GETAFE/Sociedad (03/06/2025) – En el marco del Consejo de Discapacidad de Getafe, asociaciones, técnicos y representantes municipales, trabajan de forma pionera para transformar la manera en la se realizan las comunicaciones. Han creado un decálogo de accesibilidad comunicativa que pone en el centro a todas las personas, demostrando que otra manera de informar más clara, inclusiva y efectiva es posible.
Seguramente recuerdas alguna de estas estas circunstancias en tu vida: Viajar a algún país del que desconoces su lengua y no sabes muy bien cómo ir a ese destino contratado; Entrar en un lugar por primera vez sin saber bien a dónde dirigirte o, lo más habitual, quieres informarte de algo y todos los carteles que te rodean no te resuelven nada. Seguramente también, te has sentido mal o has dejado de hacer alguna actividad que te podría interesar porque no has entendido la información que te estaban dando. ¿Te frustró?
Ahora imagina que eres una persona con algún tipo de discapacidad que impide que puedas captar ese mensaje que te facilitaría la vida mucho; sin viajar, sin la necesidad de conocer otro idioma y sin la capacidad de poder preguntar a cualquier responsable sobre alguna cuestión burocrática. A los miembros del Consejo de la Discapacidad no les hizo falta imaginárselo.
A sus hijos o a ellos mismos, les pasa habitualmente. Así que se pusieron a trabajar para que esto cambiara.
No es solo un espacio de consulta, ni un órgano testimonial. El Consejo de Discapacidad de Getafe es un motor de acción ciudadana real. Formado por entidades que representan diferentes realidades y tipos de discapacidad. Funciona en contacto directo con el Ayuntamiento y promueve proyectos de largo recorrido. “Aquí hay una participación real, plural e integrada. Es algo que no he visto en otros municipios”, destaca Daniel Sanz, coordinador de servicios sociales del Ayuntamiento de Getafe.
Todo el trabajo de un año desemboca en ‘Concejales por un día’, en el que los representantes de diferentes entidades trabajan propuestas que involucran a todas las áreas municipales. De aquí salen directas al Pleno Municipal, donde, además de ser escuchadas, se aprueba su ejecución. En este marco nació el Decálogo de Accesibilidad Comunicativa, una herramienta práctica para garantizar que la información llegue a toda la ciudadanía.
Decálogo: pasos pequeños, impacto profundo
“La accesibilidad no es solo una rampa o un ascensor. Es también saber comunicar para que todos puedan entender el mensaje”, destaca Daniel. El decálogo surgió como respuesta a una realidad cotidiana: mucha de la información pública no es comprensible para buena parte de la población. Personas sordas, con discapacidad cognitiva, mayores o extranjeras que no dominan el idioma quedan fuera por barreras invisibles pero reales.
“Cuando empezamos a trabajarlo nos salían mucho más de diez puntos, pero lo redujimos a diez ideas clave”, comenta Virginia Gil, miembro del consejo. Los 10 puntos del decálogo son sencillos, pero poderosos: desde el uso de lenguaje fácil y directo, pasando por la incorporación de pictogramas, lengua de signos o subtitulados, hasta cuestiones como la altura a la que se coloca un cartel o el contraste de colores para facilitar su lectura.
“Son detalles que marcan una gran diferencia”, explica Blanca Jiménez. “Yo trabajo diseñando y hay ocasiones en las que prima más la estética que el mensaje, perdiéndose lo importante”.
Una de las claves del decálogo es el uso del lenguaje sencillo y respetuoso. “No se trata de infantilizar, sino de usar las palabras más comunes y directas posibles”, apuntaban. “Las personas sordas construyen las frases de una forma diferente a como lo hacemos el resto. Otras se pierden si la frase está construida con subordinadas o lenguaje abstracto, puede ser muy bonito, pero no informa”, apunta María, intérprete de lengua de signos.
El diseño gráfico es otro eje central. El decálogo promueve una maquetación clara, uso de tipografías sin adornos, fondos contrastados y mensajes visuales que no confundan. “Muchas veces, por querer ser creativos, usamos imágenes que no tienen relación con el texto o metáforas difíciles de interpretar. Y eso puede excluir a quienes más necesitan que el mensaje sea claro”, apunta Blanca.
La altura de un cartel puede ser la diferencia entre ser visto o no. Esto incluye también a personas que no tienen ninguna discapacidad. “Un bonito cartel, con unas letras preciosas, pero a una altura ilegible, puede dificultar la lectura a una persona mayor con mala visión”. Como nos cuentan, “la idea es facilitarlo a todos y todas”.
El decálogo no es una moda ni un gesto aislado. Es el comienzo de una transformación profunda. Ya se han comenzado a aplicar algunos de sus criterios en los materiales del Ayuntamiento y el objetivo es extenderlos a toda la comunicación institucional. Hay un equipo de trabajo implicado, propuestas concretas y, sobre todo, conciencia. “Estamos sembrando. Poco a poco. Pero creo que vamos a ser pioneros”, resumía Blanca Jiménez. “Lo importante no es que sea bonito, es que sea útil. Si el mensaje no llega, no es comunicación”.
La apuesta para que todos los ciudadanos se sientan integrados e informados implica a todo el mundo. “Está muy bien que nosotros nos reunamos, pensemos como mejorar las cosas y hagamos propuestas, pero lo importante es que se han implicado todas las concejalías”, afirma Raquel Beteta, concejala delegada de Bienestar e Inclusión Social y Atención a la Discapacidad. “Esto forma parte de los compromisos del Ayuntamiento en esta legislatura y se está desarrollando y convirtiendo en realidad”.