Tiene nombre de mujer

GETAFE/Akelarre (21/04/2017) – Hoy en Akelarre podría ponerme a hablar de lo  que significa “hacerse la rubia” y de donde viene. El problema es que en nuestro país queda mucho por avanzar en la justicia social y la garantía de nuestros derechos, así que como yo (que soy rubia y no me lo tengo que hacer) voy a centrarme en otras cosas.

Comenzaba esta sección llamando al 8 de marzo para protestar contra el sistema patriarcal y capitalista que nos empobrece y nos hacen vulnerables. Y es que la vulnerabilidad, la pobreza, la brecha salarial o la precariedad, se pueden llamar también María, Josefa, Camila o  Carmen.

Cuando hablamos de vulnerabilidad  hablamos de María, que cuando la prometieron una vida feliz casada y con hijos dejó su trabajo. Hoy, cuando su marido bebe y la amenaza, no recibe ayudas para poder irse de su casa con sus hijas porque “él la mantiene” y además “no te pega”.

¿Cómo le voy a denunciar si no me pega? ¿Dónde voy a ir? ¿Cómo le doy de comer a mis hijas?
Mejor, me quedo callada y aguantando, total, todavía no me ha pegado.

Cuando hablamos de precariedad hablamos de Camila. Ella dejó su país para luchar por un futuro que esperaba que fuese mejor, y cuando llegó aquí vio que dejó a su familia para cuidar la familia de otros y otras. Por supuesto, como “el cuidado” no se pone en valor (pese a que sin él este sistema no funciona) ni contratos, ni derechos laborales, ni horario.

¿Cómo voy a denunciar al dueño de la casa cuando me toca el culo? ¿Dónde voy a reivindicar que este mes no me han pagado?
Mejor me quedo callada, a ver si me van a denunciar y  termino en un CIE.

Cuando hablamos de brecha salarial hablamos de Josefa. Ella estudió un Grado de Administración. Después de acabar sus estudios se casó y al poco tiempo se quedó embarazada. Cuando su hijo tenía 3 años empezó a buscar un empleo relacionado con sus estudios. Pronto encontró un puesto de trabajo: la contrataron de secretaria. Frente a su mesa se sentaba Luis, él era administrativo, sus categorías eran distintas, ella cobraba menos.

¿Por qué hago más trabajo administrativo que Luis y no tengo esa categoría? ¿Por qué si Luis no tiene mi misma formación no es el secretario?
Mejor me quedo callada, a ver si me va a decir el jefe que qué es eso de demandar que a igual trabajo igual salario y con las últimas reformas laborales me voy con una mano delante y otra detrás a mi casa.

Cuando hablamos de pobreza hablamos de Carmen. Ella desde jovencita se ha dedicado en cuerpo y alma a cuidar de sus hijos cuando su marido se iba a trabajar al campo, sus jornadas comenzaban de madrugada y terminaba cuando toda su familia se había acostado. Jamás ha cotizado y la pensión de su marido jornalero no le da para pagar las facturas y comer. Los pocos ahorros que entre los dos tenían se los ha tenido que dar a su hija Loreto para que no sea desahuciada.

¿Y ahora yo, con 70 años de dónde saco para mantenerme? Toda mi vida cuidando de mi familia y ahora ¿qué?

Hoy os he presentado a estas cuatro mujeres, que tienen miles de rostros. En cualquier calle o transporte podemos ver a Carmen, Camila, Maria o Josefa. Incluso si nos miramos al espejo puede ser que las veamos.

Para cambiar estas situaciones no solo necesitamos políticas destinadas a “la mujer”, necesitamos una transformación económica que garantice la justicia social, un modelo donde la vida sea el centro, no la supervivencia. Cuando hablamos de feminismo, hablamos de emancipación, cuando hablamos de emancipación hablamos de dignidad.

Viendo la vida en rojo y morado, militante del PCE y de IU