Joroña, joroña… ¡Pateando Grecia!

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GETAFE/Look total (15/10/2021) – ¿Vuelas conmigo? ¡Vente! Sí, ha vuelto a pasar, nos hemos escapado unos días para que el invierno luego se nos haga más corto. Esta vez, viendo un poco por donde el Covid no hacia tantos estragos, nos decidimos por Grecia, una ruta que empezaba en Atenas y Meteora y seguía por las islas griegas: Mykonos, Santorini y Thirasia.

Y como siempre os digo, ¡compartir es vivir! Ya sea para tomar nota para tu próximo viaje, ideas o simplemente dejar volar tu imaginación en rachas en los que “los días se te hacen bola”.

Resulta inconcebible visitar por primera vez Atenas y no subir a la Acrópolis, pasear por el Pireo, perderse entre las tiendecitas de Monasteriki, comerse una riquísima spanakopita casera en plena calle… El calor y el embrujo de la capital griega enamora, y una no se cansa de oír la melodía de las palabras en griego, las grafías de su alfabeto por todos lados, la sonrisa en su gente, a pesar de los malos tiempos. Enamorarse de Grecia es sencillo.

Recorrer Grecia (más allá de la maravillosa Atenas) no es hacer una ruta más. Enamora y hace pensar. Mitos, leyendas, tesoros arqueológicos y lugares emblemáticos, pero no por ser un recorrido por escenarios de cine, sino por ser el teatro en el que se ha disputado la vida, en el que se escribieron algunas de las páginas más importantes de nuestra historia. Allá donde se empezó, en parte, lo que hoy somos.

Comenzamos nuestro viaje en en Atenas (no hay mejor inicio). Allí empezó todo. Pisando esos lugares de los que siempre habíamos oído hablar, que tantas veces hemos visto en los libros de texto. Ya estábamos en la cuna de las civilizaciones. Allí donde nació la democracia. Pisando la historia. La Acrópolis. Así, sin anestesia. ¿Cuántas veces has oído hablar de ella? ¿Cuántas horas le dedicaste en el instituto? ¿Cuánto sabes, de verdad, de ese lugar que es historia viva de la humanidad? La Acrópolis se construyó durante el siglo V a.C., es patrimonio de la humanidad por la UNESCO y ha sido elegida como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo. Algunos de los monumentos más emblemáticos están allí, como el Erecteion, los Propileos o el Templo de Atenea Niké. Pero primero nos fuimos directos al grandioso Partenón (primera hora de la mañana para no tener a más visitantes colándose por las fotos). Allí se consagró a la diosa Atenea y es, sin duda, el edificio más famoso de la Grecia Clásica. La siguiente parada fue el Ágora Antigua, al lado de la Acrópolis, es el lugar en el que nació la democracia. Casi nada. Y como no podía faltar, el Museo de la Acrópolis, el museo más importante de Grecia, y es que allí están las piezas originales de la acrópolis y las Cariátides, unas de las cosas que más ganas tenía de ver, esas columnas con forma de mujer que aguantaban los templos.

Ya había pasado toda la mañana, así que,¡ a comer! Todo lo que quieras, porque está buenísimo, eso que usan mucho la canela en las carnes y pan y no es santo de mi devoción, aún así no tiene desperdicio. Por ejemplo, los restaurantes en el barrio de la Plaka, para degustar platos típicos de la cocina griega; cierran tarde, así que es genial para visitar todo y luego darte el gusto comiendo relajado. Y coger fuerzas, nada mejor que hacerlo con un tradicional yogur griego. Las íbamos a necesitar. Porque sí, palizones a andar y subir y bajar cuestas, te los das.

Una cosa que les encanta a los griegos son las terrazas en los techos de los edificios y abren y cierran bastante continuamente (más en verano). Y tienes muchas para elegir, todas con vistas a la Acrópolis.

Al día siguiente conocimos otra Atenas, una que sale menos en las guías, una en la que la ruta casi no está marcada, debes ser tú el que la dibuje. Te recomiendo empezar por el Teatro de Dionisio, el mayor teatro de la antigua Grecia y la Biblioteca de Adriano, que mandó construir este emperador en el 142 d. C. Pasear por las calles Ermou, Stadiou y Panepistimiou… por el barrio de Monastiraki. Descubrir el Jardín Nacional de Atenas y, por supuesto, la Plaza Syntagma y el Parlamento. Allí está también el Monumento al soldado desconocido (que cada hora en punto hay un cambio de guardia muy digno de ver). No nos podíamos perder el Templo de Zeus Olímpico y el antiguo Estadio Olímpico Panateinaco. Porque sí, Atenas también es la cuna de los Juegos Olímpicos, y la verdad es que me encantó.

Pequeñas casas blancas y azules pegadas a la Acrópolis te esperan en Anafiotika, lujo y elegancia en Kolonaki. Y como teníamos tiempo nos fuimos a comer a El Pireo, a 8 kilómetros de la capital, y que se considera el puerto de Atenas.

Para otro día dejamos el recorrido más largo: 541 kilómetros. Llegamos a Kalambaka, puerta de entrada a la región de Meteora en tren (unas 4h). Sobre las rocas, se levantan unas construcciones. Parecen nacer de la nada, sostenerse en el aire. Son una veintena de monasterios construidos para protegerse de los ataques turcos. La imagen embelesa por lo alucinante y hace pensar cómo es posible conseguir crear eso en los tiempos en los que lo hicieron. De los 20 quedan 13 en pie y se pueden visitar seis. Lo mejor, si tu forma física es decente, es hacerlo andando, pero si lo prefieres también lo puedes hacer en coche. Cada monasterio cierra un día de la semana diferente, así que infórmate con antelación. Toda la zona fue declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. El monasterio más grande es del de La Gran Meteora, también es el que está más alto, a 415 metros. Y no hay mejor manera de llegar a él que a través de un túnel por el interior de la roca. El que más reliquias conserva es el de Agios Stéfanos y desde el de Roussanou tendrás unas preciosas vistas del valle. Disfrutamos un montón de ellos, de la zona, del aire, del paseo…Un acierto ir hasta allí.

Y vuelta a Atenas, unas últimas compras de rigor, tomar algo en Little Cook (muy recomendado) y a agotar las horas por la capital griega. Tocaba ir hacia las islas…

Os dejo foto del viaje, looks, y nos vemos en la siguiente ruta, pero eso será en el siguiente post.

¡HASTA PRONTO!

[Y siempre, siempre, siempre… Diviértete combinando]

Si no vas, nunca lo sabrás”

Redacción Getafe Capital