Lo juro. Hablo

“Las palabras se favorecen unas a otras”

GETAFE/Educa… que algo queda (23/10/2017) – Acaba de salir la mañana y el sol hace un cielo tan azul que casi es impertinente. Carla se despierta, como todas las mañanas, con sueño, no ha dormido bien. Todo el grupo estuvo hirviendo en risas e insultos hasta tarde. Se le olvidó desconectar el móvil.

Tal vez esperanzada, por si su madre descubría de una vez algo de lo que la atormentaba o simplemente porque su desidia y desgana no le motivaron a levantarse y apagarlo; en fin, mañana sería otro día y tendría las mismas rimas estúpidas de sus compañeras.

Como pudo, impulsó su cuerpo a la ducha con sumo cuidado para que su madre no viera los cortes que se había realizado la tarde de antes, vaya usted a saber por qué, ya no podía encontrarle más sentido que castigarse y, aunque fuera raro, calmar la ansiedad que le producía ser, todo el día, la gorda, la guarra, la zorra y las cosas peores con que en el instituto la regalaban cotidianamente.

Había pensado dejar de comer para bajar el peso que, ya estaba convencida, le sobraba, pero esto le producía más nerviosismo que solo calmaba engullendo a barullo lo que pillaba por casa, aunque luego le costaría vomitarlo para espiar la culpa.

Como autómata, la vista perdida en el baldosín roto de la cocina, consiguió desayunar algo de leche, ni hablar de las galletas o tostada con que su madre la machacaba cada mañana.

Cargando su mochila se disponía a tomar el autobús que la llevaría a la tortura diaria. Profes, tutores, orientadores, compañeros… “son cosas de críos”, “seguro que son bromas entre compañeros”, “un mote no es un insulto, todos los tenemos, es que es una ñoña” de nuevo las malditas redes sociales, debía de salirse del grupo, pero entonces, ¿quién soy? Incomunicada, no existo; así, al menos, sé que no soy invisible.

Carla tiene ahora 13 años y desde los 11 que empezó a formarse como mujer bonita, porque lo es, aunque ella no se sienta así, está soportando esta situación en silencio porque no quiere preocupar más a su madre, ya complicada con solucionar el infortunio de su separación.

El azar y la suerte nos espera en cada esquina, basta que no le pongamos muchos remilgos para que nos favorezca.


Laura ha salido pletórica de casa esta mañana, ayer su abuelo le dio las pistas y claves suficientes para dejar atrás dos años de vejaciones y malos modos de los que un día fueron sus amigas.

Muy sensible, en exceso para lo que sus compañeras pueden soportar, han vuelto a reproducir el modelo que tristemente ya conocemos: “no sé cómo podéis hablar con esa falsa”, “yo que vosotras no rozaría mucho con la mierda” de ahí a parecer que ha habido un tumulto a la salida del patio y se ha caído, “por suerte se ha roto una pierna y estaremos algún día sin ella”, llamadas a no aceptarla en las redes sociales y más situaciones impensables pero reales y realizadas todas en el silencio del anonimato y en los lugares solitarios y poco vigilados.

Esto para Laura, por suerte, ha pasado, su abuelo le dio las claves y ella las puso en práctica. Desde ahí, le juró a su abuelo que ella ayudaría a quien se encontrara en esa situación no podía ni siquiera pensar en ser una espectadora más, a partir de ahora hablaría. Y, como el azar y la suerte nos espera en cada esquina, no le puso muchos remilgos y aprovechó la situación.

Coincidencias en las redes sociales, llevaron a Laura y Carla a compartir grupo y a salirse ambas dos al unísono. Ahora, no podríamos asegurar si fue el azar o el empeño, lo que posibilitó que Laura tomara contacto de nuevo con Carla y día a día fue llevándola a las claves de su abuelo. Todos los días hablaban, se sinceraban, Laura animaba a Carla a dejar de odiarse, a quererse, a defenderse, a plantar cara a su propia inseguridad, a… tantas cosas, y funcionó, en menos de dos meses Carla se convirtió en la mariposa que su crisálida apuntaba, volvió a sentirse alegre, segura, a levantar la mañana con ánimo.

Entretanto Laura pudo también sincerarse y por vez primera contar a alguien su deseo de dejar de ser Laura para empezar a ser el Miguel que su cuerpo y su mente le pedían, convenció a su madre y cuenta con su apoyo, lo intentó con su padre y aunque no cuenta con su apoyo, sabe que lo entiende.

Miguel y Carla han hecho la historia más bonita y solidaria que en tiempo he conocido, me han vuelto la confianza en el ser humano y ha bajado mi animadversión a las redes sociales, que bien usadas son muy útiles. Es evidente que los nombres son ficticios, pero la historia punto por punto es real.

Ahora Miguel tiene 15 años y espera poder pronto cambiar de sexo y Carla le ha jurado que ella también hablará y, como inicio, esto ha dicho.

POR TODAS LAS VÍCTIMAS DE ACOSO ESCOLAR.

Para todo el que lo lea, para todo el que lo haya pasado, pero sobretodo, para todas esas personas que lo sufren en silencio como hice yo.

Es duro, es duro ver como de un día o de un mes para otro tu mundo puede derrumbarse hasta tal punto, que levantarse para ir a clase es una maldita pesadilla. Es duro porque no eres capaz de comprender que has hecho para que te odien, para que nadie te quiera, para que todos te insulten. Es duro ver como de un día para otro, l@s que eran tus amig@s (algunos incluso de toda la vida), esas personas que veías a diario, personas a las que querías, y que bueno, por defecto, aun quieres, personas que te han ayudado y entendido siempre… Es duro ver como de eso, pasan a insultarte, humillarte, y lo peor, responsabilizarte de ello:

-“No es culpa nuestra, si estas gorda estás gorda estás gorda, vete a un gimnasio y no te pasará esto.”

-“Si no fueras tan falsa y tan gilipollas no nos meteríamos contigo, lo hacemos con razones…”

Gorda, puta, guarra, cerda, muérete pronto, ojalá lo de que te autolesionabas sea verdad a ver si la próxima lo haces bien, muérete, las gordas sobran, fea , inútil… Llega un punto en el que quieras o no, te lo acabas creyendo, te acabas creyendo que todo lo que te dicen es verdad, e incluso te crees que tienen motivos para hacerlo y que es tu culpa que lo hagan, en ese momento es en el que aparece la depresión, empiezas a querer dejar de comer porque no te ves bien, y piensas que nunca más llegarás a verte bien, porque claro, si tus propias amigas que supuestamente te quieren lo dicen por algo será ¿NO?

Sinceramente, no sé si esas personas son conscientes del daño psicológico que causan, y prefiero creer que no lo son, aunque tristemente en un 99% de los casos, son perfectamente conscientes de lo que hacen.

Ahora la pregunta es: ¿Por qué por culpa de que un grupo de chic@s insegur@s se aburran tiene que haber una persona destrozada?

No es justo, aunque por desgracia es esta situación nada es justo, siempre va a salir perdiendo la víctima, siempre va a tener que huir de los acosadores o acosadoras porque desgraciadamente seguimos rigiéndonos por la estúpida idea de que la mayoría manda, y claro, si es la opinión de 6,7,8… contra la tuya, créeme que siempre, siempre, saldrás perdiendo.

También te puedes encontrar con que te digan que el problema lo tienes tú, que eres poco sociable, o rar@, o lo que les venga mejor según el caso o la situación.

Pero de todo se aprende.

Yo simplemente he aprendido que si hubiera hablado antes, me habría ahorrado un montón de cosas, así que HABLAD porque ni es oro todo lo que reluce, ni es piedra todo lo que no brilla.

Que de todo se sale, que no merece la pena dejar de quererse, de valorarse o de cuidarse por lo que piensen los demás, que valéis más que todo eso.

QUE NADIE TE DIGA COMO TIENES QUE SER.

QUE NADIE PUEDA CAMBIARTE.

QUE NADIE PUEDA CONTIGO.

                                                Atentamente:       C… Nah,  solo una víctima más.

[1] Experiencia recreada por José de la Corte, responsable del Programa Municipal de Convivencia y Prevención del Acoso Escolar en los Centros Educativos en Getafe. Delegación de Educación del Ayuntamiento de Getafe (contacto: jose.corte@ayto-getafe.org). La carta está escrita por una niña víctima de un “supuesto” acoso escolar y reproducida con su permiso y el de su familia.
Redacción Getafe Capital