GETAFE/Varios (18/07/2025) – La marihuana es una de las sustancias psicoactivas más utilizadas por el ser humano, desde tiempos muy antiguos.
Su larga historia es un reflejo de la evolución cultural, médica y legal de la humanidad, por lo que ha pasado de ser considerada una planta inofensiva de uso ritual y medicinal a una sustancia adictiva cuyo consumo implica graves riesgos para la salud.
Dicho esto, ¿cuál es esa historia concreta? En Orbium, centro especializado en el tratamiento de la adicción a la marihuana, nos la han desmenuzado:
El consumo de cannabis está fehacientemente documentado desde hace más de 5.000 años, con registros de su cultivo y consumo en India, China y Mongolia.
Las primeras referencias escritas chinas definen la marihuana como una planta medicinal con propiedades sedantes, analgésicas y antiespasmódicas. En la India, se describe como una planta asociada a rituales religiosos y cuyo consumo se realizaba durante ceremonias espirituales.
Se estima que la gran expansión mundial de esta planta comenzó a producirse en torno al siglo XVI, gracias al desarrollo del comercio marítimo. Sin embargo, no fue hasta el siglo XIX cuando empezó a comercializarse masivamente, con fines medicinales, en las boticas de toda Europa.
Además, la situación cambió drásticamente a principios del siglo XX, en especial en EE. UU. El motivo fue que su consumo comenzó a asociarse a comportamientos extraños, inapropiados e incluso «desviados». Esta es una consecuencia directa de los potentes efectos psicoactivos de la planta.
Este hecho provocó que su comercio y consumo fuera radicalmente prohibido en la mayoría de los países desarrollados.
A pesar de ello, no impidió que la marihuana siguiese circulando libremente, distribuida por canales de comercialización clandestinos.
Con el reciente cambio de siglo, varios países han comenzado a reconsiderar el estatus legal de la marihuana, autorizándola para usos medicinales e incluso meramente recreativos. Esta tendencia está generando preocupación en los ámbitos médicos, especialmente en los relacionados con la salud mental.
El motivo es que está probado que el tetrahidrocannabinol (THC), principal componente psicoactivo de la marihuana, interactúa con los receptores cerebrales que regulan el placer, el apetito y la memoria. Su uso prolongado puede alterar estas funciones y causar una fuerte dependencia de la sustancia. En adición, también está comprobado que el consumo habitual de marihuana afecta muy negativamente al aparato respiratorio.
El hachís es una amalgama semisólida concentrada que se obtiene a partir de la resina de la marihuana, por lo que tiene una concentración altísima de THC, es decir, los efectos adictivos y psicoactivos son muy potentes.
Además, su textura compacta y resinosa es la causa de que, para que se pueda fumar, tenga que ser calentado, desmenuzado y mezclado con tabaco. Esta mezcla implica un doble riesgo adictivo:
En adición, fumar hachís con tabaco hace que quien consume la mezcla también esté doblemente expuesto a los riesgos para la salud que son característicos de cada una de estas dos plantas.