«Prefiero treinta falsos positivos de acoso que no un falso negativo»

José de la Corte, psicólogo de la Delegación de Educación

GETAFE/Reportaje (17/04/2017) – «Es duro, es duro ver cómo de un día o de un mes para otro tu mundo puede derrumbarse hasta tal punto que levantarse para ir a clase es una maldita pesadilla«. Con 13 años y tras haber superado una situación de acoso, las letras de esta chica muestran la crudeza y el sufrimiento que ha pasado en los últimos meses. «Gorda, puta, guarra, cerda, muérete pronto, ojalá lo de que te autolesionabas sea verdad a ver si la próxima lo haces bien, muérete, las gordas sobran, fea, inútil… Llega un punto en el que quieras o no, te lo acabas creyendo, te acabas creyendo que todo lo que te dicen es verdad, e incluso te crees que tienen motivos para hacerlo y que es tu culpa que lo hagan, en ese momento es en el que aparece la depresión, empiezas a querer dejar de comer porque no te ves bien, y piensas que nunca más llegarás a verte bien, porque claro, si tus propias amigas que supuestamente te quieren lo dicen, por algo será, ¿no?».

Ahora, una vez superado el trauma y de haberse cambiado de instituto, esta chica se ha sentido con fuerzas para dirigir esta misiva a sus acosadores, pero también a aquellas personas que se encuentran en su misma situación. «Yo simplemente he aprendido que si hubiera hablado antes, me habría ahorrado un montón de cosas, así que HABLAD porque ni es oro todo lo que reluce, ni es piedra todo lo que no brilla».

Ese era precisamente el mensaje de la campaña que lanzó el Ayuntamiento de Getafe en la que Habla era el lema inicial. Luego, en una segunda fase, se trasladó otro mensaje a través de cartelería en los autobuses: No estás solo, podemos ayudarte. Y un teléfono gratuito (900 77 01 12), a disposición de los adolescentes que quieran encontrar un apoyo para encontrar una salida. Al otro lado del teléfono, José de la Corte, psicólogo de la Delegación de Educación tiende la mano a los que llaman. «Nos permite que tengan una fórmula para recurrir a alguien. Un chaval me llamó porque un compañero estaba en una situación delicada en el patio, que no era la primera vez que le pegaban y que además lo llevaban a un sitio escondido. El chaval llamaba porque el chico no iba a poder llamarme y la familia no lo sabía. Aunque solo sea por ese caso, bienvenido sea lo que gastamos en la línea 900. Normalmente tenemos en torno a 4 o 5 llamadas mensuales«, explica De la Corte. Hay llamadas de todo tipo, desde las de bromistas, a las de padres desesperados porque «no se hacen con su hijo». Estos casos los derivan a una sesión presencial en la que ofrecen claves de orientación psicoeducativa, «darles algún tipo de estrategia».

Presentación de la campaña contra el acoso.

Esta chica «ha hablado cuando podía, porque salir de esa situación no es fácil. Y sobre todo tener la lucidez que ella ha demostrado, siendo capaz de expresar sus propios miedos, pero tiene una cabeza muy bien puesta». No son muchos los casos de acoso contrastados y bien definidos. «Estaría por asegurar que no pasan del 2 o 3 por ciento. Luego problemas de convivencia sí hay bastantes más».

¿Pero cuál es el límite? ¿Cómo se determina un caso de acoso frente a un problema de convivencia? «La línea es muy frágil, pero hay dos o tres indicadores claros: intencionalidad por parte del que está acosando, que no es una respuesta a una situación de pelea; segundo, que haya una diferencia de situación de autoridad, la persona que está en situación de acoso está en indefensión, generalmente las víctimas tienen unas condiciones psicológicas particulares, y de relaciones sociales, y de eso se aprovecha el acosador; y sobre todo que haya una continuidad en el tiempo«. Pone el ejemplo del caso de un niño de 6 años en Leganés que hace unos meses saltó a los medios. «Había pegado a otro niño y hablaban de acoso escolar, y yo estoy casi seguro que eso no es acoso: con 6 años es difícil que haya esa malintencionalidad y es difícil que se haya mantenido en el tiempo». Otra cosa es que desde muy temprana edad se comienza a «notar que hay niños que tienen ascendente sobre otros y ves a chavales de 8 o 9 años que empiezan a tener cierta intencionalidad en los actos: tú no juegas, tú te quedas ahí».

Determinar el límite es importante porque «no es la misma tensión la que tiene que haber en una situación de acoso, respecto a un problema de convivencia: se trabaja distinto en los centros«. Los protocolos son distintos. En un caso de acoso se hace una intervención específica, frente al trabajo en resolución de conflictos o de habilidades sociales con que se hace frente a los problemas de convivencia. En el Ayuntamiento de Getafe están implementando un sistema en el que «entre por donde entre una situación de acoso, nos llegue a Educación», donde se apoyan en Servicios Sociales, Policía Local, Mujer… Los protocolos en caso de que se detecte el acoso son estrictos, donde se nombra un «profesor instructor y se arranca un protocolo en la Comunidad, que puede acabar llevando al niño a Fiscalía».

Pero lo fundamental es trabajar en prevención, algo que José de la Corte lleva años haciendo, con trabajo con los padres y también con los chavales. «Estamos intentando generar capacidades en ellos para que las relaciones sociales sean un poco más sensatas de lo que en principio están siendo, para que puedan expresarse sentimientos de una forma adecuada: trabajar sobre habilidades sociales y relaciones».

Hay pistas, indicios que pueden advertir que algo va mal. «Los críos suelen dar determinadas claves, pero no todos sabemos leerlas. Se le ve ansioso, movido, claramente te dice que no quiere ir al colegio, se inventan dolores de tripa para no ir, normalmente están más descentrados, a veces les bajan las notas tremendamente. Muchos de los chicos acosados tienen muy buena capacidad y desarrollo en las notas, y eso no les gusta a los otros: son los empollones, los frikis». No querer salir a la calle, o una preocupación excesiva por el teléfono móvil. «Antes, cuando no había móviles, la colleja te la daban en el cole, y ya sabías que no había collejas con suerte hasta la mañana siguiente. Pero ahora es que te tienen en acoso constante».

Las redes sociales y los móviles ‘inteligentes’ magnifican el problema. «Me preguntan madres que cuándo es el momento para regalarle un móvil: hasta los 14 años no podría tener teléfono un niño, porque no está aceptado. Con 12 años, que es cuando se lo dan casi todos o antes… están falsificando datos, con lo cual están ilegales. Pero eso los padres no lo ven». Todos lo hacen, todos lo tienen, es la justificación fácil. «Pero si tú tienes claro que no quieres hacerlo, ¡pues marginado pero con salero!». Las nuevas tecnologías han invertido también la autoridad. «Antes el padre tenía autoridad porque sabía más que el niño, pero ahora es al revés. Como el niño quiera clavarle al padre cualquier cosa en el móvil, se la clava. El avance y la globalización tienen estas cosas. Lo que no podemos es dejar fuera de onda que los derechos humanos siguen siendo los derechos humanos. El respeto ya no es una palabra que nos guste, el esfuerzo tampoco».

Es importante «no minimizar la situación aunque objetivamente nos parezca una tontería, pero no hay que perder de vista que hay un chaval que está sufriendo, a lo mejor porque no tiene habilidades«. Para José de la Corte es preferible «que haya treinta falsos positivos que no un falso negativo, que es cuando dices que no pasa nada y luego sí pasa». Hay múltiples actores dentro de un caso de acoso. «Los profesores no es que lo normalicen pero quizá lo trivializan, porque están muy acostumbrados a verlo, que no significa que sea normal; los padres de alguna forma no quieren verlo, porque primero significa un fracaso terrible en su educación y luego significa enfrentarse a una situación para la que no tienen criterio, para la que no están preparados». La respuesta muchas veces es errónea. «Muchos de ellos llaman a los padres del niño que está acosando y eso es lo peor que se puede hacer. Cuando tu hijo te dice que está en esta situación lo mejor es recurrir primero al tutor, jefatura de estudios, dirección y si allí ves que no te hacen caso, recurrir a los externos, a nosotros. Pero nunca llamar a los padres del otro niño, ni al niño porque son menores. Normalmente suelen hacerlo porque son amigos y es gente que ha estado durmiendo en su casa. Pero cuando esto ocurre el proceso de mediación posible se trunca».

A los padres esta situación les genera «un poco de culpabilidad: Soy mal padre, dónde he fracasado, no lo he hecho bien. A mí no me gusta decirles que fracasan, simplemente es que no hemos acertado totalmente. A lo mejor por la preocupación de algo que podemos valorar que son las notas, no hemos podido estar ocupados en algo que no sabemos valorar como es la autoestima, la confianza, el respeto a los demás… Los padres no dejamos que nuestros hijos fracasen».

«Que de todo se sale, que no merece la pena dejar de quererse, de valorarse o de cuidarse por lo que piensen los demás, que valéis más que todo eso«, es el mensaje final de esta víctima que ha sabido dar un paso adelante.

POR TODAS LAS VÍCTIMAS DE ACOSO ESCOLAR

Para todo el que lo lea, para todo el que lo haya pasado, pero sobre todo, para todas esas personas que lo sufren en silencio como hice yo.

Es duro, es duro ver cómo de un día o de un mes para otro tu mundo puede derrumbarse hasta tal punto que levantarse para ir a clase es una maldita pesadilla. Es duro porque no eres capaz de comprender qué has hecho para que te odien, para que nadie te quiera, para que todos te insulten. Es duro ver cómo de un día para otro l@s que eran tus amig@s (algunos incluso de toda la vida), esas personas que veías a diario, personas a las que querías, y que bueno, por defecto, aún quieres, personas que te han ayudado y entendido siempre… es duro ver como de eso, pasan a insultarte, humillarte, y lo peor responsabilizarte de ello:

-No es culpa nuestra, si estás gorda, estás gorda; vete a un gimnasio y no te pasará esto.

-Si no fueras tan falsa y tan gilipollas no nos meteríamos contigo, lo hacemos con razones.

Gorda, puta, guarra, cerda, muérete pronto, ojalá lo de que te autolesionabas sea verdad a ver si la próxima lo haces bien, muérete, las gordas sobran, fea, inútil… Llega un punto en el que quieras o no, te lo acabas creyendo, te acabas creyendo que todo lo que te dicen es verdad, e incluso te crees que tienen motivos para hacerlo y que es tu culpa que lo hagan, en ese momento es en el que aparece la depresión, empiezas a querer dejar de comer porque no te ves bien, y piensas que nunca más llegarás a verte bien, porque claro, si tus propias amigas que supuestamente te quieren lo dicen, por algo será, ¿no?

Sinceramente, no sé si esas personas son conscientes del daño psicológico que causan, y prefiero creer que no lo son, aunque tristemente en un 99% de los casos, son perfectamente conscientes de lo que hacen.

Ahora la pregunta es: ¿por qué por culpa de que un grupo de chic@s insegur@s se aburran tiene que haber una persona destrozada?

No es justo, aunque por desgracia en esta situación nada es justo, siempre va a salir perdiendo la víctima, siempre va a tener que huir de los acosadores o acosadoras porque desgraciadamente seguimos rigiéndonos pro la estúpida idea de que la mayoría manda, y claro, si es la opinión de 6, 7, 8… contra la tuya, créeme que siempre, siempre, saldrás perdiendo.

También te puedes encontrar con que te digan que el problema lo tienes tú, que eres poco sociable o rara, o lo que les venga mejor según el caso o la situación.

Pero de todo se aprende.

Yo simplemente he aprendido que si hubiera hablado antes, me habría ahorrado un montón de cosas, así que HABLAD porque ni es oro todo lo que reluce, ni es piedra todo lo que no brilla.

Que de todo se sale, que no merece la pena dejar de quererse, de valorarse o de cuidarse por lo que piensen los demás, que valéis más que todo eso.

QUE NADIE TE DIGA CÓMO TIENES QUE SER.

QUE NADIE PUEDA CAMBIARTE.

QUE NADIE PUEDA CONTIGO

Atentamente: C.. Nah, solo una víctima más.

 

Raquel González - Directora Getafe Capital