Síndrome del emperador: un dictador en casa

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Son muy pequeños pero ya imponen su ley en casa. No aceptan un no por respuesta, gritan, tienen continuos ataques de ira, amenazan, insultan, pegan, etc. y con el paso de los años pueden llegar a dominar completamente la vida de sus padres y la de los otros miembros de la familia. Es lo que conocemos con el nombre de “síndrome del emperador”.

¿Cómo identificar a estos pequeños emperadores?

Algunos de los síntomas que pueden hacer sonar la señal de alarma son:

  • Muestran una gran falta de empatía: son niños que tienen dificultades para ponerse en el lugar del otro y ver como sus actos repercuten en los demás. No suelen mostrar sentimientos de culpa o arrepentimiento ante una mala acción, ni saben pedir perdón. Parecen no sentir ningún tipo de apego hacia sus padres.
  • Son exigentes y centrados en sí mismos: reclaman mucha atención y se consideran el centro del universo. Consideran que todas las personas que están a su alrededor deben satisfacer sus necesidades de forma inmediata
  • Presentan reacciones excesivas: lloran de forma exagerada, tienen rabietas, frecuentes ataques de ira…
  • Suelen presentar falta de autoestima
  • Son emocionalmente inestables: presentan cambios de humor bruscos sin ningún motivo aparente. Tienen dificultades para regular sus sentimientos y emociones.
  • Desafían a sus padres y a la autoridad en general
  • Manifiestan muy poca tolerancia a la frustración: sus exigencias deben ser satisfechas al instante.

¿Cuáles son las causas de este síndrome?

Aunque generalmente se tiende a culpar a los padres del comportamiento de sus hijos, lo cierto es que no existen estudios concluyentes que determinen una causa única, sino que parece que existen varios factores que pueden tener una influencia significativa en la aparición de estos síntomas:

Factores genéticos: parece que los niños con este tipo de trastorno del comportamiento, tienen mayores dificultades para desarrollar emociones (empatía, amor, compasión, arrepentimiento, etc.)

Factores sociales: vivimos en una sociedad de consumo en la que prima la satisfacción inmediata.

Factores familiares: algunos padres ejercen un estilo educativo muy permisivo, sin establecer límites a la conducta de sus hijos y cediendo a sus caprichos con el fin de evitar el conflicto y la temida rabieta, reforzando así el comportamiento inadecuado de sus hijos.

¿Qué pueden hacer los padres?

La detección precoz del problema es fundamental para poder tratarle y que este no se agrave. Estas conductas inapropiadas pueden irse corrigiendo si se establecen patrones educativos y afectivos adecuados. Algunos consejos que podemos dar los padres son:

  • Aceptar que hay un problema, sin justificarlo ni esperando que sea algo pasajero
  • Ambos progenitores deben estar de acuerdo respecto al modelo educativo que quieren aplicar con sus hijos y actuar sin que existan contradicciones entre ellos
  • Instaurar una rutina con el fin de que la vida cotidiana del niño este adecuadamente pautada, incluyendo ciertas responsabilidades
  • Establecer normas y límites claros
  • No ponerse a la altura del niño
  • Establecer afectos y vínculos positivos

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Redacción Getafe Capital