Economía de guerra/Economía de paz

Marchemos por la paz, que nada te engañe/ para embarcarte en una guerra.
No te armes ni de fusiles ni de lanzas. No desperdicies ni tu fuerza ni tu tiempo, hermoso. Marchemos por la paz que esos es mucho mejor”
Werewere Liking

GETAFE/Tribuna con acento – (30/10/2025) – Pocas veces en la historia moderna hemos coexistido con tantas crisis simultáneas: en una secuencia que se viene acelerando desde 2008, la Gran Recesión se ha ido combinando con una cadena de eventos catastróficos de magnitud tanto local como global: el accidente de Fukushima de 2011, la larga guerra siria (2013-2024), la pandemia del Covid iniciada en 2020, el colapso de las cadenas de suministro tras la pandemia, la guerra de Rusia-Ucrania, el genocidio de Israel contra Palestina, las inundaciones e incendios forestales de gran magnitud. Fenómenos todos ellos necesitados de respuestas institucionales y humanitarias.

Y, sin embargo, el siglo XXI se presenta, como la gran desvinculación de las instituciones internacionales junto a la emergencia de personajes dictatoriales, autócratas, que descaradamente apuestan por el desastre ecológico, genocidios y guerras televisadas, la persecución de migrantes, por tierra y mar, deportaciones masivas, la imposición de aranceles a los estados según su comportamiento y sumisión voluntaria al imperio del “rey”. La xenofobia, el odio y la mentira se han convertido en una forma de hacer política para los populismos de la ultraderecha que “disfrutan haciendo el mal”. Ejemplo manifiesto fue el presidente de Vox, pidiendo confiscar y hundir» el barco de «negreros» de la ONG Open Arms, o las imágenes creadas por Inteligencia Artificial de Donal Trump “echando basura” desde un avión sobre la sociedad civil organizada.

Estamos ante un escenario de fragmentación del orden internacional y de competencia geopolítica. Lo nunca visto después de la II Guerra Mundial, asistimos a 61 conflictos con 36 Estados involucrados por todo el mundo. La paz global se ha deteriorado. Así lo viene a mostrar el informe del Institute for Economics & Peace, señala la “Gran Fragmentación”, la competencia entre potencias, así como la proliferación de actores armados (China, Corea del Norte, Rusia, Israel, EEUU). No hay que olvidar que detrás se encuentran objetivos del control de los recursos naturales y estratégicos: el agua dulce, las cuencas fluviales compartidas y los acuíferos: vitales para la agricultura, y la población; los combustibles fósiles (petróleo, gas natural), los minerales críticos / tierras raras: usados en semiconductores, baterías, tecnologías de defensa, energías renovables; así como el control de tierras fértiles, bosques, recursos bióticos. etc.

LA ECONOMIA DE LA GUERRA

Según el informe de SIPRI (Instituto Internacional de Estudios para la Paz), el gasto militar mundial alcanzó unos 2.718 mil millones en 2024, (es decir dos billones setecientos dieciocho mil millones) un aumento del 9,4 % respecto al año anterior. Este gasto equivale a aproximadamente el 2,5 % del PIB global. Todos los grandes bloques geográficos aumentaron su gasto militar: Europa, Oriente Medio, Asia-Pacífico. Algunos países han realizado compromisos importantes para incrementar sustancialmente su porcentaje del PIB en economía de guerra. De hecho, los ingresos por ventas de armas y servicios militares de las 100 mayores empresas del sector (“Top 100”) alcanzaron alrededor de US$ 632.000 millones en 2023. El ejemplo gráfico lo representa la OTAN que acordó elevar el gasto de sus miembros al 5 % del PIB. Donald Trump criticó públicamente a España por considerar que “no juega en equipo” por su bajo nivel de gasto, llegó a sugerir sanciones o incluso la posibilidad de expulsión de la alianza.

LA ECONOMIA DE PAZ, “MAS NECESARIA QUE NUNCA”

Esta dinámica de economía de guerra (matar e infringir sufrimiento humano) es la negación de una economía de Paz y Derechos Humanos. La estimación más reciente elaborada por Naciones Unidas para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 en la actualidad se encuentra globalmente en estado de letargo o en claro retroceso, especialmente en los objetivos básicos de subsistencia. El propio PNUD. informa que entre 2022 y 2024 movilizó inversiones por un total de US$ 870 mil millones en economías emergentes, aunque esto no se refiere sólo a aportaciones estatales directas a los ODS. Una mirada evaluativa a los ODS nos dice:

 1. El fin de la pobreza, esta en claro retroceso, 1.100 millones de personas viven en pobreza multidimensional, lo que incluye falta de acceso a servicios básicos, especialmente la pobreza severa que viven con menos de 2,5 dólares diarios

2. El Hambre cero, en grave retroceso, más de 780 millones de personas padecen hambre. Se trataría de invertir en una transformación profunda de los sistemas alimentarios (producción, distribución).

3. Salud y Bienestar, la mortalidad infantil sigue siendo un problema grave, especialmente en África subsahariana y el sur de Asia, el conflicto y la falta de acceso a servicios de salud, cerca de 5 millones de niños/as mueren antes de los 5 años.

4. Educación se registra un proceso lento; 250 millones de niños y niñas sin escolarización básica. Es evidente que cuando se dedica más al gasto militar, menos queda para sectores básicos. Esto agrava desigualdades, debilita las infraestructuras comunitarias, menor capacidad para enfrentar otros desafíos como el cambio climático, las crisis sanitarias o las protecciones sociales a colectivos vulnerable.

 LA NECESARIA SOCIEDAD CIVIL ORGANIZADA

La importancia de educación y conciencia crítica nos impulsa a: Informarnos con fuentes contrastadas, entender las causas de los conflictos, evitar caer en discursos de odio o manipulación mediática.

1. Promover la cultura del diálogo: escucha activa, empatía, resolución no violenta, ello requiere promover la cultura de la paz y convivencia en redes, escuelas y espacios públicos.

2. Participar en movimientos sociales que trabajan por la paz, ONGs de derechos humanos, campañas contra las armas o la discriminación (Amnistía Internacional, Cruz Roja, Greenpeace, Intermón Oxfam, Caritas Internacional, Médicos sin Fronteras).

3. Incidencia política: exigir transparencia en el gasto militar y apoyar la conversión de industrias militares hacia fines civiles (energía verde, tecnología sanitaria, infraestructuras).

4. Promover la verdadera seguridad humana: acceso a salud, educación, empleo, vivienda y el medioambiente saludable.

5. Fomentar la economía del cuidado: atención a los grupos más vulnerables.

6. Apoyar la firma y cumplimiento de tratados internacionales: apostar por la mediación y el diálogo antes que las intervenciones armadas.

7. Reforzar organismos multilaterales (ONU, Corte Penal Internacional, Consejo de Derechos Humanos) y dotarlos de más independencia.

Todo esto solo se hará si la calle y la sociedad civil se moviliza. No esperemos nada si no lo forzamos entre todas y todos. La reacción popular a favor de Palestina es un ejemplo a seguir y nos concierne a toda la humanidad: “nada nos es indiferente”.

Redacción Getafe Capital

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