Espray

GETAFE/La piedra de Sísifo (05/11/2019) – Un espray es un ingenioso sistema para contener, dosificar y aplicar líquidos; consistente en un contenedor rígido, generalmente metálico, relleno en parte por el líquido en cuestión y por un gas comprimido que desempeña el papel de propelente. Al accionar la válvula situada en su parte superior, la presión del gas empuja el líquido con fuerza que, a través de una cánula, sale al exterior nebulizado. Ofrece muchas posibilidades de uso pero, en el caso que nos ocupa, se utiliza para aplicar pintura.

Cuando el espray con pintura se emplea para embadurnar una fachada (no confundir con los grafitis, auténticas manifestaciones artísticas) en forma de mensajes de corte fascistoide, lo primero que nos pasa por la cabeza es una sensación de agradecimiento a los procesos evolutivos experimentados por la especie humana; en individuos con una marcada carencia neuronal, tanto cuantitativa como cualitativamente, su instinto primario busca usar lo primero que tenga a mano para golpear o lanzar contra algo o alguien y el tubo del aerosol, con su forma cilíndrica, se presta a ello; en esta ocasión, el uso del espray de pintura para su función real, ha supuesto el esfuerzo de quitar la capucha protectora, situar el dedo sobre la válvula, colocar el tubo en posición vertical, presionar la válvula con fuerza, soltarla, limpiarse la cara de pintura con la manga, apuntar con el orificio de la válvula, esta vez sí, hacia la pared y comenzar a trazar letras que, una tras otra, formarían un mensaje medianamente inteligible (salvo que la pintura sea del mismo tono que la pared, en cuyo caso habrá que buscar un color que sea distinto). Felicidades, acabas de hacer una pintada y puedes volver a casa orgulloso de tu conducta heroica.

Una vez descrita la parte física de la pintada, vayamos al contenido de la misma: El aspecto sintáctico tiene poca chicha, en el caso infrecuente de contener un verbo, la oración expresada será de la máxima simplicidad, dos palabras que serán sujeto y predicado, sin más; pero la mayoría de los casos ni siquiera alcanza ese nivel de sofisticación, se trataría de insultos, esputos escritos, proyecciones de frustración propia y expresiones simplonas de dos o tres palabras, que no necesitan más para retratar, no tanto a su destinatario, como a su autor.

En cuanto al mensaje en sí, salvo en los casos entrañables del tipo, Te quiero, Ramona, o de intención comercial, Vendo Opel Corsa; no merece la pena contribuir a su difusión repitiéndolo aquí; solo señalar que, en la mayoría de los casos, en el pecado llevan la penitencia y no haría mal, aún gabinete sicológico, en publicitarse junto a estas expresiones porque son potenciales clientes que, quién sabe, quizá aún puedan encontrar alivio a sus torturadas mentes.

¡Sed felices!