¿Por qué no me hace caso?

Que no, que no entiendo por qué no me hace caso, y mira que se lo explico.

GETAFE/Educa… que algo queda (26/05/2017) – ¿Qué le pasa al niño que no es capaz de entender que las cosas no se piden llorando o por qué no deja de coger rabietas cada vez que le niego algo?

No hace mucho tiempo, porque el tiempo de la ciencia es muy distinto que el de Internet, un gran neuropsicólogo portugués, Antonio Damasio, explicó cómo la cosas que sentimos y nos emocionan, funcionan un poco distinto a como hemos pensado, y aún mucha gente piensa.

Siempre tuve una pregunta que me hizo leer sobre el tema de hoy: “¿Por qué yo lloro cuando te veo y tú cuando me voy?”. Cada uno tenemos unos registros emocionales determinados en gran parte por el temperamento que heredamos, por la educación que recibimos y por las interacciones sociales y afectivas que desarrollamos y siempre hemos pensado que porque estamos emocionados, lloramos o se nos ponen los pelos de punta, pero, parece que esto no es así, sino que tenemos unas percepciones que nos hacen sentir (aquí los pelillos de punta) y a eso lo llamamos sentimiento.

Ya Papez explicó cómo ocurría esto en el cerebro y después McLean lo perfeccionó y, puede parecer que esto, en educación, no tiene ningún sentido, pero ya veremos que es importante.

Expliquémoslo primero usando el ejemplo que usa Damasio, eso si, “remasterizado” en una conversación entre neuronas y áreas cerebrales.

Cuenta Damasio que una mula (que es un mamífero con el cerebro “fisiológico” parecido al nuestro) no ha salido nunca del establo y un día sale al monte y se encuentra en el camino con una forma sinuosa que no conoce, se para en seco y al momento sigue andando, ¿qué ha ocurrido?.

Como mamífero, la mula tiene en su genética la información que han ido pasando a través de generaciones sobre las formas sinuosas y esta vez la información entra en su cerebro a través de la visión. Todos los sentidos, excepto el olfato, pasan por el tálamo que es como la torre de control del cerebro, dice dónde van las cosas que percibimos, en este caso manda al lóbulo occipital la información y a la misma vez a la amígdala que es la encargada de dirigir el sistema emocional, aquí estarían las emociones puras, primarias, entre otras el miedo, que ahora actúa de inmediato para asegurar la supervivencia y hace que el sistema motor paralice a la mula. Mientras tanto el hipocampo, que es el encargado de la memoria, se está enzarzando con la corteza cerebral para decidir qué hacer, busca formas parecidas en la memoria, analizan mejor visión, buscan elementos que completen la imagen y favorezcan la decisión, no encuentra una cabeza triangular, ni una legua bífida y sugiere a la amígdala que mande al sistema motor ponerse en marcha porque no es una serpiente, que mata, sino un palo, que es inofensivo, de paso el hipocampo lo almacena y ya está en la memoria para la próxima vez.

Responder desde la amígdala es responder emocionalmente, sin control y responder desde el hipocampo es responder racionalmente con control ejecutivo del lóbulo frontal. Por cierto que otro día hablaremos del desarrollo y de lo que puede hacerse o no, a nivel cognitivo y a qué edad se espera que esto se haga, porque de ello depende que entendamos o no a nuestro hijo cuando coge una rabieta y por tanto podamos ayudarle a sobrellevarla.

Buen día. Salud y suerte.

Redacción Getafe Capital