¡Mi hijo no sabe estudiar!

-Pues que me dicen ahora que no sabe estudiar.
-Ya, y el mío que no comprende lo que lee. ¡Ay madre!

GETAFE/Educa… que algo queda (21/09/2017) – Ya se que dentro del Rincón Psicológico hay un buen artículo sobre Aprender a aprender (esto nos ocurrirá de vez en cuando, porque lo que importa, nos importa), que cuenta muy bien cosas sobre el estudio, espero no repetir mucho y os recomiendo que los leáis, pero me gustaría ofrecer mi visión sobre este tema, porque he tenido que enfrentarlo en algunos talleres para familias.

Estudiar es distinto de tener una visión general, su objeto/objetivo es construir significados y habilidades cognitivas a través de la adquisición de conceptos que favorecen los aprendizajes significativos para ayudarnos a saber movernos en el mundo, esos que se asientan en la experiencia y que para hacerlos crecer precisan de un pequeño esfuerzo más.

Según se va afianzando la lectura comprensiva, en el estudio, se evoluciona desde el memorismo, cuando somos pequeños, a la reflexión y creatividad a medida que vamos creciendo, pero ¿qué significa realmente?

El hábito de estudio no es un hábito fácil de adquirir, sobre todo si no se viene practicando desde que se entra en contacto con el “trabajo” educativo (no solo escolar) y significa ir adquiriendo poco a poco, no menos de estas capacidades: entender un proceso deductivo matemático, saber organizar, programar tiempo y materias, investigar, buscar fuentes alternativas de información, estructurar o reestructurar información… sin perder de vista toda la parte personal y emocional que está directa o indirectamente implicada en el estudio: motivación de logro, gusto por el aprendizaje, autoconcepto, autocontrol conductual y emocional, ansiedad, miedo, ira… Como dije, tarea no fácil.

Aprendizaje significativo y esfuerzo, dos palabras clave para entender lo que es estudiar, ambas muy ligadas.

Cuando el niño es pequeño, va adquiriendo capacidades, habilidades, conceptos… casi sin darse cuenta, solo por el hecho de estar inmerso en una cultura, compartiéndola y exponiéndose a los modelos y normas que significan los adultos. Sobre estos conocimientos y aprendizajes que el niño ya tiene afianzados, es donde se deben apoyar todos los nuevos aprendizajes que puede adquirir y al hacerlos propios y efectivos para moverse en su contexto, el niño los hace significativos. Muchos de estos aprendizajes tienen una parte que el niño no controla, no sabe y no sería capaz de aprender si alguien no se los enseñara y él se esforzara por asimilar y afianzar (leer, escribir, calcular…)

Precisamente para facilitar este esfuerzo es para lo que la mayoría de madres (quise poner padres como genérico, pero me salió así) “volvemos a estudiar” y casi nos esforzamos más que ellas (otra vez), pues hemos de templarlas, motivarlas, intentar entenderlas, autocontrolarnos para ayudarles y no solo darles la solución, facilitarles unas técnicas que, muchas veces, nosotros no conocemos bien: convencerles de que estudiar sirve para algo, marcarles los ritmos, saber reconocer sus procesos más que sus productos y, encima, valorarles y reforzarles aun cuando los resultados sean algo pésimos. Toda una odisea.

Por intentar suavizar la situación diré que la mayor parte de niñas (sigo con el genérico) van adquiriendo este hábito desde pequeñas, cuando van gustando de demostrarnos sus recién estrenadas habilidades con las pinturas y cuando van descubriendo poco a poco que esa maraña de símbolos que están al lado de las ilustraciones tan maravillosas de su cuento, corresponden a lo que mamá o papá me cuentan en la noche. Yo quiero saber leer… y así, poco a poco van aprendiendo del Isósceles y las Maclas, aunque aún no le encuentren un sentido completo. (Os habéis dado cuenta de lo difícil que es escribir y leer para todos nombrando solo el genérico femenino).

No siempre las familias pueden satisfacer unos requisitos básicos para el estudio: tener un espacio tranquilo, sin distracciones ni interrupciones constantes, bien ventilado y mesa, silla, estanterías y panel de corcho apropiado, pero en estos casos el ingenio supera con creces la dificultad.

Respecto a las Técnicas de estudio, tan socorridas e imprescindibles para los padres, son bastantes y muy bien localizables en manuales múltiples que existen. Parecen básicas, la lectura global primera y crítica después para preguntar al texto de qué trata, tomar las respuestas a esas preguntas como notas al margen y subrayar lo preciso, hacer un buen esquema (más actualizado como mapa conceptual) y sobre todo, generar un resumen personal, en nuestra propias palabras, memorizarlo y volver a repasarlo… ¿alguien se apunta realmente a estudiar por gusto, con tamaño esfuerzo?

Por eso hay que cuidar mucho el establecimiento del hábito (no solo pensar en las técnicas), con paciencia, evitando dirigir pero estando alerta y acompañando, entendiendo la frustración y ayudando a seguir siempre un poquito más, reforzando muchísimo el empeño y el trabajo, aunque los resultados no sean los mejores y siempre favoreciendo el gusto por la lectura, si es posible por encima de la “play”, porque para estudiar hay que leer y a leer se aprende leyendo y para entender las normas del último juego del ordenador hace falta un poco de lectura comprensiva, seguro que por aquí les encontramos una motivación extra.

Buen día. Salud y suerte.

Redacción Getafe Capital