Nuestro particular Belén

GETAFE/Esperando el meteorito (22/12/2025) – Sinceramente, no sé si lo he soñado, me lo han contado o, de verdad, lo he visto; el caso es que ha quedado grabada en mi cerebro la imagen de un Portal de Belén que responde fielmente al mundo que nos rodea.

Para empezar, los padres de la criatura, de origen palestino, vivían en un minipiso de 16 metros cuadrados, ubicado en un antiguo local comercial dividido en 8 mal llamadas viviendas por un “casero” sin escrúpulos. Alrededor de la puerta abierta para tener aire, se arremolinaban vecinos, curiosos y paseantes, acompañados por un rebaño de ovejas bípedas, todas con la misma ropa, peinado y gestos que, en vez del clásico balido de “beeee, beeee, beeee”, proferían un significativo “broooo, broooo, broooo”.

A un par de calles de allí, con paso parsimonioso y siguiendo la estela que dejaba en su caída un brillante meteorito, se acercaban los tres Magos malignos que respondían a los nombres de Trump, Putin y Netanyahu, mientras el pobre Baltasar, aún estupefacto por su inexplicable y súbita expulsión, trataba de explicar qué era eso de la mirra a sus compañeros de celda en una mugrienta cárcel de El Salvador.

Completaban el cuadro una serie de figurantes que daban (o quitaban) ambiente al cuadro: Un grupo de duendes malvados, que pintaban todo de verde Grinch, iban quitando los juguetes a los niños pobres; invocando no sé qué tradiciones de los tiempos de los Reyes Católicos, Torquemada y otros monstruos más recientes con maldad químicamente pura y una crueldad extrema por bandera; quemándolos con saña en una pira descomunal en el centro de la Plaza Mayor. Traficantes de sentimientos y emociones, que se aprovechan de los nobles deseos de gente de bien, para sacarles todo el dinero que puedan mediante la venta de crecepelos, humo envuelto en perfume que disimulaba su ponzoña y juegos de manos tramposos para desvalijar al incauto espectador.

Vendedores de juguetes peculiares: Isabelita, la Barbie Frutera y su novio Albertito Quirón, el negociante llorón, con su mascota Mar-tini de pelo blanco y un barrilito de güisqui al cuello; la colorista Ruleta trucada de los Jueces Caprichosos, que sentencian siempre para el mismo lado; o tableros de la CurruptOCA, que tiene los tesoros de verdad, pero te llevan a una cárcel de la que no se sale en tres turnos. En fin, toda una distopía infundada que espero que pase pronto, si no, no voy a poder comerme tranquilo los turrones y los mazapanes… ¡¡Ah, no!! Espera, que soy diabético.

Vale, fuera de bromas, os deseo que en estas fiestas se cumplan vuestros mejores deseos (y los malos también), y que el 2026 traiga vientos que despejen el cielo mundial de los oscuros nubarrones que se ciernen sobre nuestras cabezas.

Redacción Getafe Capital

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.