GETAFE/Todas las banderas rotas (02/01/2020) – En el momento en que escribo no sé si habrá investidura ni si habrá gobierno. Insisto: en el momento en que escribo, porque cuando se publique este texto puede que haya ocurrido lo uno, lo otro, o todo lo contrario. Por el momento, solo sabemos la fecha en que puede que haya investidura o puede que no.
Pero, por extraño que pueda parecer, sí contamos ¡por fin! con un programa avalado por los dos partidos que se han comprometido a formar un gobierno de coalición. Un programa, es decir, eso que echábamos en falta desde hace tanto tiempo.
No me considero capacitado para analizar el documento entero porque se publicó hace solo dos días y contiene, lógicamente, materias en las que no soy experto. Pero lo que sí haré, desde mi perspectiva de profesional sanitario, será comentar el apartado 2.2 relativo a Sanidad que contiene 14 puntos.
En sentido general, como sospecho que ocurre con todo el documento, este capítulo me parece un texto socialdemócrata ortodoxo (por cierto, bienvenido Podemos al realismo), es decir, la impronta del PSOE es clara en él lo que no significa que sea despreciable la aportación de Podemos.
Entrando en el contenido. Es significativo que los dos primeros puntos sean la eliminación de los copagos y la atención a la salud bucodental, que tienen un claro componente propagandístico, no porque no sean importantes y necesarios, sino porque también deberían estar al mismo nivel la Atención primaria, el sistema de Atención temprana, las enfermedades raras o la salud mental que ocupan los lugares 9, 10, 11 y 12. Entiendo que el orden en que figuran no deberá influir en el interés que el futuro gobierno se tome para cumplir con cada compromiso pero, como digo, me resulta significativo.
Respecto al punto 1 (Eliminación progresiva de los copagos introducidos en 2012) he detectado lo que, a mi parecer, es una incongruencia ya que el 8 promete tramitar una ley que derogue el RD-Ley 16/2012 lo que eliminaría los copagos de hecho. Debería quedar claro lo que se quiere decir al hablar de “eliminación progresiva” en el punto 1, ya que, al derogar “definitivamente” el RD-Ley 16/2012, se derogarían también los copagos de una vez, no progresivamente.
Me parece muy interesante el punto 3 orientado a blindar el Sistema público de salud. Es absolutamente necesario revisar la Ley 15/1997 que fue pensada con muy buena intención pero que se convirtió en el portillo por donde la derecha, en cuanto tuvo las riendas del poder, nos coló la privatización.
Llegar al 7% del PIB en 2023 para sanidad, como quiere el punto 4, es una gran noticia porque, por una parte, servirá para revertir los recortes que la derecha impuso en un derecho tan básico como la salud de todos, y, por otra, es algo absolutamente necesario para llevar a cabo lo que en el programa se promete; ya se sabe que sin dinero los buenos propósitos se quedan en eso y nada más. Habrá que esperar a ver si la situación económica, tanto la global como la nacional y las trabas que, sin ninguna duda, pondrán el PP, Ciudadanos y Vox, lo permiten.
Los puntos 5 y 6 pretenden la renovación de la tecnología sanitaria y fomentar la digitalización sanitaria. Buenos propósitos que requieren, para poder ser cumplidos, de la revitalización y dotación suficiente de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de la que no se habla en el documento. También me parece de todo punto necesario regular las donaciones en este ámbito, de manera que la Administración Sanitaria, tenga la autoridad de determinar cuales son las necesidades técnicas y de otro tipo que pueda tener el Sistema Sanitario y de distribuir los recursos de forma racional y programada, no según los intereses de los donantes.
La pretensión de orientar “las políticas relativas a la industria farmacéutica”, como se expone en el punto 7, no deja de ser un brindis al sol. No se determina si habrá una ley, si será mediante otro tipo de norma, si se hará por medio de acuerdos… El poder farmacéutico es uno de los mayores de la industria mundial y no me parece posible, siendo realista, llegar a algo más que a paños calientes. Si, finalmente, es Podemos quien asume esta tarea desde el Ministerio de Sanidad, tendrá ocasión de comprobar la imposibilidad de alcanzar los cielos, al menos en lo que se refiere a este asunto.
El punto 8 es el más complejo y ambicioso de todos y, por tanto, el que requerirá más esfuerzos y tiempo para hacerlo realidad. En esencia se trata de retrotraer el sistema sanitario a la situación en que estaba antes de que el PP lo hundiera mediante el nefasto RD-Ley 16/2012, o, dicho más concretamente, volver a garantizar el derecho a la sanidad universal que dicho RD suprimió. Pretende hacerlo trasformando el RD-Ley 7/2018 sobre el acceso universal al Sistema Nacional de Salud en Ley pero, ya al principio del punto, advierte que lo hará mediante “las modificaciones normativas, legales y reglamentarias necesarias…”, lo que hace pensar que no será nada fácil.
En cualquier caso, es esperanzador que plantee que la asistencia sanitaria será gratuita desde el momento en que se solicite, sin ningún período de carencia; que el derecho se extienda a los ascendientes de personas con nacionalidad española que lleguen a nuestro país desde otros extracomunitarios; y que la cobertura sanitaria alcance a ciudadanos españoles que residen fuera de España. Fácilmente se puede entender que conseguir todo esto tropezará con grandes dificultades, a pesar de que, por otra parte, no es más que volver a lo que el Sistema Nacional de Salud ofrecía antes de que el PP, mientras regalaba miles de millones a los bancos, decidiera que el Sistema sanitario no era sostenible. Pero para poder cumplir con todo ello es imprescindible una financiación suficiente y por eso es tan importante el punto 4 que promete llegar en 2023 al 7% del PIB para sanidad.
Finalmente, el punto 13 creo que es capital e imprescindible. Una de las peores consecuencias de la política aplicada por el PP en sanidad, es el destrozo causado en las plantillas de los centros sanitarios ya que las ha reducido enormemente por dos vías: una, solo se han cubierto una mínima parte de las jubilaciones y otra, ante las malísimas condiciones de trabajo y salarios, muchos de los profesionales de medicina, enfermería y otras profesiones sanitarias que salían recién formados de las facultades, optaban por engrosar el número de jóvenes que dejaron nuestro país y ofrecieron sus servicios a otros que les recibieron con los brazos abiertos. Esas dos vías –auténticas vías de agua en la línea de flotación del sistema- han provocado el descontento de los profesionales y el envejecimiento y escasez de las plantillas. Confiemos en que sea posible llevar a cabo este punto.
Mantengo una esperanzada desconfianza respecto a lo dicho en el primer párrafo porque, en definitiva, creo que aunque salga adelante la investidura, lo que parece muy posible, la dificultad estriba en la durabilidad del gobierno que se forme porque los obstáculos que se le pondrán en su camino serán muchos y de distinto origen, habrá, evidentemente, un graneado fuego enemigo pero, desgraciadamente, intuyo que también tendrá que soportar fuego amigo.
Estos son mis buenos deseos para el año nuevo: para los líderes políticos que se comporten como tales y renuncien a sus intereses en pro de los de todos, que gane la sensatez y la generosidad. Para la gente de a pie, para todos nosotros: que cada cual afronte el próximo año con el ánimo que le sea propio, optimista o pesimista, pero, en todo caso, si su interés es que los españoles mejoren sus vidas y sus expectativas, empujen, exijan, participen.
Salud pública para todos en el año 2020.