Airbus

GETAFE/La piedra de Sísifo (25/05/2021) – La Agencia EFE se hizo eco, el pasado 29 de abril, de una noticia, con origen en París, donde se afirmaba que, tras un 2020 lastrado por la crisis aeronáutica provocada por la pandemia COVID, Airbus volvía a la senda de los beneficios en el primer trimestre del 2021, concretamente, 362 millones de euros, con perspectivas a seguir ese ritmo durante el resto del ejercicio.

Coincidiendo con la devastadora crisis COVID, con unas cifras enormes de pérdidas, la empresa ya anunció un “plan de ajuste” que pasaba por la eliminación de miles de puestos de trabajo en Europa, que se acercaba a los 1.000 en España, con una parte en la división militar pero, posteriormente, se amplió a la división comercial debido a una brutal caída de los pedidos, sobre todo en las aeronaves de tamaño medio-grande, A-350, y gran formato, A-380 (cuya producción se ha suspendido).

Poco a poco, se ha ido “aligerando” la cantidad de puestos a desaparecer mediante traslados, más o menos “voluntarios” a otras plantas y las socorridas bajas incentivadas pero la espada de Damocles sigue pendiendo sobre las cabezas de muchos de sus empleados, sobre todo los puestos directos (e indirectos) de la planta gaditana de Puerto Real, que es donde Airbus ha puesto el ojo de una dudosa inviabilidad y el cierre, aunque se prevé un repunte de pedidos de naves de doble pasillo para 2023.

Partiendo de la inquietud de la plantilla del gigante aeroespacial, con su mayor factoría española situada en Getafe, y a raíz de estos datos, surgen algunas dudas e incertidumbres que se transforman en preguntas:

La matriz multinacional ha recibido sustanciosas inyecciones económicas, tanto de Europa como de los países donde están ubicadas sus fábricas, como compensación específica para el mantenimiento de los puestos de trabajo: ¿Cómo justifican estos despidos que han programado, ante esos países que, además, son accionistas del grupo?

A la enorme cantidad de dinero recibida, se suma una importante cartera de pedidos en la rama militar y las mareantes cifras mensuales que el ERTE supone para el Estado. ¿Se está aprovechando la crisis COVID para hacer una “limpia” en su plantilla, reduciéndola una tercera parte?

Por si fuera poco, también se están financiando, con cargo a investigación y desarrollo, los proyectos de experimentación en energías limpias, donde Airbus ha puesto el foco en la propulsión con hidrógeno. ¿Estamos pagando los europeos los experimentos en nuevas tecnologías verdes, y se traducirá en un beneficio para los que pagamos, o irán a la cuenta de resultados?

¿Tienen los trabajadores alguna responsabilidad en el bache donde ha caído la empresa (y del que ya está saliendo con bien) y, como no es así, por qué tienen que ser despedidos cuando la empresa ya está dando beneficios?

Alguien debería dar respuesta a estas preguntas y las derivadas de ellas aunque la empresa, imagino, mantendrá su política opaca para seguir teniendo a los trabajadores en un sinvivir que les fuerce a aceptar cosas que, de otro modo, no aceptarían; sobre todo ahora que se está negociando el convenio colectivo.

Procuremos no echar gasolina interior a fuego que viene de fuera e intentemos ser felices, aunque sea en defensa propia.