A votar, a votar, a votar…

Es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”.
¿Y la europea?”
M. Rajoy

GETAFE/Todas las banderas rotas (14/05/2019) – Hay quien piensa que, de forma prácticamente automática, en las próximas elecciones del día 26 se repetirá el resultado del mes pasado. Pero, si entonces el riesgo para la izquierda era el exceso de confianza que llevara a la abstención, ahora ese riesgo se incrementa porque tanto en las elecciones municipales, como en las autonómicas y europeas, el sistema resulta mucho más proporcional que en las generales y, dado que la distancia entre el bloque de la derecha y el de la izquierda no es muy grande, entra dentro de lo posible que se repita lo ocurrido en Andalucía.

Y lo que nos jugamos en esta ocasión es tanto o más importante que lo que estaba en juego el pasado 28 de abril. Veamos por qué.

Las elecciones al Parlamento Europeo (PE) son vitales porque la UE es el área donde los derechos humanos, la libertad, la solidaridad, la cohesión social y la prosperidad económica están más avanzados que en ninguna otra parte del mundo, a pesar de todos sus defectos y carencias que son muchas por lo que habrá quien diga que falta mucho para llegar a una situación medianamente satisfactoria. Y yo le daré la razón. Y, precisamente por eso, porque hay mucho que hacer para que la UE deje de ser simplemente un mercado y llegue a configurarse, tal como la concibieron los fundadores -Schuman, Monet, Spinelli, Adenauer- en un conjunto de naciones democráticas con un gobierno federal, es absolutamente necesario impedir que entre en el PE la ultraderecha que, sin complejos, dice que quiere llegar a las instituciones europeas para acabar con ellas. Hay que conseguir que la ultraderecha no sea dominante en Europa para que no pueda condicionar sus políticas.

Precisamente porque hay mucho que mejorar en la UE, porque hay que conseguir que sea más democrática y solidaria, porque eso no será posible si la ultraderecha gana, hay que votar masivamente a las candidaturas de izquierda para el PE.

En cuanto a las CCAA, hemos de tener en cuenta que son las que tienen competencias, prácticamente exclusivas, en los ámbitos en que el estado de bienestar se manifiesta de manera más palpable: sanidad, educación y dependencia muy claramente, pero también muchas otras. Es decir, si la ultraderecha tiene ocasión, no ya de gobernar en ellas, sino simplemente de influir, veremos mermar derechos y libertades. Estamos sufriendo aún –y lo que nos queda- las consecuencias de los llamados “recortes” del PP hechos cuando aún no se había aliado con Vox: vista la foto de Colón y lo que está ocurriendo en Andalucía, ¿qué podemos esperar? Actuemos en consecuencia, votemos a la izquierda.

Una vez apuntadas muy someramente las razones por las que es absolutamente necesario el voto de izquierda al PE y a las CCAA, quiero dedicar una reflexión más amplia al ámbito municipal porque la ciudad reúne, mejor que ningún otro ámbito territorial, las condiciones que deberían servir para revitalizar la democracia y la participación, haciendo así posible la recuperación de la confianza en las instituciones.

Una primera consideración que me interesa hacer tiene que ver con lo que todos los partidos llaman “programa” sin referirme a ninguno en concreto, ni siquiera a los de los partidos que se presentan en Getafe. Salvo excepciones, eso que los partidos presentan son, como mucho, planes de actuación inconcretos, cuando no cartas a los reyes magos. Un programa es un plan puesto en el tiempo porque una acción, un proyecto o un conjunto de acciones no pueden recibir el nombre de programa si no van acompañadas de un cronograma, esto es, su duración, cuando se iniciará y cuando finalizará, no vale el inconcreto “durante la legislatura”. Y, si estamos hablando de programa “electoral”, debe incluirse además ineludiblemente el coste o el dinero que se va a dedicar a cada acción.

Pero lo que nos encontramos en los llamados programas son puntos que se inician con frases del tipo de “Nos comprometemos a…”, “Apostamos por…”, “Impulsaremos…”, “Pondremos en marcha…”, “Vamos a construir un espacio…”, “Seguiremos defendiendo…”. Es decir, buenas intenciones, brindis al sol; en todo caso, propuestas de las que muy difícilmente se podrá comprobar su cumplimiento y, en el terreno económico, imposibles de fiscalizar.

Otro asunto: para no llamar a engaño a la ciudadanía, hay que distinguir escrupulosamente lo que corresponde y puede hacerse desde el ámbito municipal y lo que es competencia de otras administraciones; no es honesto decir que se va a hacer tal cosa que es de competencia de la Comunidad Autónoma y, cuando no se consigue, culpar a la CA y colgarse una medalla.

Entrando someramente en Getafe, me parece obligatorio apuntar un par de cosas. Se presentan en nuestra ciudad ¡11 candidaturas! Sin negar la buena intención de nadie ni, por supuesto, el derecho de cualquiera a reunir a unos amigos, formar un “partido” y presentarse a unas elecciones: ¿Es sensato hacerlo a sabiendas de que se perderán miles de votos? ¿Cuánto hay de personalismo puro y duro, de egos enfrentados en muchas ocasiones? Se equivoca la izquierda -porque la mayoría de esos 11 partidos se reclaman de izquierda- al desaprovechar ¡otra vez! la oportunidad de unirse; sería chistoso si no fuera trágico que alguno de esos partidos se presente argumentando que le motiva la unidad de la izquierda… ¿pretenden engañarnos o se engañan ellos? Parece como si le estuvieran echando un pulso a las derechas en cuanto a la posibilidad de dividirse, diríase que no pueden permitir que les arrebaten esa capacidad de fragmentación que ha sido la seña de identidad de la izquierda desde siempre. ¿Es que la experiencia reciente no va a servir de nada? En abril bastante más de trescientos mil votos de izquierda fueron a la basura; en mayo, en Getafe, tiraremos, según algunos cálculos, unos 10.000.

Así que tengo que volver a hacer un llamamiento a la unidad de la izquierda como medio de evitar que puedan gobernar las derechas, incluida la ultra. Porque aunque parezca ahora, en la campaña electoral, que están divididas, es seguro que se unirán para repartirse el poder. Por eso es necesario, es vital, que si los dirigentes de los partidos de izquierda no son capaces, como parece, de presentarse unidos, los ciudadanos, la gente, volvamos a demostrarles que sabemos muy bien lo que nos interesa: un Parlamento Europeo en que la izquierda tenga mayoría y gobiernos de izquierdas en la Comunidad de Madrid y en el Ayuntamiento de Getafe.

A los partidos –a todos, sea cual sea su ideología– les diría que no nos tomen por niños o por tontos. A los ciudadanos –a todos, sea cual sea su ideología– a votar, a votar, a votar en masa.