GETAFE/La voz de la experiencia (21/06/2017) – Esta es la característica a destacar, a bote pronto, sobre la moción de censura al presidente Rajoy, una gran competición para ver quién tiene más palmeros y durante cuánto tiempo aplauden, y visto lo visto, para futuras sesiones, podrían instalar como en los antiguos concursos radiofónicos, un “aplausómetro” que le dé a Sus Señorías, las puntaciones alcanzadas tanto en intensidad como el tiempo.
Todos aceptamos con normalidad que cada cual tenga sus criterios para interpretar cualquier tema, y con más razón si se trata de política, viendo la botella medio llena o medio vacía. Lo que no es tan normal es que ante una exposición en la tribuna de orador, unos vean verdad mientras que otros ven mentira. Pero lo más triste es que una mayoría de espectadores den por bueno que esto se entienda así, perdiéndose lo más importante de cada exposición, aquello que es de interés para todos, finalmente se reduce a estar a favor o en contra, dependiendo de si el orador es de tu cuerda o de la contraria.
Irene Montero realiza una exposición completísima sobre el problema de la corrupción en nuestro país, pero para una parte de espectadores, dentro y fuera del Hemiciclo, su exposición fue demasiado larga, hablando de forma muy estridente y hasta con mal humor, pero analizar por qué se produce tanta corrupción y cómo se puede erradicar, esto interesa a muy pocos.
Cuando se constata que la pobreza sigue aumentando en España y lo peligroso que resulta para muchas familias, especialmente para niños y ancianos, muchos, dentro y fuera del Hemiciclo miran para otro lado o dicen que éste es un gran país y seguimos mejorando.
Cuando unos demuestran que estamos con un paro superior al 20%, que a los parados mayores de 45 años nadie quiere contratarlos, que el paro juvenil alcanza el 40% o que una minoría de titulados trabajan en lo que estudiaron, una parte del Hemiciclo mantienen que, somos los mejores porque crecemos más que toda Europa, pero se callan que la mayoría de los nuevos contratos cobran la mitad de lo que cobraban sus compañeros hace una década.
Nuestro Parlamento no busca o no encuentra la fórmula para tomarse las cosas fundamentales e importantes en serio, realizando visiones sesgadas, partidistas y de palmeros vacíos.
Basta ya, por el bien de este país y sobre todo de sus gentes, tómense todos en serio, y si es posible juntos, la educación, el empleo digno, la sanidad, la corrupción y la atención social en todas sus derivadas, porque, ustedes Señorías, no tienen derecho a dedicarse al aplauso autocomplaciente, mientras en España aumentan las desigualdades.