“Para qué ir al gimnasio si puedo venir al huerto”

GETAFE/Medioambiente (01/07/2021) – A sus 80 años, nadie lo diría, Manuel Ortega es adjudicatario de un huerto en Los Molinos. “Me mantiene activo y me da la vida ¡No me hace falta ir al gimnasio!”. Los hijos de Miriam y Carlos no bajan al parque, “vienen al huerto”. La afición de su padre hortelano les permite crecer entre matas de tomates, pimientos o berenjenas. “Me encanta. Ya tuvimos una pequeña experiencia en Perales del Río. Le hemos echado muchas horas y muchas ganas. Invitaría a los que nos gobiernan a que bajaran al terreno y tomaran nota de las posibles mejoras a realizar aquí. Con una pequeña inversión nos beneficiaríamos muchos”.

Desde hace varios meses ya, dos pequeños oasis han cambiado el marrón de la tierra seca por el verde de las matas de tomates y pimientos en los barrios de Los Molinos y el Sector III. El auge de los huertos urbanos, como el huerto autogestionado Plántate en el Bercial, llevó al Ayuntamiento de Getafe a desarrollar estos espacios verdes municipales. El Consistorio cede la explotación para consumo propio de varios pequeños terrenos. Hoy son oasis de vida en la ciudad.

Llegamos en noviembre con un azadón debajo del brazo y mucha ilusión”, explica una de las adjudicatarias de un huerto en Los Molinos. “El terreno era muy duro y hubo que abonarlo y sacar mucha piedra sobre todo de los terrenos que estaban más cerca de la entrada y las casetas de obra que utilizamos para guardar el material. Instalamos riego por goteo, montamos los bancales y empezamos con la siembra”. Hoy, mientras recogen los primeros pepinos de la temporada, sus cachorros corretean por allí.

También juegan en las zonas comunes los hijos de Miriam Pozo y Carlos Cobo. Él siempre quiso ser hortelano y tras una breve experiencia en Perales del Río su mujer no lo dudó y se alzó con la concesión de explotación de uno de estos huertos en su barrio de residencia, Los Molinos. Al principio, le dedicábamos dos o tres horitas, tres días por semana. Había mucho que hacer. Ahora ya estamos recogiendo las primeras cebollas. Tenemos calabacines, pimientos, algún girasol… Nos lo dieron en noviembre y tuvimos que sacar mucha piedra y abonar el terreno. Algunos de los adjudicatarios están vallándolos porque hay conejos en la zona. Nosotros no somos partidarios porque no queremos generar más residuos.

 

El Ayuntamiento podría realizar una pequeña inversión sobre esas actuaciones, aunque cobrara algo más y apostar así por la sostenibilidad de estos espacios”, argumenta argumenta Carlos. “Echamos en falta taquilla como en los huertos del Sector III, algún banco en el que poder sentarse, alguna zona con sombra… Es una inversión muy pequeña que aprovechará a medio plazo mucha gente”.

A sus 80 años, Manuel Ortega, vecino de Juan de la Cierva, recorre en coche la distancia que separa su vivienda en las torres del recinto ferial de su huerto. “He trabajado mucho y he invertido mucho tiempo y dinero para tenerlo como lo ves: He tenido que cribar la tierra, aquí había mucha piedra… A mí esto me da la vida y me mantiene activo. Si no viniera aquí estaría sentado en el sofá. ¡Para qué ir al gimnasio si puedo venir al huerto!”. 

 

“Que nos den cuartelillo”

Tomates berenjenas, pimientos, lechugas, acelgas, rábanos, coliflores, fresas, girasoles… La vida se abre paso gracias a los cuidados y el mimo que Manuel les da a sus matas. El riego es por goteo, cada huerto tiene un punto de agua aunque cada uno hizo su instalación como supo y pudo. Yo no digo que me lo den por vida pero sí que nos den un poco de cuartelillo. Hemos trabajado mucho aquí por eso de que fuimos los primeros en llegar”.

 

Son las 20:30 horas y Manuel ya se va para casa con una bolsita llena de rojos tomates. “Son los primeros que he recogido”, los muestra sonriente. Lo recolectado se destinará al consumo propio como recogen las bases. “Y no tendré bastante”, afirma Manuel. “Tengo 4 hijos aunque alguna cosita probarán”.

Con la llegada del verano y del calor “ya no suelo bajar hasta última hora. Ha habido días mientras que montaba todo esto que he echado por aquí hasta 8 horas diarias”. Y como él otros muchos. “Aprendemos los unos de los otros, compartimos semillas… Se genera una convivencia muy bonita en un ambiente muy sano”, explican. Y catalogan la iniciativa de “muy buena. Eso sí no deben quedarse aquí. Que bajen al terreno y nos escuchen. Se pueden realizar mejoras con una pequeña inversión económica”. Los huertos urbanos han llegado para quedarse.