
GETAFE/Varios (11/12/2025) – La terapia de casco corrector se ha convertido en una alternativa frecuente para tratar las asimetrías craneales en bebés. Padres y especialistas buscan información clara sobre cuándo iniciar este tipo de tratamiento y cuáles son las variables que influyen en sus resultados.
El uso de un casco de ortesis craneal suele recomendarse cuando la asimetría no mejora con cambios posturales o ejercicios indicados por profesionales. La decisión se basa en una evaluación clínica que contempla la edad del bebé, la severidad del aplanamiento y la respuesta a terapias previas. Los especialistas coinciden en que el período ideal para comenzar se sitúa entre los cuatro y seis meses, cuando el cráneo aún presenta una mayor capacidad de remodelación.
La efectividad depende en gran medida del momento de inicio. A edades tempranas, el crecimiento rápido del cráneo permite que guíe de manera más eficiente la forma correcta. Cuando el tratamiento comienza después de los ocho meses, la respuesta suele ser más lenta y, en algunos casos, limitada. Sin embargo, aún puede ofrecer mejoras si se acompaña de un seguimiento estricto y de una evaluación constante del equipo médico.
Otro factor central es la constancia en el uso diario. Estos dispositivos suelen indicarse durante la mayor parte del día, con breves momentos de descanso. Esta continuidad permite mantener una presión suave y controlada sobre las zonas que requieren corrección. Las familias que mantienen la rutina recomendada suelen obtener mejores resultados, por lo que el acompañamiento profesional y el asesoramiento continuo son fundamentales.
Los especialistas también evalúan el tipo de asimetría. La plagiocefalia posicional, la braquicefalia y la escafocefalia tienen características distintas y pueden requerir abordajes específicos. La ortesis craneal se diseña de forma personalizada para cada bebé, lo que implica mediciones precisas y ajustes periódicos. Estos controles permiten seguir la evolución del crecimiento craneal y garantizar que el dispositivo continúe cumpliendo su función.
El equipo médico suele integrar a pediatras, fisioterapeutas y ortesistas. Cada profesional aporta una mirada complementaria para determinar si el dispositivo es la mejor opción. Antes de recomendarlo, se valoran otros métodos como la fisioterapia o el reposicionamiento. En este sentido, desde Ortopedia Neoforma, afirman: “Cuando estas alternativas no logran resultados suficientes, el casco se presenta como un recurso adecuado para ayudar a corregir la asimetría”.
El acompañamiento emocional a las familias también es relevante. Muchos padres llegan al consultorio con dudas sobre la seguridad o el impacto en la vida cotidiana de sus hijos. Los profesionales explican que no genera dolor y que la mayoría de los bebés se adapta de manera rápida. También brindan pautas sobre higiene, cuidados y controles regulares.
La duración del uso varía según la evolución de cada caso. Aunque suele extenderse entre dos y seis meses, en algunos bebés puede requerir ajustes en el tiempo. La constancia en el uso y la correcta supervisión técnica influyen directamente en el tiempo total necesario. Por ello, el seguimiento riguroso es una parte fundamental del proceso.
El inicio temprano, el diseño personalizado, la supervisión constante y la participación activa de la familia conforman la base para un tratamiento efectivo. Cada uno de estos factores contribuye a mejorar la forma del cráneo y a favorecer un desarrollo adecuado.
Este tipo de terapia ofrece a muchas familias una herramienta concreta para acompañar el crecimiento de sus hijos. La experiencia clínica muestra que, con apoyo profesional y expectativas realistas, el tratamiento puede convertirse en una etapa positiva dentro del desarrollo infantil.