GETAFE/Cultura (02/10/2025) – Cuando Juan, Deyanira y Noelia decidieron volver a Getafe tras sus estudios en Madrid no buscaban nostalgia: querían una ciudad que les permitiera crear y quedarse. “Llegamos y no teníamos nada que hacer aquí a nivel cultural, a nivel juvenil”, cuenta Deyanira. Y esa constatación fue el empujón: si no existía el tejido cultural que necesitaban, lo montarían ellos. La historia de Nanai suena a mezcla de rabia productiva y pragmatismo creativo.
No es una agrupación perfectamente formal todavía, están en trámite de asociación, pero la falta de papeles no ha frenado sus ganas: han presentado proyectos, peleado con burocracias y aprendido que “ser artista” también significa estudiar subvenciones, memorias y presupuestos. Son unos jóvenes como muchos, con inquietudes y lejos de cierta imagen que se pretende dar algunas veces.
“Nos hace gracia cuando oímos que los jóvenes no hacemos nada o que queremos que nos den todo hecho. No paramos”. Juan Jiménez es actor, escritor, creador y antropólogo en formación; Noelia Zamorano es actriz y creadora formada en danza, interpretación y dirección de arte; Deyanira Ramos es escritora, guionista y productora formada en Geografía e Historia. Y por supuesto, trabajan.
Ganas de explorar y ofrecer
Nanai nació con la idea de explorar, abrir puertas y dar voz a gente joven del sur de Madrid. La apuesta más reconocible es su podcast A la Fresca, piezas que combinan conversación, microdocumental y fragmentos pensados para redes. “A la Fresca pretende, a la par que descubrir gente y personalidades, descubrir espacios de Getafe”, explican. Y lo hacen literalmente: cada episodio vincula a un invitado con un lugar concreto: una plaza, una biblioteca o el patio del Hospitalillo, de forma que el espacio aporta tanto contexto como el entrevistado.
Esa decisión, “hacer del lugar un personaje”, convierte cada entrega en una pequeña cartografía emocional del municipio. “Getafe tiene mucha historia, hay lugares que tienen mucho que contar y yo, como historiadora creo que es importante que se conozca el patrimonio local”, afirma Deyanira. No es solo entrevistar; “es armar una escena donde la persona y el espacio dialogan”.
Por eso no sorprende que propongan grabar en la Plaza del Ayuntamiento, sacar sillas y “dar por culo” en el buen sentido: recuperar lo público, hablar en la calle, que la gente vea y participe. ¿Cómo eligen invitados y localizaciones? La respuesta es sencilla y exigente: trabajan en paralelo. “Estudiamos el espacio y el invitado; todo conlleva un sentido, un contexto y un concepto”, cuentan. “Eso implica currar mucho, llamadas, sincronizar agendas y montar cámaras y editar vídeos nosotros mismos”.
Son autogestores hasta el tuétano: guion, producción, dirección de arte, edición. Sus intereses son amplios: arte plástico, música, audiovisual y proyectos comunitarios. También colaboran con asociaciones y con la Delegación de Juventud, a la que agradecen el empujón institucional: “Con Juventud ha sido un lujazo”, dicen. La buena noticia para Nanai es que el formato funciona fuera de la burbuja: suben clips a TikTok, YouTube e incluso Spotify, llegando a las 150.000 reproducciones con alguno de estos trabajos.
¿El efecto? Más allá de la cifra, llegó la validación: mensajes de apoyo, reacciones inesperadas de vecinos mayores y la constatación de que la comunidad local sí responde cuando el lenguaje le resulta cercano. “La reacción de la gente de Getafe fue: ‘¿Maricones en Getafe haciendo cosas? ¡Hala!’”, cuentan entre risas, conscientes del componente tabú que aún puede existir, y felices por haber roto esa barrera. Ese cruce de públicos —jóvenes, vecinos mayores, asociaciones— es precisamente la victoria que persiguen: no solo espectadores, sino participantes.
Por eso mantienen un formulario abierto: cualquiera puede proponer su proyecto o su historia. “No buscamos encasillar a artistas amigos, buscamos a quienes necesitan altavoz”. Nanai defiende que lo público debe ser accesible. Así, su primera entrevista en la plaza municipal no fue casualidad: fue postura. “Si es público, es público”, repiten.
Un cuaderno lleno de proyectos
Proponen abrir patios del patrimonio local para actividades continuadas, impulsar la biblioteca como plató y programar en sitios que hoy “están cerrados cinco días al año”. Es su manera de hacer política cultural, pero sin pancartas: con sillas, micrófonos y proyectos reales. Esa mezcla de humor, arte y economía de medios muestra dónde están: en la creatividad como recurso colectivo, no como hobby solitario. No todo es viralidad y planes bonitos: la precariedad existe. Sus días combinan trabajos, estudios y proyectos; producir con continuidad exige tiempo y dinero.
Por eso priorizan proyectos modulares, alianzas y aprendizaje constante en gestión. Saben que para sostener el experimento hay que convertirlo en un ecosistema: formación, recursos y, sobre todo, comunidad. “Queremos que Nanai sea un nido para artistas jóvenes y noveles, que encuentren su casa en Getafe”, dicen.
Esa frase resume todo: un proyecto que no pide permiso, que se hace con trabajo de oficina y calor de barrio, y que está abierto a quien quiera subirse a la silla. Para quien quiera acercarse: siguen activos en redes y su formulario está abierto. Si tienes una idea, una historia o ganas de participar, Nanai te invita a acercarte. La ciudad suena mejor cuando la hacen quienes la viven.
Aquí tenéis una muestra de lo que Nanai ha conseguido: