Cristina Robas, científica getafense:  “Es como si cada día hiciera un viaje espacial” 

GETAFE/Entrevista (02/07/2021) – Con un expediente académico brillante Cristina Robas aterrizó en el mundo de la investigación  por casualidadPronto puso el foco en el planeta rojo y hoy está a punto de  publicar “un mapa  geomorfológico de un área de la  superficie de Marte  de más o menos  200.000 kilómetros  cuadrados”. Contribuir  a resolver las muchas  incógnitas sobre este  planeta del sistema  solar convierten a su  doctorado “en un viaje  espacial” que no deja  de cautivar a los que  la rodean. Y es que ser científica todavía hoy sorprende.

Cristina Robas es científica y getafense. “No nací en  Getafe pero me considero getafense  total, nada de madrileña”. Tras  varios años fuera, “por eso de que el alquiler aquí está un poco mal”,  en cuanto tuvo la oportunidad regresó a la capital del sur y eligió el barrio de Los Molinos para vivir. Licenciada en Ciencias Ambientales  con el mejor expediente de su  promoción en la Universidad Rey  Juan Carlos, fue en el IES Satafi  donde encontró su vocación. “Tuve  un profesor, Javier Martínez que  me daba asignaturas relacionadas con el medio ambiente, el que me  animó a dedicarme a algo relacionado con la ciencia”.

Tras la licenciatura cursó un master en Gestión de Calidad y Medio  Ambiente “y después de todo eso, cuando moría de ganas por ponerme a trabajar, no encontré nada. Y  bueno, eso que al principio parecía un fracaso y que provocó una gran desilusión en mí, después de tanto  estudiar, me llevó a hacer otras prácticas de la universidad en el Centro de Astrobiología y ahí fue donde me acerqué al planeta Marte.  Estuve tres meses y me encantó.  Me dijeron que había posibilidad de seguir estudiando allí un doctorado pero antes tenía que hacer un curso  especializado. Me fui a Cáceres  donde hice un master de Teledetección  y después regresé al centro de Astrobiología, en concreto al  Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial  (INTA), con una beca de  formación de 3 años. Tras esa beca opté a una plaza y bueno, allí estoy  haciendo el doctorado”, explica.

“El centro al que pertenezco es  multidisciplinar y en él realizan investigaciones relacionadas con la  astrofísica, la biología molecular, la  microbiología, etc… Pero a mí lo que más me llamaba la atención era la  planetología y me enfoque en Marte.  Me decanté por este planeta del Sistema  Solar porque era el más similar a la Tierra y eso me hizo pensar  que puede ser el que más potencial tenga para albergar o haber albergado vida en el pasado. Actualmente, hay muchas incógnitas todavía por  resolver sobre Marte acerca de su historia, cómo fue su clima, cuál fue la forma en que el agua erosionó su  superficie, dónde estaba localizada la posible línea de costa de Marte….  Entonces con el fin de contribuir al  conocimiento de esas grandes cuestiones el objetivo de mi investigación es caracterizar la historia del agua en una región específica del planeta.  ¿Por qué el agua? Porque es vital  para la vida tal y como la conocemos  en la Tierra”.

 

 

Para llevar a cabo su investigación  Cristina utiliza imágenes de satélites que están orbitando alrededor de Marte y toman fotos de su superficie.  “Yo con esas imágenes voy  componiendo un mapa y eso me  permite cartografiar e interpretar esa geología y detectar esa presencia de agua en el pasado sobre la superficie del planeta. Por ejemplo, hay evidencias de agua muy claras como los cauces secos. La topografía  global del planeta se divide en un hemisferio norte y sur. El hemisferio norte está bastante más hundido lo que hace pensar que  allí pudo haber un océano y en el  sur vemos cauces secos que van a  desembocar allí. Pero claro eso ocurrió hace miles de millones de  años. La gran pregunta es ¿cómo  desapareció el agua de la superficie?  ¿Se perdió en el espacio al  perder su atmósfera o es subterránea?”

Robas desvela orgullosa que “ahora mismo estamos a punto de publicar un mapa geomorfológico de un área de la superficie de Marte de  más o menos 200.000 kilómetros cuadrados y dentro de ese área hay dos cráteres que hemos llamado Margulis y Roemer en honor a dos  grandes investigadoras. La primera fue bióloga y estudió el origen de la vida: Lynn Margulis. Y la segunda fue Elizabeth Roemer que fue astrónoma especializada en el  estudio de cometas y asteroides.  Nombrándolos así hemos querido rendir homenaje a la labor de la  mujeres científicas a lo largo de la  historia porque es verdad que ahora está todo un poco más equiparado pero hasta hace muy poco no  era así”.

De profesión científica

“Ser científica es un trabajo fascinante en el  que todos los días aprendes cosas nuevas. Es  como si a diario hiciera un viaje espacial”, afirma  Cristina Robas. A sus 29 años confiesa que le gustaría continuar “dedicándome a esto, pero  con la investigación en España nunca se sabe.  Porque a mí me gusta salir fuera de mi país pero de vacaciones… No deja de ser incongruente que hayan invertido un montón de dinero en  mi formación para que me vea obligada por  falta de oportunidades a irme a vivir a otro país”.  No lo descarta. “Ya veremos lo que pasa”.

Entre tanto Robas disfruta de su investigación  sobre el planeta rojo cada día y no deja de sorprenderse con las reacciones de su entorno: “Fui a abrir una cuenta en un banco.  Al preguntarme por mi profesión yo contesté científica y me interpelaron: No me lo habían  dicho nunca”. Sus vecinos también “alucinan  un poco. Cuando les cuento a que me dedico se interesan. Es un tema que llama la atención”.