Escribano, una joven diseñadora de moda que cambió la industria textil por los hornos de barro.
Su historia no solo es un ejemplo de emprendimiento valiente, sino una reivindicación del arte, la pausa y los beneficios que aporta crear con tus propias manos. “Emprender me daba miedo, pero más miedo me daba quedarme donde estaba”, confiesa Paula. Tras estudiar diseño de moda y trabajar en una empresa del sector, algo no terminaba de encajar. Fue la cerámica, aprendida años atrás, lo que le devolvió la calma y el entusiasmo. “Me ayudó en un momento de estrés y de cierta tristeza. Así que pensé: si esto me ayuda a mí, ¿por qué no compartirlo con más gente?”
Así nació VINA. Primero como una marca de moda sostenible y, con el tiempo, como un espacio creativo con alma, centrado en la cerámica como herramienta de expresión y bienestar. “En Madrid este tipo de talleres son carísimos, no todo el mundo puede permitírselo, así que aposté por hacerlo accesible, cercano y auténtico en Getafe”. La ciudad que ella misma define como “su casa”.
En VINA, no solo se hacen tazas. Se construyen vínculos, se ralentiza el tiempo y se suelta el estrés. “Vamos deprisa a todos sitios, lo queremos todo ya, aquí da tiempo a desconectar y relajarte trabajando con las manos”. Las clases regulares (75€/mes con materiales incluidos) permiten a cualquier persona, sin importar la experiencia, aprender modelado en un ambiente cálido y sin juicios. “Aquí puedes equivocarte. No hay prisa. No hay normas cerradas. Solo ganas de crear”, explica Paula.
Además, hay talleres de fin de semana para modelar, pintar o simplemente disfrutar con amigas de un par de horas diferentes, “siempre con café y bizcocho incluido, tenemos por aquí la máquina de café, nos traen algo de picar y se crea ese ambiente necesario”. Y para quienes prefieren observar o regalar, VINA también ofrece piezas únicas a la venta: joyería en cerámica, tazas ilustradas o encargos personalizados para bodas y eventos.
Aunque la cerámica se ha convertido en el eje central del proyecto, la moda no ha desaparecido del todo. Paula sigue diseñando accesorios con tejidos reciclados, muchos de ellos provenientes de telas fuera de stock o prendas de segunda mano. “Cada coletero tiene su historia. A veces solo hay diez unidades de cada uno, porque es para lo que da el metro de tela que rescatamos. Únicos y confeccionados por mí”, explica con una sonrisa.
Todo lo que hay en el local es 100% español y elegido con mimo, “¡hasta el horno es español! hay que apoyar a pequeñas fábricas y productores nacionales. Tengo cerámica de Córdoba o pigmentos naturales de Valencia. Quiero que VINA sea coherente con mi forma de ver la vida: sostenibilidad, arte, cercanía y comunidad.”
La clientela de VINA es variada, en su mayoría mujeres entre 25 y 45 años, muchas del sector sanitario o del mundo corporativo. Pero también parejas, niños, personas mayores y cada vez más hombres jóvenes. “Algunas veces vienen a regalar el taller a sus parejas y yo les digo: ¿por qué no vienes tú también? Alguno se anima y hacen cosas muy chulas juntos, se crea esa complicidad entre unos y otros”.
El único freno es la imaginación de cada uno, “nosotras no decimos qué hay que hacer, se deja imaginar, jugar como hacíamos con la plastilina en el cole”.
En una de las estanterías están reposando los trabajos de los noveles alfareros. Cada uno en una fase del proceso de creación. En otra parte, piezas para la venta; bonitas, imperfectas, como las que recordamos que adornaban las casas de nuestra niñez. Aunque como bien apunta Paula: “Yo las uso, puedes comer o beber en estas piezas sin problema, ¡incluso meterlas al microondas! Así es VINA, un lugar joven y lleno de entusiasmo, hecho a imagen y semejanza de su creadora. Donde todas las manos son bienvenidas. Un espacio para crear y conectar contigo mismo