Hacer política no es ondear banderas

Dicen que la patria es
un fusil y una bandera.
Mi patria son mis hermanos
que están labrando la tierra.

Chicho Sánchez Ferlosio

GETAFE/Todas las banderas (14/11/2018) – Decía Rosa Luxemburgo que no hay nada más revolucionario que contar la realidad tal cual es. Por eso la derecha pone sus mayores esfuerzos en presentarnos “su realidad” de forma que se ajuste a lo que en cada momento le interese. No vaya a ser que, si conocemos “la realidad tal cual es”, nos revolucionemos…

Ahora lo que toca, lo que más debe interesarnos según consta en los argumentarios de toda la derecha, es sentirnos muy ofendidos porque Dani Mateo, durante su actuación en un programa humorístico, utilizó la bandera como si fuera un moquero. Lo que más debe importarnos a todos ahora es imbuirnos de lo trascendente y respetable que es una tela con los colores de la bandera nacional.

Por eso, según interesa a la derecha, ahora toca colgar banderas españolas en los balcones para que quede claro que hay un partido que es más español que ningún otro y es guardián de las esencias históricas. Y toca peregrinar a Alsasua para, con la excusa de homenajear a la Guardia Civil, pasear la bandera rojigualda por sus calles con el fin de demostrar que hay un partido que es capaz de ir a territorio hostil y aunar a toda la derecha española, incluida la extrema. Pero lo cierto es que el objetivo de ambos partidos es que, cuando lleguen las elecciones, ese modo de actuar les dé unos cuantos votos más sin importarles a ninguno de los dos si con esa actitud provocan más confrontación y dañan la convivencia de todos.

Y tienen muy claro que eso es lo que ahora toca y que no toca, en cambio, hablar de desahucios por medio de los cuales los fondos buitre expulsan a las familias que no pueden pagar el alquiler de sus hogares. Por supuesto, no interesa discutir unos presupuestos del Estado (no digo aprobarlos, digo al menos discutirlos y hacer propuestas) que puedan mejorar algo la vida de los españoles. Tampoco hay que hablar de que el paro no baja ni de que el salario de muchos de los que tienen trabajo no es suficiente para mantener a una familia. Y dicen que les preocupan mucho las pensiones, pero que es un problema que hay que resolver de cara al futuro, no ahora, sin equipararlas al IPC, claro. Sobre el molesto asunto de los inmigrantes, como acaba el verano y cada vez irán viniendo menos, lo mejor es dejarlo en sordina, cuanto menos se oiga, mejor. Y como ya no salen a la calle las mareas blancas, verdes, etc., no tienen que ocuparse de la sanidad, la educación, la dependencia y demás derechos sociales. Respecto a la violencia machista sobre las mujeres y niños ya se sabe que el PP es quien más ha hecho a favor de las mujeres, según dicen en sus comparecencias y escritos. En cuanto al asunto ese de la memoria histórica, los miles de muertos en fosas comunes, sacar a Franco del Valle de los Caídos…, no hay nada que hablar porque no interesa a nadie, es algo que ocurrió hace muchos años. De la corrupción, ya tal; es un asunto, nos dice el PP, que ahora no importa, que hay que esperar a lo que digan los jueces dentro de unos años porque ya se ocupa ese partido, que es absolutamente respetuoso con la justicia, de ir poniendo trabas y encargando trabajos a policías corruptos para destruir pruebas y alargar procesos.

¡De todo esto ni se ocupan ellos ni quieren que nos ocupemos nosotros!

En muy poco tiempo, en este maltratado país nuestro, han ocurrido las siguientes cosas: un juez procesa a Willy Toledo por blasfemia; Televisión Española pide disculpas porque en OT alguien se cagó en la Falange; Rosa María Mateo, administradora única provisional del ente público RTVE, califica un tuit sobre la princesa Leonor como “inadmisible”; la Sexta elimina de su página web el vídeo de Dani Mateo; algunas marcas comerciales comunican que retiran sus contratos de publicidad a Dani Mateo…

¡Estas son las cosas que ahora importan según sus intereses!

Estos ataques a la libertad de expresión y a la democracia se justifican –los justifican los partidos y medios de comunicación de la derecha- en nombre y defensa de la patria de la que la bandera es símbolo que, por eso, no puede ser mancillada. Solo por razones ideológicas nos han intentado convencer, a través de los tiempos, de que una bandera representa lo más sagrado y, por ello, merece respeto y honores; a cuento de esto, me permitiré hacer un breve apunte histórico sobre el origen de algunas banderas españolas.

La señera es la bandera oficial de Cataluña porque se adelantó a Aragón en la aprobación del Estatuto de Autonomía; cuando Aragón, que aprobó su Estatuto el 10 de agosto de 1982, quiso instaurar su bandera, Cataluña, que había aprobado el suyo el 18 de diciembre de 1979, ya había establecido en él que la catalana sería la antigua enseña del Reino de Aragón que está documentada desde 1187 cuando Alfonso II de Aragón la utilizó por primera vez; por tanto, Cataluña, que nunca fue reino, tomó como propia la del Reino de Aragón, por lo que casi podríamos hablar de una usurpación.

La ikurriña la presentó Sabino Arana, el padre del nacionalismo vasco, por primera vez el 14 de julio de 1894 en el acto de inauguración de la sociedad Euskeldun Batzokija, embrión de lo que, posteriormente, sería el Partido Nacionalista Vasco; es decir, la bandera de un partido nacionalista terminó convirtiéndose en la oficial del País Vasco.

La bandera nacional, la rojigualda, fue creada por Carlos III quien, el 28 de mayo de 1785, manda publicar una Ordenanza General en la que se puede leer: “Para evitar los inconvenientes y perjuicios que ha hecho ver la experiencia puede ocasionar la Bandera Nacional de que usa Mi Armada Naval y demás Embarcaciones Españolas, equivocándose a largas distancias ó con vientos calmosos con la de otras Naciones, he resuelto que en adelante usen mis Buques de guerra de Bandera…”. Por tanto, nació como mero instrumento utilitario para que, a distancia, se distinguiera a los barcos españoles.

¡Y, con estos antecedentes, nos exigen que respetemos las banderas, se nos intenta convencer de que merecen todos los honores y hasta debemos morir por ellas!

En fin, sostengo que la sacralización de las banderas –de cualquier bandera- va dirigida a orientar nuestra atención (a desorientar habría que decir con más propiedad) hacia lo que interesa a ellos, no a nosotros. Al menos a mí me parece mucho más defendible el derecho de expresión en general y, en particular, el de un cómico a expresarse por medio del humor que el expolio de lo público que practican muchos de los que se envuelven en una bandera –sea la que sea-, o la lucha por la desaparición de la desigualdad entre los ciudadanos de la patria que representa esa bandera.

Porque los que provocan ese expolio y esa desigualdad son los mismos que tienen como “patria” los paraísos fiscales y como única bandera sus cuentas bancarias.