Cien horas en Madrid de Jon Gris

 

  • Jon Gris presenta su ópera prima, una experiencia narrativa que combina los lugares y los espacios arquitectónicos más emblemáticos del día y la noche de Madrid con las intensas vivencias que el protagonista experimenta en esta ciudad.
  • Cien horas en Madrid replantea el género romántico, actualizando sus códigos a la noche gay madrileña y planteándose si es posible, Popper mediante, encontrar el amor en una ciudad como esta.
  • Una narrativa audiovisual que traduce a palabras las imágenes que llenan cada noche Instagram o TikTok.

GETAFE/Varios (11/11/2022) – Aunque pueda parecer muy grande e inabarcable, existe un Madrid en el que sí es posible encontrarse una y otra vez con tu expareja, con amigos o con conocidos.

Ese, según relata Jon Gris, es el Madrid lgtbiq+ que refleja en las páginas de su primera novela.

La capital de España se convierte en sus páginas en el paisaje donde discurre la historia de Cien horas en Madrid, retratada como una ciudad vibrante, sensual, carnal y a la vez llena de pasión, de sensibilidad y casi inabarcable. Estas premisas y la solvente manera de describir los escenarios, emociones y protagonistas han sido suficientes para que esta primera incursión literaria del escritor madrileño se alce con el sello de calidad de “Talento Caligrama” debido a su buen hacer literario.

Como si de un diario se tratase, Gris desnuda en sus páginas a Lucas, el protagonista de Cien horas en Madrid.

Lucas es un joven escritor que, a pesar de moverse muy bien por los distintos escenarios de la ciudad, se verá inmerso en una complicada toma de decisiones a nivel personal que le hará replantearse quién es y qué busca en la vida. En palabras del autor “Lucas es un joven muy complejo, lleno de sensibilidad y con las hormonas en plena ebullición que trata de encontrar la inspiración para su nueva novela. Se encuentra en plena transición de la vida adolescente a la vida adulta, pero también se encuentra ante la dualidad de la creación artística: la dicotomía entre la belleza y el exceso, entre la razón y el subconsciente, y entre la noche y el día. Lucas tendrá que luchar frente a este antagonismo a través de la seducción que despiertan los habitantes de esta gran urbe”.

Gris añade que, en cada una de las historias que encierra esta novela, “hay algo de la energía de Fellini, hay algo de ese interés en retratar la energía y vibración de las grandes urbes mediterráneas… He pretendido recrear una suerte de “Dolce vita” a la madrileña llena de la particular pasión que tiene esta ciudad”.

De este modo, las páginas, escritas con un ritmo veloz y un lenguaje puramente audiovisual que no dan tregua al lector, se convierten en una pasarela por la que desfilan actores, políticos, intelectuales y artistas que, marcados por relaciones inconsistentes y superficiales, se relacionan entre sí a través del sexo, el interés y los efectos del Popper. “Para mí, ésta es una ciudad en la que prácticamente todo y todos están al alcance de la mano, lo que hace que nada valga nada y nada dure nada. En este teatro urbano, lleno de egos y fantasías, resulta casi imposible encontrarse con alguien que no camine bajo una enorme coraza forjada a base de reservas, cautelas y desconfianzas. Pero resulta aún más difícil todavía cruzarse con alguien que no tenga su corazón anestesiado” explica Gris.

Cien horas en Madrid, es, por tanto, no sólo el retrato de una ciudad, sino el de un estado de ánimo tan tremendamente vibrante y adictivo que resulta difícil saber cuándo uno de sus días comienza o termina de verdad. “Mi manera de narrar bebe directamente de la inmediatez de los principales canales de comunicación que nos rodean en la actualidad. Podría decir que tanto los diálogos como las descripciones de los espacios y los acontecimientos son la traducción en palabras de las imágenes que llenan Instagram o de TikTok de una noche de fiesta” dice.

De este modo, Gris ofrece una lectura poderosamente audiovisual cuyo frenético ritmo, sus diálogos asertivos y sus descripciones de la cotidianidad del día a día, nos refieren inevitablemente al lenguaje de redes sociales y mensajes de WhatsApp, conectando, de esta manera, tanto el qué y el cómo de lo narrado convirtiendo a la ciudad de Madrid en un personaje más de la historia, testigo de las vidas que lo habitan con intensidad.

En definitiva, en palabras de su propio autor, “una novela de engañosa frivolidad. De pura actualidad. Con el frenesí de la ciudad, con esa intensidad del marco temporal acotado… También con ese deseo de sexo que es deseo de literatura, de una carnalidad dentro de la ficción, hasta llegar a conexiones singulares, vitales y trascendentes”.

Sobre Jon Gris.

Esta es la primera incursión de Jon Gris en el mundo de la narrativa. Para él, viajar ha sido una constante a la que la vida le ha obligado desde pequeño. Tras vivir en los cinco continentes, se estableció durante su época universitaria en México, donde estudió Cinematografía, para asentarse posteriormente en Brasil, donde estudió Historia del Arte. Desde entonces, ha ejercido como articulista en numerosos medios escritos, a la vez que ha trabajado en el ámbito de la docencia universitaria en el contexto iberoamericano.

Extracto de Cien horas en Madrid
… No tenía claro que me gustara, lo que sí tenía claro es que me atraía. Pero Carles estaba con Ángel y nunca había sido de mi interés meterme en los líos amorosos de mis amigos. Tras mucho tiempo, esa noche tuvimos la oportunidad de hablar.
—¿Qué tal por Madrid?
—Bien, ya empiezo a estar asentado. ¿Tú qué tal? ¿Ya sabes con quién vas a follar esta noche?
—¿Yo? Si yo soy muy tímido.
—Sí, vamos, Lucas. Supertímido. Lo que Ángel me dice de tí no es precisamente eso.
—¿Y qué es lo que te dice?
—¡Que eres un ligón!
—¡Qué va! No soy ni el 10 % de lo que eres tú.
En ese momento Ángel se unió a la conversación.
—Lucas, te tiras a todo el que quieres y eso lo sabe todo el mundo.
Negué con la cabeza.
—¡Qué va! Si soy un santo.
Ángel y Carles se rieron.
—Venga, veníos al baño.
El plan de Ángel no me pareció una mala idea. Los tres fuimos hasta el baño. Ángel cerró el pestillo. Se acercó a nosotros y, como era de esperar, sacó de su bolsillo un bote de popper. La escena se repetía al completo. Probamos el olor y Ángel volvió a hablar:
—¡Liaos!
Carles y yo nos miramos. Giramos a la vez nuestras cabezas hacia la de Ángel. Ángel nos devolvió la mirada y dijo:
—Lucas, eres mi amigo, ¿no?
Asentí.
—Pues si de verdad eres mi amigo, líate con Carles, por favor.
No entendía absolutamente nada. Ángel insistió:
—Joder, liaos de una santa vez.
El popper empezaba a hacer su efecto. La cara de Carles empezaba a estar completamente roja. Me miró, sonrió, cerró los ojos y se lanzó sobre mí. Empezamos a liarnos con bastante efusividad, con tanta que por un momento el lavabo donde Carles estaba apoyado estuvo a punto de romperse. No nos quedó más remedio que trasladar nuestra intensidad sexual a la pared contraria. Empujé a Carles contra los azulejos del baño, mientras sus labios recorrían mi cuello. Agarré con fuerza su espalda y nos dejamos llevar. Era tanta la pasión con la que nos estábamos liando que la idea de que Ángel estuviera en ese mismo baño excitado y mirándonos desapareció de mi mente.
Seguimos liándonos y Ángel soltó:
—Lucas, ¡fóllatelo!
Me paré unos cuantos segundos tratando de rebobinar lo que acababa de escuchar mi cerebro. Al escuchar la voz de Ángel, la intensidad sexual de hace un momento se había apagado por completo. En ese mismo instante, solté mis labios de la boca de Carles. Me separé de su cuerpo. Me peiné, estiré la ropa, intentando que nadie de la fiesta notara lo que acababa de pasar, y salí del baño mientras solté un:
—Mejor esto lo termináis vosotros dos.
El juego había estado bien, pero quedaba mucha noche por delante como para seguir en ese baño mucho más tiempo…
Redacción Getafe Capital