Pensar por sí mismo

GETAFE/La piedra de Sísifo (07/11/2017) – Andamos distraídos, muy distraídos. A las clásicas distracciones de fútbol, Sálvames y la Venezuela de turno, ahora añadimos Cataluña y sus numerosos spin off belgas, judiciales o carcelarios entre otros. Se dice, no sin razón, que son cortinas de humo sabiamente administradas para que no nos fijemos en la salvaje precariedad laboral, el repunte del paro, los nuevos recortes que se ciernen sobre nuestras maltratadas educación y sanidad y el enorme caudal que el Bobierno de Rajoy ha demostrado administrar con maestría, la mentira.

Aún siendo, como son, asuntos de extrema importancia y gravedad, hay otro que lleva un tiempo encendiendo todas mis particulares luces de alarma: El resurgimiento de la ultraderecha más violenta y montaraz que estamos sufriendo en la, mal llamada, sociedad civilizada. Raro es el día que no nos hacemos eco de agresiones injustificadas a cualquier persona diferente de los estándares socialmente aceptados; peleas tumultuosas que no respetan nada ni nadie; acoso, insulto y violencia física contra quien tiene la mala suerte de cruzarse en su camino y no comulga con ellos, trolleo repugnante en las redes, machismo ultramontano que haría palidecer los tiempos dorados del fascismo y, lo más doloroso, la inacción sonrojante de quien debería poner coto a sus desmanes; las fuerzas de seguridad del estado y quien les da las órdenes.

Siendo esto grave, los partidos políticos interpretan que se debe a una derechización de la sociedad y responden con un desplazamiento hacia posturas consideradas extremas no hace mucho tiempo: Racismo, xenofobia, desprecio al diferente, apoyo descarado al poderoso y abandono del vulnerable, entre otras muchas lindezas; rivalizan para ver quién propone la burrada más grosera. Se sustentan en grandes medios de comunicación sostenidos por lobbys internacionales, con bastardos intereses, que jalean sus ocurrencias hasta la extenuación empleando técnicas que habrían hacho dudar por complejo de culpabilidad al mismísimo Goebbles.

Me niego a creer que el electorado pida eso, sospecho que se produce la reacción contraria, elige lo que puede de entre lo que le ofrecen y ya se ocupan las técnicas de manipulación de masas de que sepan muy bien por qué alternativa decantarse. Incluso, hay más de un ejemplo, si se está larvando socialmente una respuesta de sectores de la izquierda, saliendo a las calles y copando titulares y minutos en prime time, se contraataca desde las cloacas institucionales con pretendidos “movimientos aglutinadores” de gesto noble y palabra grandilocuente, cuyo primer efecto es desactivar la protesta callejera, introducirse y minar desde dentro las fuerzas emergentes, proyectarse mediáticamente mediante una sobreexposición perfectamente calculada y, cuando han conseguido captar la atención del número de suficiente para desactivar respuestas, provocar peleas internas que dividan sus fuerzas y dilapidar de un plumazo las generosas dosis de ilusión que les auparon, desinflándose como el soufflé que parecían ser, mientras la ultraderecha se alimenta de sus despojos creciendo sana y fuerte, preparándose para asaltar el poder como viene sucediendo periódicamente en ciclos cada vez más cortos.

Los últimos casos de agresiones físicas, verbales y mediáticas nos hacen ver que Getafe no es una excepción; los escarceos, toma de posiciones y movimientos estratégicos ya se han producido en un bloque y el calculado efecto azucarillo ya está sucediendo en la otra parte, persiguiendo eliminar las ideologías por inútiles y perniciosas, cuando es lo único que puede hacerles daño, y sustituirlas por un pragmatismo mal entendido que igual sirve a los malos que a los peores. ¿Qué nos queda? Parar un momento, recopilar información, cerrar los ojos y pensar ¿Quién gana y quién pierde con cada movimiento que yo haga? Una vez encontradas las respuestas, obrar en consecuencia y persuadir a otros para que también se acostumbren a pensar por sí mismos. Si no, mal vamos.

2 Comments

  1. Antonio Calvete

    10 noviembre, 2017 at 19:20

    ¡Cuánta razón tienes! Porque, como dice la sabia Mafalda, no importa que la gente piense una cosa u otra, lo que importa es que piense.

  2. jose valentin ramirez

    7 noviembre, 2017 at 9:52

    Totalmente de acuerdo.. Pero hay quién prefiere «cortar y pegar» que es mas fácil que pensar y elaborar.