
GETAFE/Tribuna con acento (19/09/2025) – La juventud, en tanto categoría social y etapa vital, ha sido históricamente concebida como referente de transformación, cambio y esperanza. Sin embargo, no puede abordarse como una realidad homogénea. Las condiciones materiales, culturales y políticas que atraviesan los jóvenes varían significativamente según su procedencia de clase social, género, etnia o territorio, marcados por profundas desigualdades. La juventud hoy, se enfrenta a una gran paradoja, es la generación con más acceso a bienes y servicios, a redes de formación, pero también, es una de las más polarizadas y precarizadas, con muchas dificultades para su emancipación. Si bien muchos jóvenes muestran un potencial transformador, con una tendencia moderada hacia la izquierda. Sin embargo, ante la incertidumbre de futuro en un mundo en transición y un cierto desencanto de respuestas institucionales a sus verdaderas necesidades, ha habido un crecimiento del voto joven e ideas hacia la derecha y la extrema derecha.
GRAN PARTE DE LA JUVENTUD ESPAÑOLA SE IDENTIFICA CON VALORES PROGRESISTAS.
Muchos jóvenes muestran simpatía por opciones alternativas o se movilizan en redes sociales más que en estructuras partidistas, especialmente en temas como el cambio climático, el feminismo, los derechos LGTBIQ+, la implicación en el 11 M y la justicia social. Así lo viene a registrar el CIS (Centro de Investigación Sociológica): indica que los jóvenes de entre 18 y 29 años tienden a posicionarse ligeramente más al centro izquierda que el promedio poblacional. Según el Instituto de Juventud (2024), el interés político juvenil ha crecido significativamente. La participación no convencional también ha crecido: las tasas de participación en huelgas, manifestaciones y actos simbólicos de solidaridad…, lo cual indica una juventud activa que busca nuevas vías de intervención social y política. Si bien el compromiso con la igualdad y el feminismo sigue presente, se observa una regresión del apoyo, especialmente entre chicos al feminismo.
JÓVENES FRUSTRADOS EN SUS EXPECTATIVAS.
Estamos ante la emergencia de sectores “neoconservadores” que aprovechan la indignación de la juventud ante el paro, la falta de acceso a la vivienda o la incertidumbre, para conseguir adeptos. La extrema derecha, no plantea alternativas ni soluciones a esta problemática, ofrece respuestas simplistas con apariencia de seguridad y certeza: “el patriotismo”, “la identidad religiosa occidental”, “negacionismo climático”, el antifeminismo o simplemente relacionando la inseguridad ciudadana con el hecho migratorio … Convierten, deliberadamente, la indignación y frustraciones sociales en sentimientos antisistema, en odio y xenofobia. Son grupos que crean corrientes de opinión perversas, especialmente en TikTok, YouTube y otras redes, con influencers y políticos, cuentan con financiación extraordinaria de grupos “neoconservadores”. Aunque los datos son aproximados, según las encuestas, más de un tercio de los jóvenes votan a partidos de la derecha (20%) y/o a la extrema derecha (13%). Un porcentaje relevante de jóvenes entre 25-34 años piensa que la democracia no es siempre el mejor sistema en algunas circunstancias.
VIEJOS Y NUEVOS RETOS.
Implicarse por reencantar la EDUCACIÓN: afrontar el abandono escolar temprano, una educación laica de calidad, potenciar la Formación Profesional, la atención individualizada al alumnado con necesidades educativas especiales o con dificultades de inclusión. El compromiso contra el paro y la precariedad por un “EMPLEO Y SALARIO DECENTE”. Importa destacar que esta problemática afecta con mayor intensidad a los jóvenes menos cualificados, trabajar por la reducción de la jornada laboral. Es necesario implicarse en los colectivos y movimientos por el acceso a un VIVIENDA DIGNA defendiendo el alquiler social o la vivienda de titularidad pública; afrontar la SALUD MENTAL de los y las jóvenes, ante la angustia emocional y el sentido vital de la existencia; romper las soledades y las adicciones digitales. Uno de cada tres jóvenes se encuentra en situación de SOLEDAD NO DESEADA. Hay que tener en cuenta que, las redes sociales son un instrumento generalizado de construcción y socialización identitaria. Apostar por el OCIO ALTERNATIVO, donde se da la creatividad, el arte, la belleza compartida. Son situaciones, todas ellas, que están contribuyendo a que la edad de emancipación de los jóvenes alcance a 30,4 años.
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES NO NACEN ESPONTÁNEAMENTE.
Necesitan: construir narrativas claras que conecten con la experiencia cotidiana de la juventud; crear estructuras democráticas, horizontales y transparentes para mantener cohesión y confianza: formar liderazgos colectivos que eviten el personalismo; usar redes sociales sin depender únicamente de ellas, combinando lo digital con actividades significativas en la calle. Es importante crear alianzas con sindicatos, organizaciones comunitarias y académicos para fortalecer la voz juvenil y evitar los estereotipos y redactar propuestas concretas en la escala local, es decir, pasar del lamento a la acción, a la propuesta.
LA URGENCIA DE RECREAR EL HUMANISMO: “EL DESTINO COMÚN”
Es necesario construir un nuevo humanismo que tenga en consideración las necesidades actuales del ser humano y del planeta Tierra. Un humanismo que dialogue con otro humanismo de raíces diversas. Un humanismo que avance inexorablemente hacia la equidad y protagonismo de la mujer. Reivindicar la libertad personal estrechamente relacionada con la dimensión comunitaria. La pasión por un mundo vivo debe abordar múltiples dimensiones: sociales, políticas, económicas, culturales y tecnológicas. Ello requiere una reeducación de la conciencia moral, como dirían los clásicos, “nada de los verdaderamente humano nos debe ser ajeno”. La ética relacional debe ser el eje vertebrador de un nuevo modo de habitar el mundo, más justo, más compasivo y más sostenible. Se precisa asimismo coherencia en la política y en los políticos, erradicar la corrupción y fortalecer la trasparencia democrática en las instituciones.
INDICADORES Y SEÑALES PARA NO PERDERNOS EN EL CAMINO.
Este viejo y nuevo enfoque, tiene que responder a los desafíos actuales —como la crisis ecológica, la desigualdad social, la pérdida de sentido y la deshumanización tecnológica, la irracionalidad de la guerra — con una visión más ética, integral y solidaria. Se trata de ver al “otro” no como un rival, sino como un semejante con quien construir comunidad. Son necesarios: el diálogo intercultural e interreligioso: valorar las diferentes visiones del mundo para enriquecer nuestra comprensión común; la justicia social: luchar contra la exclusión, la pobreza y cualquier forma de discriminación; la interdependencia radical entre los seres humanos más allá de los límites de frontera una relación armónica con la naturaleza, no de dominación sino de cuidado y reciprocidad; reconocer que los derechos humanos universales, están ligados a los derechos de la Tierra: Desde esta perspectiva ética, el ser humano no se constituye en el aislamiento sino en el vínculo con los otros.