Rebelión a bordo del barco de Rajoy

La tormenta que ha caído sobre el PP tras las elecciones municipales del pasado domingo, en las que los populares perdieron numerosas mayorías absolutas y plazas históricas, parece que no moja a Mariano Rajoy, que sigue cuasi impertérrito viendo llover. Tras el varapalo sufrido y la decepcionante rueda de prensa que dio el presidente del Gobierno (la primera en tres años), no han faltado voces discordantes que han puesto a Rajoy en un brete y hacen tambalearse su liderato.

El primero en abrir la veda fue el presidente de Castilla y León que le pidió a Rajoy que «se mirara al espejo» antes de tomar la decisión de ser candidato en las elecciones generales que se propondrán en un principio para noviembre. Pero después vinieron otras críticas, como la de uno de los delfines que suena para sucederle Núñez Feijoo que pide una «autocrítica que no se quede solo en palabras», unidas a marchas de barones como Alberto Fabra en Valencia, Luisa Fernanda Rudi en Aragón o José Ramón Bauzá en Baleares. Ante el previsible pacto de la izquierda que les desbancaría, muchos optan por bajarse del barco.

En su discurso homogéneo del lunes en el que no contemplaba modificaciones en el partido tras la debacle electoral, se han comenzado a abrir grietas y hoy ya matiza que podría haber novedades en la dirección. «En el partido iremos tomando las decisiones que sean más oportunas y convenientes para presentarnos de la mejor forma posible a las elecciones generales», pero no anticipará nada más. Sí ha reconocido problemas en la «comunicación» de sus propuestas; pero muchos miembros del Partido Popular van más allá y cuestionan no solo la forma de comunicar, sino la estrategia que se ha llevado en los últimos meses, donde el discurso económico, casi agotado, ha centrado toda la actualidad.

A Rajoy se le ha abierto una vía de agua en la bodega del barco. De las decisiones que tome de aquí en adelante dependerá que el barco siga a flote. Con o sin capitán.

 

Raquel González - Directora Getafe Capital