El cuento ¿con filtro o sin filtro?

GETAFE/La piedra de Sísifo (27/04/2023) – Érase una vez un candidato, Ataulfo Jacinto, podría llamarse, que, desde que conoció las redes sociales, estaba obsesionado por transmitir una imagen impecable; que fuera o no fiel a la realidad carecía de importancia, lo fundamental era que se le viera joven, bello, elegante y resuelto. Esfuerzo inútil, por cierto.

Aurelio Javier, soñaba cada noche con los filtros que iba descubriendo en Pistagram, Tic-Tac, o cualquier otra fuente de belleza artificial que encontrara en su horizonte digital. Ora aparecía en pantalla con unas simpáticas orejas de osito de peluche y un hocico ad hoc, ora se veía con una abundante mata de pelo rojo y unas pecas a juego, ora convertía su natural acrocefalia, como el Blas de Barrio Sésamo, en una dolicocefalia más propia de su compañero Epi; el problema residía en que todos sus cambios aparentes se referían a eso, su imagen física, lo de la pereza sináptica no tenía remedio, al menos con esos procedimientos modernos.

Anselmo Jorge se esforzaba, eso no se puede negar, tenía reservada una hora al día para sentarse en su despacho; porque, otra cosa no, pero despacho, con toda la parafernalia propia de los pretendidos líderes, tenía uno muy pintón; se sentaba, miraba el folio en blanco e, inevitablemente, su mente empezaba a revolotear por esquinas y rincones, siendo incapaz de pergeñar una frase coherente más allá de los vídeos de internet y sus distintas versiones.

Alejandro Joaquín había sacado pecho y convencido a su equipo de tener más de 50 ideas para elaborar un programa electoral rompedor, novedoso e invencible, que le sirviera para vencer, como le reclamaban todos, propios y ajenos, sin mostrarle excesiva confianza.

Aarón Jimeno creía haber dado con su particular piedra filosofal y sus amadas redes le ayudarían a ello. No se trataba de acudir a la cuestionada Inteligencia Artificial, con el, cada vez más evidente mainstream, chat GPT, ni al Rincón del Vago o webs similares, no; era algo nunca hecho hasta la fecha: cogería los programas electorales anteriores que había usado el Partido Socialista para vencer, los sometería a uno o varios filtros que tunearan su apariencia y ¡tachán! ya tenemos un programa electoral que asegure una victoria sin parangón en estas latitudes. Lamentablemente, como sucede en tantos aspectos de la vida, la copia, aún deforme, revelaba claramente su fuente y el potencial votante optó por el original, en vez de una imitación poco trabajada.

Cuenta la leyenda que vieron a Antonio José, como alma en pena, deambulando sin rumbo por la calle Madrid, de punta a cabo, mirando al suelo y negando con la cabeza. ¿Cómo ha podido fallar?, se preguntaba, si la estrategia era perfecta, las ideas geniales y él se había dejado la piel para que no se notara nada de dónde las había sacado. Debe ser que el votante es tonto, concluyó. Y, así, con la vuelta a la normalidad el 29 de mayo, las gentes de Getafe fueron felices… cuatro años más