Un congreso, un comité federal y un Pleno parlamentario

GETAFE/Todas las banderas rotas (16/07/2025) – Se han celebrado a la vez un Congreso del PP y un Comité Federal del PSOE. Los dos con el mismo objetivo: prepararse para unas hipotéticas futuras elecciones generales.

Uno, el PP, como si no tuviera un pasado que incluye una condena en firme por corrupción del partido y varios ex altos cargos importantes pendientes de juicio, presentándose, hipócritamente, como el paladín de la lucha anticorrupción.

Otro, el PSOE, proponiendo medidas de regeneración que nos hagan olvidar que tiene a dos ex Secretarios de Organización –uno de ellos en la cárcel- acusados de diversos delitos, entre ellos el de corrupción.

Feijóo, en su discurso final, dice que quiere gobernar en solitario pero, consciente de que eso es prácticamente una utopía, ha dado a entender que su principal aliado será Vox: “Sus votantes merecen respeto, no estoy dispuesto a arrinconarlos”. Pretende llegar a acuerdos con todos los partidos, menos con EH Bildu: porque los votantes “bilduetarras” no merecen del demócrata Feijóo el mismo respeto que los de Vox. Aunque no es materia de este artículo, no me resisto a preguntar: ¿Nadie en el PP se siente siquiera un poco incómodo con ese resultado a la búlgara (99,24% a favor del líder)?

Feijóo, por lo visto en el Congreso del PP, es un hombre con una gran ambición política, pero con muy poca preparación intelectual, sin programa político claro y, lo que es peor para él, sin el apoyo de José María Aznar que vuelve por sus fueros. Cuando no hay más proyecto que “acabar con el sanchismo” y “derrocar a Sánchez”, cualquier demócrata debe empezar a preocuparse; solo un ejemplo reciente: en Murcia, en menos de dos horas, el PP se envainó una orden de compra de pisos para menores extranjeros no acompañados ante la advertencia de Vox de no aprobar los presupuestos. Cabe concluir que los votantes del PP deberían meditar a quien votarán cuando llegue el momento: ¿a un PP que dice una cosa pero a la menor dificultad hará lo contrario si lo exige Vox, o a Vox que no engaña, que, a la luz del día, obliga al PP a hacer las barbaridades que lleva en su programa? Los dirigentes populares han de recordar que, en general, casi todos prefieren el original a la copia.

El PSOE ha tratado de afrontar en su Comité Federal los casos de corrupción que últimamente han surgido en sus filas. Es verdad que ha actuado con rapidez expulsando a los presuntos culpables; en eso, evidentemente, se diferencia del PP que, sin remontarse a clamorosos casos del pasado, actualmente mantiene como militantes y/o en sus puestos a acusados en distintos grados de los respectivos procesos. Pero también hay que decir que con eso no basta, que no es suficiente; tampoco basta con las medidas propuestas por Sánchez en el Comité Federal. Porque, en mi opinión, parte de un diagnóstico precipitado: está por ver si, como sostienen sus dirigentes, el caso afecta únicamente a tres personas que ya no pertenecen al partido, o hay ramificaciones que aún no se conocen; porque la corrupción implica actuaciones sobre la obra pública que depende de la Administración dirigida por el Gobierno, dirigido, a su vez, por el PSOE.

Por otra parte, las 13 medidas propuestas por Sánchez en el Comité Federal no parece que vayan a remover los cimientos partidarios, suenan más a burocracia que, como debería ser, a pilares robustos de un proyecto de renovación de aspectos fundamentales, tanto en lo organizativo como en lo ético. Queda mucho por hacer en ese sentido y el PSOE, si quiere ser sincero en su propósito regenerativo, no debería conformarse con esas propuestas.

Y es así como llegamos al Pleno parlamentario del día 9.

La exposición y las respuestas del presidente del Gobierno, si no convencieron del todo a los socios de investidura, fueron suficientes para permitirle continuar; hay quien dice que ha sido una cuestión de confianza sin votación que ha superado. ¿Es porque ha hecho propuestas convincentes? En parte sí, pero más bien el mérito es del PP que ha provocado el rechazo de los partidos que apoyan al Gobierno con su empeño en atacarles y en la bronca, el insulto, el lenguaje tabernario y, por parte de su “líder” Feijóo, el recurso a lo más bajo: recordar los supuestos negocios del difunto suegro del presidente para implicar a este en asuntos de prostitución. ¿De dónde saca Feijóo la “información”? Veámoslo.

El 22 de agosto de 2014 el entonces Secretario de Estado de Seguridad Francisco Martínez Vázquez –que el pasado día 5 de julio salió de la cárcel y quedó en libertad provisional- mantiene unaconversación con el comisario Villarejo (¡hombre, Villarejo por aquí!) que le pone al corriente de que el difunto padre de la esposa del Presidente tuvo en el pasado negocios de saunas en Madrid lo que a Francisco Martínez le parece un buen filón: “Esto mataría a cualquiera” dice; a renglón seguido, Manos Limpias (¡hombre, Manos Limpias por aquí!) interpone la consabida demanda que tres magistrados de la Audiencia Nacional resuelven el 28 de junio de 2024 asegurando que se trata de una “actividad privada lícita”, y afirman que en esos locales no se ejercía la trata ni la prostitución. El PP y su presidente no pueden ignorar esto, que es público como todas las sentencias pero, a pesar de ello, lo utiliza sin importarle que la dignidad de quien dice estas cosas desde la tribuna del Congreso, y la del partido que representa, quede, otra vez, por los suelos; porque lo que importa es el desprestigio del adversario aunque sea con mentiras: a fin de cuentas, la inmensa mayoría de sus votantes no va a entrar en los detalles y, en palabras de la nueva portavoz del PP en el Congreso: “Nosotros tenemos informaciones periodísticas. No hace falta que haya pruebas absolutamente de nada”. ¡Ahí queda eso, el PP da todo el valor al bulo y desprecia una sentencia judicial!

Probablemente las próximas elecciones generales las ganará el PP; no me creo que no vaya a acordar con Vox la investidura, la legislatura o lo que haga falta. Y tampoco creo que sea Feijóo el próximo presidente del gobierno, hay que esperar el dedazo de Aznar que de aprovecharse del dinero de la corrupción sabe mucho: parte de la faraónica boda de su hija la pagó Francisco Correa, jefe de la Gurtel.

En cuanto al PSOE tiene por delante un desierto enorme y muy duro. Como todos los partidos tiene sus fieles que votarán por él haga lo que haga; pero no obtendrá ni uno más y, por tanto, no podrá ganar elección alguna, con su actual dinámica de paños calientes, de ir respondiendo a los acontecimientos según vayan saliendo a la luz asuntos más o menos comprometedores.

Además, precisa actuaciones valientes y radicales que lo regeneren por dentro; métodos que descubran prontamente a los arribistas y a los presuntos corruptos; normas que establezcan el debate interno desde abajo, es decir, dando a los militantes la palabra y, en lo que les corresponda, el poder de decisión mediante cauces ágiles.

Y cuando llegue el momento de cambiar de dirigentes, a los ciudadanos de a pie, nos queda seguir el consejo de Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE y de la UGT, consejo que vale para todos los partidos: “Hay que elegir a los compañeros más honrados e intachables, y luego hay que vigilarlos como si fueran unos ladrones”. Esa es nuestra responsabilidad.

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