Sebas: «Cuando me duermo no sé si al día siguiente voy a despertar»

GETAFE/Reportaje (16/10/2017) – Su preocupación ahora es el agua. Algo tan básico («no pensé que fuese a ser tan difícil estar sin ella»). Y comer: esa es su prioridad cuando consigue encontrarse lo suficientemente bien como para salir a la calle. 2017 ha sido un año difícil para Sebas, que abre las puertas de su ‘casa’ a GETAFE CAPITAL. Le cuesta andar, pero nos recibe en pie, abriendo las puertas de un garaje repleto de cacharros, parte basura, parte material de otros ‘inquilinos’. Al fondo («cuidado, no os tropecéis, que aquí no hay luz») una puerta. La abre deprisa para que sus gatos, esos que le acompañan en las noches de soledad, no se escapen. «Una de mis gatitas está a punto de dar a luz», explica con una sonrisa. Y dentro de la habitación, la realidad de Sebas: un cuarto inhóspito, con la luz enganchada a no se sabe dónde a través de cables que entran por una ventana, un camastro, algunos muebles destartalados, humedades, un water carcomido por la suciedad desde que no hay agua, hace ya diez meses… De este lugar, por el que paga religiosamente todos los meses 50 euros, le quieren desahuciar. 

Cada mañana «es una lucha psicológica. Me cuesta mucho levantarme. Si tengo agua, me aseo un poco y me visto despacito». La medicación que toma le dificulta enormemente el día a día. «Tomo cinco pastillas solo para levantarme: entre ellas morfina, vitaminas, ansiolíticos…». La última infiltración que le han hecho en la espalda, para tratar sus múltiples hernias y problemas de columna, no le ha ido demasiado bien. La Unidad del Dolor del HUG es quien le regula los calmantes. «Cuando me tomo la medicación por la noche, no sé si voy a despertar al día siguiente».

Pero de salir a la calle depende su supervivencia: necesita agua y comida. «Voy con las garrafas que puedo a llenarlas a la fuente de la plaza Barcelona». Desde su casa, enfrente del Lazo, el trayecto se antoja eterno. Desde hace poco más de un mes cuenta con el apoyo de una silla de ruedas. «Los médicos me han dicho que no esté en vertical, que vaya en silla o esté tumbado». Pero la silla es pequeña; y las ruedas se salen; y el esfuerzo de empujarla le está dañando también las vértebras del cuello. La asociación Aires Nuevos está preparando un acto el 25 de noviembre (Centro Cívico Juan de la Cierva) para recaudar fondos para poder comprarle una silla nueva.

Con la comida se apaña. Los 396 euros que cobra de pensión por su incapacidad los administra para pasar el mes: 50 euros por la habitación, teléfono y comida. «Antes tardaba 4 horas en hacerme un cocido o unas lentejas». Se hace la comida para tres veces. «Un día fideos, otro patatas, también tortilla… pero tengo dificultades para darle la vuelta». 

La vida de Sebas no siempre fue así. Trabajó en hostelería durante muchos años, hasta que los problemas físicos («me tropezaba ya contra las mesas») le llevaron al médico. «Siempre lo habían achacado a las rodillas, pero una médica me pidió hacerme una radiografía de columna». De ahí, una resonancia y una operación urgente «por una hernia de disco brutal». Esto era verano de 2009 y entraba en quirófano el 11 de diciembre, «el día de mi cumpleaños». Le colocaron un dispositivo interespinoso. Apenas un parche en una espalda tremendamente dañada. Estuvo ocho meses en cama. «Casi muero de hambre». Pero consiguió recuperarse lo suficiente para volver a andar. Ahora, con 46 años, su estado físico se deteriora con rapidez y a sus problemas médicos y económicos se suma otra sombra… el desahucio. 

La SAREB desahucia

Resulta casi inconcebible pensar que de un lugar así te puedan desahuciar… pero ocurre. La propietaria del inmueble, la SAREB (el banco malo) le ha denunciado como okupa de la vivienda, a pesar de que él paga a otra persona por estar ahí. El juicio previsto para mediados de septiembre no llegó a celebrarse y en el aire la promesa de un alquiler social de la SAREB. «Pero en el teléfono que me dio el abogado me dicen que la SAREB no tiene alquileres sociales». Otro portazo.

Sebas necesita ayuda. Los Servicios Sociales municipales apenas «me ofrecen pagarme un mes de alquiler y la fianza», pero con menos de 400 euros, y con la dificultad de la silla de ruedas, las puertas de otro alquiler (legal) están cerradas para él. «Me dicen que no hay viviendas municipales», lamenta. Tampoco puede seguir en ese lugar. Un invierno más podría ser fatal para su salud en un lugar sin agua y sin calefacción… aunque sería mejor que la calle.

Mientras, el miedo. A que alguien llame a su puerta y le ponga en la calle. Y el día a día. Buscar agua, comprar comida, tratar de moverse lo mínimo para ponerse en marcha y no tirar la toalla. Cuidar a sus gatos. Esos que le sacan una sonrisa.

Raquel González - Directora Getafe Capital

4 Comments

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  2. Son

    16 octubre, 2017 at 23:21

    Alguien puede por privado dar más datos para ayudar?

    • MARIA

      18 octubre, 2017 at 12:03

      SI SEBAS ES MI AMIGO SU TELOEFONO ES 695719498

  3. ANTONIO

    16 octubre, 2017 at 22:03

    DEBAJO de este hombre con su gato aparece la publicidad de VIVIENDA SOBRE PLANO DE servihabitat…que paradojas tiene la vida.