Dos semanas que estremecieron la educación

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Como siempre han esperado al último momento para comunicarlo. El último momento en este caso es el 30, así que vacaciones en stand by. Algo podíamos intuir días antes. Pero nadie hubiera apostado que lo llevarían tan, tan lejos. Era demasiada barbaridad.

Las redes sociales en esto sirven y no lían demasiado. A las tres horas hay treinta, cuarenta en la asamblea. Que no es espontánea. Que es la herencia del Miguel. Porque la misma noticia la sabían otros por ahí pero la dinamita la guardamos en nuestro centro. Y somos nosotros los que sabemos cómo prende esta mecha.

¿Lo más difícil? Materializar lo que se habla. Lo he visto en organizaciones, sí. Pero nunca sin ellas. Hasta ahora. Creo que todos éramos conscientes del difícil equilibrio entre la caer en la nada o verse arrastrados por la marabunta. Que tres días más tarde hubiera 160 de muchos sitios era tan sorprendente como inquietante.

Hemos creado una hidra. ¿Sabremos manejarla?

Pues sí. De estas veces que algo realmente complejo sale bien. Mejor no miramos atrás, no sea que se trate tan solo de un buen sueño. Durante tres días hemos acumulado materia sin cesar y sin mirar, como un dique. Cuantas más personas, mejor; cuantas más iniciativas, mejor. Más sacos. Como en Chernobil cuando estalla el número cuatro; como los liquidadores. Remangados contra el director de la DAT.

Eso es jueves, viernes, sábado y domingo. Pero la asamblea del lunes es un embudo por el que todo tiene que pasar. Si no presionamos lo suficiente la energía acumulada no pasará. Pero si empujamos demasiado hacia abajo, fijo que revienta. Hay que darle forma al torbellino de ideas. Darle forma para que quepa. Medir tiempos, amalgamar ideas, aunar esfuerzos. Que nada se quiebre, que todo encaje.

Hay ganas. En ocasiones eso basta. La asamblea es un éxito.

El martes ya somos catalizador del movimiento. Es el nombre, es la historia, es que nos creemos lo que somos. Lo que sea, pero el Miguel ya tira del carro a toda velocidad. El enganche, el referente, la locomotora en la que todos se ven reflejados. ¡Ey. Que queremos ser como ellos!, seguro que dicen. Ellos y Bustarviejo. ¡Dan la pelea, son cañeros. Vaya huevos. Tienen ovarios de oro!

Los cucos van pero no vuelven. Les entran dudas. Seremos buenos. Se han ido porque han comprendido la situación. Vale. Ahora ya me da igual. Pero quiero pensar, me encanta pensar que han tenido un acceso, un retortijón. Y que han decidido no levantar más polvareda. Que se habrán acordado del director, del consejero, del cursus honorum que pretendían. Y que ninguno de ellos vale lo que una cara enrabietada.

Le dijimos a la cuca y al cuco que no les queríamos. Como en los bocatas de Mortadelo y Filemón. ¡No, nein, niet, achtung, danger! Tan fácil como decirles que si eran dialogantes, que se fueran. Tan fácil como ponerles frente al espejo de lo que hacían. ¿Ves? Esto que haces es lo que te define.

Estaba claro que eran el eslabón más débil. De hecho no eran eslabón. Sólo funambulistas sin red. Agarrados al trapecio con un par de dedos. Al volver a la plataforma, lógico, deciden que se quedan. Y si han cedido no debemos engañarnos. Es porque los y las que han venido se han literalmente acongojado. Se les enseñó el curro para empezar ya; se vieron las caras con nosotras. Y como al mus ¡Paso!

Bueno. Como sea. El caso es que se han ido.

Y no es menor este asunto. Es la clave de su retirada. Porque se han ido y no había más en la recámara. Seguro que han buscado debajo de las piedras. Fijo. Son así. Tienen una idea y la imponen. Como sea. Una mafia, la verdad. Pero a estas alturas ya no hay nadie que dude qué pretenden y lo que significa aceptar un cargo. Como golpear un avispero a pelo. Una locura. Si aceptas eso eres un descerebrado o te gusta meter la nariz en el culo de otros. Rien va plus. Y por eso han reculado. Porque no han encontrado descerebrados tan suicidas ni lameculos tan solícitos.

Es imposible eso. Yo no conozco ninguno en el mundo de la educación. Lo que hay de mala hierba entra en los límites de lo normal.

Hemos ganado. ¿Qué implica eso?

Implica sobre todo júbilo. El 13 fue emocionante. Lo celebramos como si fuera la primera vez. Lágrimas que lubricaban las palmas para no quemarnos las manos. Alfredo siempre elegante, pese a la tensión del momento. No es el director. Es el carisma del centro. Su presencia absorbe gran parte de la escena, la atrapa contra su voluntad. Mola Alfredo, como mola Ani. Si no existieran habría que dibujarles para que estuvieran al frente de esto.

Pero implica también que tenemos el director que queremos. Que hemos provocado la derrota del PP. Que nos hemos convertido en un símbolo. Que ahora que somos reyes comienzan nuestras preocupaciones. Que nos hemos conocido haciendo camino al andar. Que todo el mundo nos mira. Que con lo discretos que éramos, con lo que pasábamos desapercibidos y ahora una lupa encima. Que somos conscientes que esto acaba de empezar y que cuidado con los caramelos envenenados.

Yo diría que continuáramos igual. Que no procastinemos ahora. Que en realidad no hemos ganado porque con un solo centro infectado por sus sucias manos, todos estamos en riesgo severo de caer enfermos. Actuemos como si nada bueno hubiera ocurrido. Sigamos adelante con los planes que trazamos. Pillemos a esta banda con el pie cambiado. Sigamos poniendo mala hostia a su falsa buena cara.

Porque claro que van a volver. De hecho no se han ido. Les hemos golpeado pero no cesarán. Se han agazapado pero siguen mirando desafiantes, esperando de nuevo su momento. Toca agrupar fuerzas, unirse, ponerse al servicio de aquellos que aún tienen la navaja en su cuello. Son fechas jodidillas. No es fácil continuar, menos cuando el esfuerzo estos dias ha sido titánico, demoledor.Pero hay que hacerlo. De lo contrario no hará falta que nos sacudan. Nosotros mismos caeremos.

Son una mafia porque utilizan sus formas, porque pretenden arrebatarnos todo para quedárselo ellos. La educación de nuestros hijos. Nuestros hijos mismos. Como el hombre del saco. Son el coco. Yo le he dicho a Yaiza que volvía para pegarme con los malos y que finalmente los malos se han ido porque les hemos ganado. Y es verdad. Pero mientras ella duerme tranquila yo sigo con un ojo abierto. Por si las moscas atraen de nuevo a los cucos. Con un ojo abierto y un buen puñado de personas magníficas que sólo Miguel Hernández podía haberme presentado.

Compañeros, compañeras.

Seguimos en la lucha porque para eso estamos aquí.

Como el rayo que no cesa.

Un saludo fraternal.

Redacción Getafe Capital