Súper Saeta

GETAFE/La piedra de Sísifo (14/07/2020) – Vaya como punto de partida, mi absoluto desconocimiento en materia de aeronáutica, más allá de que los aviones vuelan, como los barcos navegan. Es más, puestos a señalar paralelismos entre la náutica y la aeronáutica, los barcos salen y arriban de puertos y los aviones de aeropuertos; incluso, el acto de llegar un barco al muelle, se llama atraque, y el de comprar un billete de avión, atraco. No llego más allá, lo siento.

Ahora bien, me ha sorprendido el avión que han puesto en la rotonda junto a la Plaza de Pinto. Se llevaron, para restaurar, dijeron, el que habían puesto inicialmente, que desde niño, conocía como el Saeta, imagino porque cortaba el aire como una flecha; y cuál será mi sorpresa cuando me entero de que, el que han puesto en su lugar, es un Súper Saeta. Además, no es igual, el fuselaje del Saeta de color aluminio con una línea roja que lo recorría del morro a la cola, además de la panza, y el Súper Saeta está decorado en colores de camuflaje la parte superior, para que, visto desde arriba, se confunda con el suelo y, de un color azul intenso toda la parte inferior, para que se confunda también con el cielo, cuando se le ve desde abajo; lo jodido será verlo desde arriba cuando sobrevuele el mar, o verlo desde abajo con cielo nublado, en fin.

Pero, colores aparte ¿qué hecho le confiere a este modelo la condición de Súper, en detrimento de la versión Normal? Si fuera gasolina, se referiría al octanaje, o si fuera un hombre o mujer, tendría relación con una capa roja y su capacidad para volar y ahí quería yo ir a parar.

No lo voy a negar, la primera vez que escuché lo de Súper Saeta, lo primero que me vino a la mente fue un cantaor, asomado a un balcón sevillano, que interpreta con mucho sentimiento, por un típico palo flamenco, ataviado con unas mallas azules ajustadas, con una “S” amarilla en el pecho, con una capa encarnada cayendo sobre su espalda y ahí termina mi imaginación. No estoy bien, lo sé.

En todo caso, sirva este evanescente y “fresquito” artículo para, si la actualidad no lo demanda, despedirme hasta, al menos, el mes de septiembre.

Después de habernos robado la primavera, espero, confío y deseo que tengamos un verano mínimamente distraído, con vacaciones o sin ellas, y que nos reconcilie en lo posible con el planeta, respetando las directrices en materia sanitaria que nos hacen avanzar sin demasiados sobresaltos.

Como es habitual en mis despedidas, sé feliz o, al menos, pon de tu parte para lograrlo.