
GETAFE/Varios (14/11/2025) – Es muy común ir a un supermercado y encontrar la fruta en bolsas de malla. En concreto, algunas como el limón o la naranja suelen venir presentadas de esa forma, así como ocurre con otros vegetales: el ajo o las cebollas, entre ellos.
De meter las frutas en esas bolsas de malla se encarga la enfundadora, una máquina polivalente que puede trabajar con pimientos, cebollas, ajos, uvas, calabacines, tomates, etc.
Buena parte de las compras de fruta, alrededor del 40 % según los datos de los distribuidores, se lleva a cabo en los supermercados. En estos lugares, aquella fruta que va en mallas es mucho más fácil de manipular tanto para los empleados de los establecimientos como para los clientes.
Estos últimos solo tienen que coger la malla de naranjas y ponerla en el carro, sin necesidad de colocarse un guante, sacar una bolsa, rellenarla, pesarla y cerrarla. A su vez, para aquellos que trabajan en los supermercados también es más fácil mover las mallas, puesto que estas evitan que la fruta se caiga al suelo, como ocurre a veces cuando va en cajas.
Hay frutas que son más frágiles que otras, como es el caso de las uvas o los tomates. Además, las uvas, sin una bolsa de malla u otro tipo de envase, no mantendrían el racimo unido.
Aquí, la malla actúa como protección, evitando arañazos y algunas magulladuras. A su vez, es una forma de envasar que impide que se acumule la humedad (y previniendo así que las frutas se pudran o que salgan hongos en su superficie).
Para los productos que adquirimos en los supermercados la imagen es muy importante, y esto sucede también con la fruta.
Una bolsa de malla le da un valor suplementario, una mejora de la presentación que los clientes percibimos como algo muy positivo. De hecho, se puede decir que esta bolsa nos hace pensar que estamos ante un producto mejor o delante de uno más cuidado.
Además, muchas personas prefieren comprar así la fruta, evitando tener que manipularla, pesarla, etc. Ya en casa, la bolsa de malla hace que el almacenamiento sea muy sencillo, pues gracias a ella las naranjas o los limones no acaban desperdigados por todas partes.
Ser sostenible es algo cada vez más importante para las empresas, y las de alimentación no son la excepción. De esta manera, las bolsas de malla son más ecológicas que las de plástico, por la simple razón de que usan menos material.
Usando la bolsa de malla se reduce la cantidad de plástico necesaria a la hora de envasar las frutas, de manera que se contribuye así a mejorar el medioambiente.
Muchas de estas bolsas de malla se pueden reutilizar, en especial las más tupidas. De hecho, no es raro ver a los amantes de las setas cargar aquellas que han ido recolectando en esta clase de bolsas.