Escapada a Frankfurt

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GETAFE/Look total (11/03/2019) – ¿Qué bien sienta abandonar la rutina por unos días, verdad? Hace unos meses mis amigas y yo cogimos una cajita para hacerle un regalito a una de ellas, con destino sorpresa, del cual te enteras 2 días antes y puedes descartar los destinos que no te apetezcan o que ya hayas visitado, (puedes descartar 3 gratis y las otras 5€ cada una), y que también incluye el hotel (siempre son de tres o más estrellas). Después de meses esperando, llegó el día, nos tocó Frankfurt y aquí os voy a dejar nuestra ruta para un viaje por el Manhattan Alemán, como ellos lo llaman.

El primer día, después de nuestro madrugón y las 3 horitas de vuelo, llegamos a la ciudad, nos fue muy fácil llegar a la estación central desde el aeropuerto, o lo que es lo mismo la Puerta de Alemania (segunda estación más grande y concurrida), ya que está muy bien comunicada, buscamos nuestro hotel y nos instalamos rápidamente para empezar nuestro “pateo”. Lo primero que íbamos buscando por ubicación más cercana y por ganas, fue la Plaza Römerberg, de lo más entrañable, con las típicas casitas de madera que no te dejan indiferente, y que también alberga el ayuntamiento. Ya antes de llegar, nos encontramos con la iglesia ovalada y unos alrededores de la plaza con torres y edificios que sin duda son muy fotografiables. Continuamos nuestra caminata hacia el mercado Kleinmarkthalle, de comida, donde está repleto de puestos perfectamente decorados y ambientados y en el que puedes comer en la planta de arriba. Cuando terminamos la comilona, volvimos a las calles en dirección la calle Zeil, que es la quinta avenida alemana y su centro comercial, el que tiene las escaleras mecánicas más largas de Europa y unas formas arquitectónicas dignas de ver, además, justo unos pasos más adelante te encuentras con la galería Kaufhof, donde las vistas de las que puedes disfrutar son una maravilla. Al final de la calle y frente a la galería ves una “casita” en medio con rejas, ya llegamos al Café Hauptwache, la antigua prisión, y sí, nosotras hicimos una parada para tomar un café que fue muy agradable.

Ya estaba atardeciendo y decidimos subir a la torre más importante, la Torre Main, está en el barrio financiero o como ellos lo llaman el “Mainhattan” (Main por el río Meno y la coletilla por la comparación con Nueva York), no os puedo describir las vistas con palabras, pero merece mucho la pena, después de cientos de fotos, videos y algún selfie, bajamos y pusimos rumbo al Barrio de Sachsenhausen, no sin antes pasar por los dos puentes más importantes de la city, y ver el skyline de noche de los tremendos rascacielos, y oye ya que estábamos, poner un candadito de amigas forever en el Eiserner Steg o puente de hierro. Pasamos un buen rato en ese puente, las vistas, el anochecer, la compañía… Pero ya era tarde, tocaba cenar, buscamos una de las tabernas recomendadas, nos pusimos las botas degustando todo lo típico: codillo, salchichas, escalopes, queso marinado, apfelwein (el vino de los pobres o el de manzana, típico de allí) y hasta nos atrevimos con el chupito, mispel, llamado así porque contiene un níspero bañado en una especie de aguardiente dentro de cada copita… Vamos… ¡Un día muy completo!

Al día siguiente decidimos visitar un pueblo, Heidelberg, del que habíamos escuchado y leído opiniones muy atractivas, está a unos 78 km, así que cogimos el tren y allá nos fuimos. Es conocido por su funicular, tanto el más moderno como el más antiguo (pero no lo pudimos coger ya que durante los meses de invierno está cerrado), por lo que nos tocó subir andando hasta el castillo, donde está en barril más grande del mundo (es increíble) y las vistas son impresionantes. Para conocer más, cogimos un mini bus histórico y al acabar nos quedamos por el casco histórico comiendo (por supuesto comida alemana) y haciendo alguna compra que otra, hasta coger el tren de regreso a Frankfurt. Al llegar, volvimos a la Plaza Römerberg para verla de noche y nos fuimos de cena al Barrio de Sachsenhausen a probar otra de las tabernas, que fue todo un acierto.

El domingo, nuestras últimas horas por Alemania, aprovechamos la mañana para ir a varios sitios que nos quedaban, como el cementerio judío, la bolsa, con el toro y el oso, una iglesia gótica, la casa de Goethe y volvimos a uno de los puentes para ver por última vez el skyline de día. Como nuestro avión salía a las cinco, pudimos saborear una cervecita en la Plaza al sol y ¡hasta a buscar uno de los ocho Spiderman que esconde la ciudad!

Y el viaje llegó a su fin…una ciudad que merece la pena y suerte la mía de recorrerla con ellas…mis amigas.

Os dejo los looks del viaje y alguna que otra foto.

¡HASTA PRONTO!

[Y siempre, siempre, siempre… Diviértete combinando]

“Viajamos para no cambiar de lugar, sino de ideas”

Redacción Getafe Capital