La barbarie nos alcanzará a todos

IA

«Sin embargo, el mundo no ha aprendido. Muchos de nosotros estábamos convencidos de que al menos una lección habría sido aprendida: que nunca más habría guerra, que el racismo es una estupidez y que la voluntad para conquistar las mentes o los territorios de otras gentes es algo sin sentido… ¿aprenderá el mundo alguna vez?»
Elie Wiesel, judío, Premio Nobel de la Paz y superviviente de los campos de exterminio nazis.

GETAFE/Todas las banderas rotas (01/09/2025) – Luis García Montero nos recuerda la frase de Adorno: “Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”, pero también la necesidad de la palabra ante las infamias de la historia, idea que recoge de la escritora mexicana Lilvia Soto.

Sostengo que las palabras –siempre necesarias- ya no son suficientes; que hay que gritar, que hay que coger por las solapas a cualquiera que pueda hacer algo –¡aquí sí, señor Aznar!- y exigirles que se dejen de palabras y hagan lo que deben hacer por pura exigencia moral: parar la guerra de Gaza. Ni al genocida Netanyahu, ni al egoísta Trump se les puede permitir por más tiempo que sigan calculando cuáles son sus intereses, hay que ponerles delante de su responsabilidad histórica: las siguientes generaciones no les recordarán como políticos, sino como criminales.

Digo que no bastan las palabras pero sí hay que reivindicarlas para nombrar a las cosas por su nombre. El gobierno ultraderechista de Israel, dirigido por el genocida Netanyahu y apoyado con toda su fuerza militar, económica y política por su cómplice Trump, está llevando a cabo una limpieza étnica planificada y sistemática contra un pueblo entero (de ahí que solo se pueda llamar a eso genocidio). Y lo están haciendo con una crueldad que solo puede estar cimentada en una venganza: la que proviene del holocausto, la masacre que llevaron a cabo los nazis sobre los judíos; lo que añade más crueldad a lo que está ocurriendo es que los palestinos no tuvieron nada que ver con aquello.

Eso sí, parece que los judíos de hoy quieren demostrar que lo hacen mejor que los nazis. No tienen necesidad de recurrir a eso tan engorroso de los campos de concentración y los hornos crematorios, la tecnología actual les da a los asesinos de hoy recursos que no tuvieron los nazis; el gobierno israelí está utilizando la inteligencia artificial y algoritmos que sistematizan dónde y cuándo tirar sus bombas y misiles para ser más eficaces a la hora de matar a la población civil.

Pero también recurre al sistema más clásico: el francotirador que elige a su víctima, desarmada e indefensa, y dispara a placer, sistema que Israel está utilizando preferentemente contra niños según documenta la BBC que ha realizado una investigación en la cual asegura que de los 168 casos analizados de niños que recibieron un disparo, 95 fueron alcanzados en la cabeza. Estos hallazgos dan cuenta de la existencia de un posible patrón, no parecen fruto del azar.

Lo que está detrás de esta barbaridad es acabar con una generación entera de palestinos. Y esto se demuestra escuchando a los más ultras de los dirigentes israelíes: El ex diputado de extrema derecha israelí Moshe Feiglin pidió la ocupación completa de la Franja de Gaza, argumentando que “cada niño, cada bebé en Gaza es un enemigo”, “ni un solo niño palestino debería permanecer aquí”; «Cada niño que amamanten ahora (en Gaza) matará a tu hijo 15 años después».

Por su parte, el rabino Meir Eliyahu llama a exterminar a todos los niños: “No se debe tener piedad con los niños de Gaza, así lo quiso Dios”.

Otra de las armas que utiliza el gobierno asesino de Israel es el hambre: protesta porque Hamas muestra a uno de los rehenes con claras muestras de desnutrición mientras impide que entre todo tipo de ayuda humanitaria en la Franja desde hace meses.

El ministro israelí de Patrimonio, el ultraderechista Amihai Eliyahu, negó la hambruna en el  enclave palestino: “No hay hambre en Gaza”, afirmó. “Y no tenemos que preocuparnos por el hambre en la Franja, que el mundo se encargue de ellos. Ninguna nación alimenta a sus enemigos. Nos hemos vuelto completamente locos”, “tienen que sufrir hambre”.

La ensayista francesa Caroline Fourest ha dicho: “No se puede comparar el hecho de que hayan muerto niños deliberadamente como hizo Hamás, y el hecho de matarlos involuntariamente como hace Israel”. Primero: Israel no los mata involuntariamente; segundo: hay que oponerse a esta barbaridad, hay que decir que no hay muertos de distintas clases, que jerarquizar los muertos según sean palestinos o israelíes es racista y demuestra una extrema bajeza moral. Por el contrario, Mahmoud Darwich (1941-2008), según algunos el poeta árabe más grande de nuestro tiempo, dejó escrito: «Cuando libréis vuestras guerras, pensad en los demás / (No olvidéis a los que piden la paz)».

Volvamos al principio. Si Trump y Netanyahu están actuando como lo hacen es porque no están solos. Hay dirigentes políticos de eso que llamamos “la comunidad internacional” que se lo están permitiendo, que se reúnen y hablan pero no hacen lo que podrían y deberían hacer para evitar este desastre. Pero lo más terrible es que esos dirigentes hacen lo que hacen porque tienen detrás, en cada uno de sus países, millones de personas que les votan. En concreto, en nuestro país, en nuestra España, el PP y Vox apoyan los crímenes de Israel: ¿debemos pensar que los millones de votantes de ambos partidos están todos de acuerdo con lo que Israel y Estados Unidos les están haciendo a los palestinos? Yo no puedo creerlo, estoy convencido de que la mayoría de las personas que votan al PP y a Vox son personas que sufren cuando ven morir a tantos civiles inocentes, a tantos niños desnutridos que mueren porque sus padres no tienen con qué alimentarles, son personas que no comparten el odio de los dirigentes israelíes que están manteniendo esta guerra de exterminio, son personas cuya conciencia no puede admitir tal demostración de inhumanidad.

La excusa de millones de alemanes que dijeron no haberse enterado de lo que hacían los nazis, hoy ya no puede servir para nadie porque todos lo estamos viendo diariamente en directo. Por eso, la única posibilidad de acabar con la guerra es que los votantes de los partidos que siguen a Netanyahu y a Trump, en España, en Europa y en el resto del mundo, escuchen a su conciencia y exijan a sus líderes que dejen de apoyarles, que les digan que no quieren ser cómplices del genocidio que están perpetrando, y que si no lo hacen, se lo harán pagar en las urnas, no les votarán en las próximas elecciones. Así se demostrará el valor del voto.

Tengamos muy presente que en Gaza y Cisjordania no solo están muriendo los palestinos. Israel, con la complicidad imprescindible de Estados Unidos, y la desidia igualmente cómplice de Europa, está matando toda la estructura que hasta ahora sostenía el orden legal en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial; si no paramos a Israel no quedará nada del derecho internacional, del derecho humanitario ni de las organizaciones que hacían posible su existencia.

Si no reaccionamos, si permitimos que tanta inhumanidad quede impune, todos nosotros habremos caído en la barbarie.

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